Cerro del Telégrafo. Moralzarzal. Disfrutando con los 5 sentidos.

A media mañana, con sol de justicia y 37º me aventuro en una nueva subida al Telégrafo de Cabeza Mediana.

Es la primera vez que subo y no me cruzo con nadie en todo el camino, ni subiendo ni bajando. Lo cuál me permitió encontrarme conmigo mismo y con la naturaleza, en simbiosis.

Ya en las primeras rampas me envuelvo en las distintas fragancias del pinar seco. ¡Que olor!, quién pudiera meterlo en un tarro y llevárselo a casa.

Esta vez no viene a saludarme ni el corzo, ni la oropéndola, estarían al cobijo de algún lugar fresco. Tan sólo veo a los conejos y rabilargos de constumbre y algunas mariposas hechiceras, una en concreto me acompaña con su vuelo en paralelo y dándome aliento para superar las 5 revueltas.

En las últimas rampas los zarzales se abren a mi paso y me tientan con sus grandes moras negras y brillantes.

Llego a la cima a las 2 de la tarde, y me resguardo a la sombra de la cara norte del edificio del telégrafo. Me uno al silencio y la soledad del lugar. No querría marcharme de alli tan rápido, pero me esperan en casa los peques, e inicio el descenso sorteando los azafranes silvestres* que siempre están allí.

Me lo tomo con cierta calma y hago una parada para ver Navacerrada con los Siete Picos al fondo.

También paro en la curva de la Bardaguera, y dedico unos minutos a escuchar el murmullo de los pinos, que me dicen " vuelveeeee prontooo con Iváaaan y Daviiiiid."

Metros más abajo me detengo en la fuente del Retén, que aún exprime sus últimas gotas. Gotas que me permiten saciar mi sed y llenar la cantimplora mientras me doy un festín de orondas y deliciosas moras en su momento más dulce.

Continúo y confirmo que la fuente de la curva del Vivero ya lo dio todo, y está totalmente seca.

Termino la salida rodeando la ladera de Becerril, por un camino en el que hay que desmontar unas cuantas veces para no arriesgarse a una caida, pero que vale la pena transitar.

Me despido hasta la próxima !!!
No lo olvideis, la vida está ahí fuera, en la Naturaleza.


* El azafrán silvestre, también llamado despachapastores, flor de otoño, mataperros, quitameriendas, etc. Toda la planta es fuertemente tóxica por contener un potente alcaloide, la colchicina.