Excursión al Alcázar y las Cuevas de Nájera.

Sencilla excursión al entorno arqueológico del Alcázar y las Cuevas de Nájera, apta para todos los públicos (es una actividad recomendable incluso con niños).
Recorre una parte del casco antiguo de la localidad, la ribera del río Najerilla a su paso por la población, y estos dos vestigios del paso de diferentes pobladores de la ciudad a lo largo de su historia.


Fotografía: Ayto. de Nájera


DESCRIPCIÓN

El paseo comienza en junto a la Oficina de Turismo, integrada en la Estación de Autobuses, en el centro de la ciudad. En las inmediaciones hay amplias zonas de estacionamiento.
Tras un breve trayecto junto al río, lo cruzaremos por la pasarela para llegar a la Plaza de España donde contemplaremos el Monasterio de Santa María la Real.
A escasos metros de su pórtico principal, tomaremos la Subida al Castillo que nos conducirá al entorno arqueológico del Alcázar.
Posteriormente subiremos al siguiente nivel, donde hay un mirador desde el que se divisa la totalidad del núcleo urbano, así como varias poblaciones limítrofes.
Un poco más adelante llegaremos al acceso a las Cuevas. Actualmente, y tras una restauración y asentamiento de la zona superior para prevenir derrumbes, se han abierto nuevamente al público después de varias décadas cerradas.
La visita turística a las mismas requiere reserva, que se puede realizar online a través de la web del Ayuntamiento de Nájera

El Alcázar de Nájera
El Alcázar de Nájera fue en origen una fortaleza musulmana. Una vez tomada, también fue corte de los reyes navarros.

El alcázar se encuentra a tan sólo cinco minutos andando del Monasterio de Santa María. Desde el año 2002 se han realizado varias campañas arqueológicas que han sacado a la luz las recias defensas del alcázar además de piezas arqueológicas que podemos contemplar en el museo arqueológico de la localidad, el Museo Najerillense, que se encuentra junto al monasterio.

Hoy del Alcázar quedan parte de los muros que afortunadamente se han consolidado. No sólo el antiguo alcázar ha sufrido el paso del tiempo. Fue reformado por los Duques de Nájera en los siglos XV y XVI para convertirlo en su residencia.
En 1520 fue cañoneado por los comuneros que arrasaron la ciudad. Pero estos humildes muros en su día fueron fortaleza y palacio de los reyes de Navarra. Por eso este lugar también tiene importancia en la historia del viejo reino.
Además de poder ver estas ruinas, que son un solar histórico, la visita del lugar tiene el atractivo adicional de las panorámicas que ofrece. Desde el alcázar tenemos la mejor vista de Nájera.
Como ciudad de frontera parece proteger su espalda apoyando su caserío en los cortados rocosos que rodean la ciudad por su flanco oeste.

Fuente: Arte, Historia y curiosidades, Julio Asunción.

Las Cuevas de Nájera
Durante los dos últimos siglos las cuevas de El Castillo, también denominadas de El Fuerte, han servido de cuartel carlista, de corral de ovejas, de champiñonera, de vivienda de vagabundos, e incluso de palomar. Sólamente a partir de 1973 comenzaron a ser tratadas con la dignidad y el respeto que se merecen, cuando la asociación de Amigos de la Historia Najerillense procedieron a su limpieza y a dotarlas de barandillas, de escaleras metálicas, y de una puerta, con el fin de hacer más fácil el acceso y la visita, tanto de profesionales de la investigación, como de cualquier otro tipo de personas.

Las Cuevas de Nájera se han vuelto a abrir al público después de 30 años de su cierre, sumándose a los atractivos turísticos de la población.
Se han realizado obras de estabilización del talud y colocación de barandillas y nuevas escaleras.
Además se han completado trabajos de excavación arqueológica y tareas de limpieza de las cuevas.

Las cuevas se localizan a más de 14 metros de la base del cortado, alcanzando algunas los 45 metros. La mayoría se ubican entre los 18 y los 30 metros de altura. El acceso a las bocas resulta muy complicado y por ello sólo 50 de ellas han sido visitadas y reutilizadas durante el siglo XX.

La localización en altura proporciona seguridad defensiva, facilita la vigilancia, elimina la humedad, garantiza una buena ventilación del interior y evita la intrusión de roedores y otras especies dañinas. Estas ventajas superan los inconvenientes relacionados con el acceso. Este se producía aprovechando estrechas cornisas de roca, actualmente desaparecidas, mediante pasos volados de madera anclados a la pared, cuyos mechinales son todavía perceptibles, y con cuerdas o escalas colgadas de vigas de madera encajadas en los costados de las ventanas y de los que se conservan varios ejemplares.

Fuente: iMuntanya.