Cabo Negro (Martileños y el pinchazo de Munir)
near Hay Slaoui, Tanger-Tetouan-Al Hoceima (Morocco)
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Trail photos
Itinerary description
Diez y media de la mañana con todas las tareas hechas, a saber: cucharada de cúrcuma, pizca de pimienta negra y un poco de miel, todo junto y revuelto en un vaso de agua templada que me eché al gaznate. Miro la bici y toco sus blandas ruedas, esto hay que inflarlo, pero antes habrá que reponer fuerzas con un desayuno en el Telecafé, como así sucedió. Vaso grande de zumo de naranja, café, huevo aplastado entre el pan y diez aceitunas negras, sin faltar.
Un poco después ya estaba yo equipado, montado en la bici y con dirección a la gasolinera en donde pudieron inflar las decadentes ruedas y hete aquí, que por allí aparece Daniel; ya somos dos, y al rato llegó el que faltaba: Munir.
Nous sommes trois, et pourtant on y va. Así que Daniel coge la delantera en la tremenda bajada del Glamour que hasta llegar a la rotonda se hace en un plis. Ya estamos en la rotonda y en la acera pero…pobre de mí, no fui capaz de encontrar el mecanismo de subir y bajar piñones, no veía yo la palanquita de marras, de manera que se fugaron y llegaron a la Gare.
A partir de aquí esquivamos coches de la carretera y gentes de las aceras y dale que te dale nos encajamos en el Marjan, que no es poca cosa. Un poco después, un grupo de ciclistas de rueda estrecha nos adelantó con soberbia sabatina. A partir de aquí, todo fue un leve ascenso hasta llegar a la rotonda del Meridiana. Girar a la derecha y enfilar hacia Cabo Negro parecía poca cosa, pero déjate que las fuerzas menguaban y el huevo bildi, digo, estaba en el zancajo. No obstante nadie echó pie a tierra y conseguimos llegar a la rotonda de Cabo Negro en donde un grupo numeroso de ciclistas martileños estaban haciendo una ruta. Llegamos, que si hola, que de dónde, que unas fotos, que hacía dónde…el caso es que nos unimos y bajamos con ellos hasta Martil aunque antes de llegar Munir pinchó, vamos, la rueda de la bici de Munir y después de varios ofrecimientos decidió que el pinchazo se lo arreglarían cerca de allí; como así sucedió. El resto enfilamos por una carretera más ancha que un lunático hacia Martil, a donde llegamos con las fuerzas menguantes, todavía nos quedaba la ruta hasta Tetuán. Y tú, vaya carretera con ese tráfico infernal, íbamos por el arcén (con coches parados), por eso la próxima vez será mejor no arriesgar y tomar el carril bici de la izquierda, aunque haya que bajar varias veces. Ta, ta, ta, seguimos hasta la rotonda que desahoga el tráfico y va a parar detrás de la Renault, lo demás lo hicimos como a la ida, sorteando peatones y a velocidad regular hasta que por fin llegamos a la cuesta del Glamour, y quién de entre los mortales, después de fundir cúrcuma, miel y desayuno tiene huevos domésticos para subirla. No, el Gólgota no es para nosotros, así que pie a tierra, bici adelante y dale hasta arriba. Hola Salwa. Y allí llegamos, a la comisaría, y allí nos encontramos con Munir que había arreglado el pinchazo. Más adelante, algunos alumnos ociosos, sentados enfrente del Pilar, nos miraron. Ah profe, de dónde venís y yo señalé con mi dedo a las alturas, al Gorgues y después me agarré el muslo, de allí, estas piernas…pero ellos sonreían vacilones.
Cuarenta y siete kilómetros después y tres horas más tardes, todo terminó.
Un poco después ya estaba yo equipado, montado en la bici y con dirección a la gasolinera en donde pudieron inflar las decadentes ruedas y hete aquí, que por allí aparece Daniel; ya somos dos, y al rato llegó el que faltaba: Munir.
Nous sommes trois, et pourtant on y va. Así que Daniel coge la delantera en la tremenda bajada del Glamour que hasta llegar a la rotonda se hace en un plis. Ya estamos en la rotonda y en la acera pero…pobre de mí, no fui capaz de encontrar el mecanismo de subir y bajar piñones, no veía yo la palanquita de marras, de manera que se fugaron y llegaron a la Gare.
A partir de aquí esquivamos coches de la carretera y gentes de las aceras y dale que te dale nos encajamos en el Marjan, que no es poca cosa. Un poco después, un grupo de ciclistas de rueda estrecha nos adelantó con soberbia sabatina. A partir de aquí, todo fue un leve ascenso hasta llegar a la rotonda del Meridiana. Girar a la derecha y enfilar hacia Cabo Negro parecía poca cosa, pero déjate que las fuerzas menguaban y el huevo bildi, digo, estaba en el zancajo. No obstante nadie echó pie a tierra y conseguimos llegar a la rotonda de Cabo Negro en donde un grupo numeroso de ciclistas martileños estaban haciendo una ruta. Llegamos, que si hola, que de dónde, que unas fotos, que hacía dónde…el caso es que nos unimos y bajamos con ellos hasta Martil aunque antes de llegar Munir pinchó, vamos, la rueda de la bici de Munir y después de varios ofrecimientos decidió que el pinchazo se lo arreglarían cerca de allí; como así sucedió. El resto enfilamos por una carretera más ancha que un lunático hacia Martil, a donde llegamos con las fuerzas menguantes, todavía nos quedaba la ruta hasta Tetuán. Y tú, vaya carretera con ese tráfico infernal, íbamos por el arcén (con coches parados), por eso la próxima vez será mejor no arriesgar y tomar el carril bici de la izquierda, aunque haya que bajar varias veces. Ta, ta, ta, seguimos hasta la rotonda que desahoga el tráfico y va a parar detrás de la Renault, lo demás lo hicimos como a la ida, sorteando peatones y a velocidad regular hasta que por fin llegamos a la cuesta del Glamour, y quién de entre los mortales, después de fundir cúrcuma, miel y desayuno tiene huevos domésticos para subirla. No, el Gólgota no es para nosotros, así que pie a tierra, bici adelante y dale hasta arriba. Hola Salwa. Y allí llegamos, a la comisaría, y allí nos encontramos con Munir que había arreglado el pinchazo. Más adelante, algunos alumnos ociosos, sentados enfrente del Pilar, nos miraron. Ah profe, de dónde venís y yo señalé con mi dedo a las alturas, al Gorgues y después me agarré el muslo, de allí, estas piernas…pero ellos sonreían vacilones.
Cuarenta y siete kilómetros después y tres horas más tardes, todo terminó.
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