Senda de los cazadores y manga de Villaluenga

Sendero realizado siguiendo el track de Senderos del Sur.
La ruta fue una gozada aunque empezamos tarde, cerca de la 1, y a ritmo del peque de 5 años; con lo que mi mujer, ya próxima la puesta de sol, no las tenía todas consigo de que consiguiéramos no pasar la noche helándonos el trasero en aquel maravilloso paraje.
Dejamos el coche en el aparcamiento del área recreativa del Cintillo, al final de la manga de Villaluenga. Tras pasar la puerta que hay, cerrada para coches pero no para peatones, junto a la pared, comenzamos a subir con fuerte pendiente la pista hormigonada que bordea esa esquina de la montaña. Siempre en ascenso aunque ya no tan duro, el carril se hace ya de piedra y comienza la lentitud en el caminar, sobre todo para los más pequeños. Este tipo de terreno, con rocas sobresaliendo del suelo, lo tendremos hasta salir a la manga de nuevo.
Con este camino bien definido y ancho, llegamos a la parte alta del Saltadero de Ubrique con una magnífica visual del pueblo a vista de pájaro. En este punto subimos el borde superior y ya se acabó la pista y el ir tranquilamente mirando el paisaje. El sendero se convierte en una traza de tierra pelada entre rocas que se ve de cuando en cuando, así que no puedes quitar ojo del gps porque la pierdes con total facilidad. Pero es aquí donde la tranquilidad, la inmersión en la naturaleza y el silencio de todo lo civilizado hacen que, como siempre, merezca la pena.
Así subiendo todavía pasamos un collado desde el que nos aproximamos por primera vez a la manga pero es sólo hasta un aljibe (la segunda foto) en una suave vaguada donde aprovechamos para comer.
Ya repuestos y, más o menos, en llano pasamos el rancho del médico con sus muchos perros ladradores, que vinieron a saludar para susto de mi hija (había varios bien grandes) y comenzó el tramo más complicado con la subida al mirador natural sobre la manga, que constituyó el punto de mayor cota de todo el recorrido. En la subida fuímos bordeando una alta alambrada que, ya en la cima tuvimos que saltar para luego bordear nuevamente en la bajada en una zona sin camino visible alguno y con una buena caída al lado. Al descender de aquí, de nuevo en llano y con el sol ya bien abajo, encontramos al poco una tubería de pvc que, sobre el terreno, iba mostrándonos el trazado hasta una pequeña granja de cabras y cerdos. Desde ésta, ahora ya por un ancho carril que alguna vez ha servido para llegar hasta aquí en todoterreno, enlazamos para tranquilidad de mi mujer, con la carretera de Benaocaz a Villaluenga por la que llegamos, ya en oscuridad al coche de nuevo.