Travesía Macizo de Líbar (P.N. Sierra de Grazalema)

Amplio trazado circular que nos permitirá recorrer la dorsal oriental del Macizo de Líbar en una jornada, tomando como punto de partida y final las calles del pueblo serrano de Montejaque.

Nos movemos sobre las estribaciones malagueñas del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, recorriendo de norte a sur la Sierra de Juan Diego, la Sierra del Palo y Sierra Blanquilla, desde esta última podríamos estirar el camino hasta el cercano pueblo de Cortes de la Frontera y dibujar un trayecto lineal con la opción de disponer de dos vehículos.

Anotamos a nuestro paso las distintas cotas y puertos que nos salen al paso en nuestra quebrada travesía, donde al perfil aserrado de desniveles tendremos que sumarle el implacable terreno calizo que se extiende por estas sierras.
Con ello sumaremos los hitos del pico Ventana 1.298m en la Sierra de Juan Diego, el Peñón de la Zahibe 1.208m, Tunio 1.327m y Palo 1.400 en la Sierra del Palo, y el pico Martín Gil 1.395m en Sierra Blanquilla.

En mi caso, al caminar en esta ocasión el solitario, me decido por la opción de volver inmerso en los pasos de la Gran Senda de Málaga desde el Puerto de Líbar hasta Montejaque, compartiendo tramos de agradable senda bajo las verticales del Peñón de Líbar y el infinito camino que comparten los Llanos de Líbar y del Pozuelo.

OBSERVACIONES.

La travesía de las sierras de Líbar se realiza sin senda definida, enlazando a lo sumo escasos tramos de vereda y trazas de ganado, pero siendo en su mayor parte una avance fuera de pista, campo a través improvisado por un mar de roca caliza.

Durante el cierre por la Gran Senda de Málaga, tras la portilla que da acceso al perímetro del Cortijo de Líbar, ésta debería rodear toda la finca por el flanco del Puerto del Correo a nuestra izquierda y enlazar al otro lado del cortijo en la recta hacia el Refugio de Líbar.
En mi caso, para evitar el rodeo asumo el paso directo por el camino que cruza el cortijo en línea recta sin objeciones, pero las indicaciones nos animan a cumplir con el trazado establecido..


Marco mi punto de partida en la entrada a Montejaque, justo donde apartaré mis pasos hacia el Camino de Líbar por la ronda alta que esquiva la parte alta del pueblo hasta la encrucijada de caminos que se adentran en la sierra.
A mi derecha se levantan los tajos del Monte Hacho, al frente comienza a dibujarse con las primeras luces el canchal y torcalillos de mi primer objetivo, la Sierra de Juan Diego.

En la encrucijada doy la espalda al pueblo y marco rumbo a Líbar, pero no durarán mucho las comodidades del camino, a primeras de cambio me olvido de tierra firme durante unas horas y me adentro en la sierra por el marcado acceso de los Canchuelos. Pasada la cancelilla, una de tantas otras que me encontraré en nuestro camino, como algún que otro paso de valla sin complicaciones, y continúo dirección sur enlazando amables trazas de ganado.

Aquí me encuentro infinidad de opciones de remontar la sierra, ya sea pegado a los torcales que encierran a la cañada de los Lagunajos, metido en el tapiz de su vaguada o, como en mi caso, repartir el ascenso escorado algo a la izquierda de la cañada.
Al principio me parecía una buena opción, pero las escurridizas trazas de ganada acaban por esfumarse y tendré que salvar un trecho incómodo hasta retomar la vía más llevadera por el centro de la vaguada. Aunque todo sea dicho, aquí da igual el camino a elegir, no difiere mucho el caminar de un lado u otro.

Tras salvar una valla que intercede en nuestro ascenso, alargo por fin los pasos en unos llanetes que anteceden a los metros finales de subida. Ahora declino el ascenso hacia los tajos de levante, ganando con alguna trepada el vértice geodésico del pico Ventana (Sierra de Juan Diego).

Por fin gano las enormes vistas que ofrece cualquiera de las cumbres orientales del parque natural, dominando en todo momento hacia levante el amplio valle del río Guadiaro, la línea de horizonte formada por la Sierra de las Nieves y Sierra Bermeja, sumando al sur las siluetas de Sierra Crestellina, el Hacho de Gaucín y el Peñón de Benalauría.
Vistas que se repiten a lo largo de la travesía aérea.

A mi derecha ya se abre el amplio polje del Llano del Pozuelo y las estribaciones occidentales del Macizo de Líbar, desde la Sierra de Montalate al Puntal de la Raya.

En nuestro rumbo ya diviso buena parte del camino que me espera en la mañana, limitando el panorama hasta la Sierra del Palo, aún tendré que esperar largo rato para vislumbrar mi último objetivo y punto de retorno.
Dejo atrás la cumbre del ventana por su flanco sur, nos deshacemos del espolón por su umbría, descendiendo hacia un pequeño collado de referencia que antecede al Tajo de los Pajarones

Tras virar enfrento el descenso cara al Llano del Pozuelo, una estirada rampa terriza me hace perder altura rápidamente para bordear los tajos.
Al encuentro de una nueva valla, giro de nuevo a nuestra izquierda sin cruzar el vallado y me muevo a media ladera a la búsqueda de la senda del Puerto del Llano del Pozuelo.

Piso el agradable tapiz del collado en nuestro paso a la Sierra del Palo, dejando de lado la senda del puerto y enlazando en unos metros con una clara vereda que nos lleva hacia el Puerto de la Cufría por la solana del cerro que nos separa.
Durante el marcado trayecto me toparé con una pequeña cavidad, Cueva Terriza a faldas del cerro, lugar desde el que un corto descenso me hace cruzar nuestro paso sobre la senda del Puerto de la Cufría y continuar rumbo sur hasta un pequeño llano que tomo como referencia para el ascenso ala Zahibe.

Vuelvo a modo fuera de pista, esta ves sin atisbo de traza alguna durante el ascenso por la divisoria de Monte Prieto y el Canchal Negro.
En los metros finales, apresado por el peculiar paisaje de las faldas del Canchal Negro y el verde tapiz primaveral de la sierra, me interno unos metros por su laberinto calizo hasta tocar techo junto al Peñón de la Zahibe y la Pinza del Cangrejo en el collado que separa ambos cerros.

Acorto distancias visuales con el resto de cumbres de la Sierra Del Palo, pasos que tendrán que esperar mientras merodeo por la zona y localizo el escondido manantial del Pilón de la Zahibe.
Ahora si, vuelvo a la marcha, ganando terreno por la dorsal de la sierra encarados ya a la enorme polje del Llano de Líbar. Me pego al vallado, donde resulta más cómo el avance, y una vez me sitúo bajo los peñones del Tunio aprovecho el verdor de una diagonal que me ayuda a situarme sobre la cota del Tunio.

Por la configuración de la ruta, dejaré la visita detallada a sus torcalillos y peñones para otra ocasión, limitándome a su travesía lógica junto a las pilas y el ineludible perfil del Tunio. Tendré que salvar una nueva valla bajo el peñón para continuar hacia las pilas, marcando desde aquí una visual del recorrido que haré hasta la cumbre del Palo.

El tránsito hacia la base del Palo es relativamente cómoda, bajando levemente hasta un pequeño llano que dejaré a mi izquierda. Desde aquí ya tengo claro el ascenso por su flanco norte, intentando encauzar la subida por las franjas de tapiz verde a fin de acomodar al avance en lo posible.
Con algunos tramos de lapiaz y dando por buena la vía de subida, pronto alcanzo el último trecho ya con el vértice geodésico del Palo a escasos metros y en el punto de mira.
De nuevo completo las enormes vistas que nos ofrece el techo del Macizo de Líbar, ahora si con las cumbres anotadas al norte y el resto de la cordal que me queda al sur.

Por delante me queda quizás el tramo más ajetreado, el descenso por el implacable lapiaz que vuelca desde el Palo hacia el Puerto del Pozo del Gastor, nexo de unión con mi último objetivo en Sierra Blanquilla.

Alcanzo la divisoria del puerto junto a un nuevo vallado, unos metros a mi derecha me parece distinguir una portilla evitando el obligado salto de valla.
Ya al otro lado, flanqueo el cerrillo a media ladera aprovechando un plano tapizado bajo la pequeña arista. La mirada atrás hacia la rampa del Palo confirma el arduo descenso.
Finalizo el flanqueo con otro paso de valla y me aproximo a la entrada norte de Sierra Blanquilla. Un pequeño llano me sirve de referencia para el viraje y salvando unos metros de matorral enfilo el ascenso.

De primeras no se distingue un acceso claro, hay que adivinar una esquiva senda que se cuela entre rocas en un primer envite de subida, senda que se abre unos metros más arriba hacia la rampa que encara la cumbre.
El ascenso resulta evidente y no tardo demasiado en situarme junto al hito de cumbre del Martín Gil. Además de sumar las vistas a lo recorrido y al inmenso Llano de Líbar, ahora me quedo con la visual de la dorsal de Sierra Blanquilla que aún me queda por recorrer.

Reanudo el paso sobre la dorsal, un lapiaz sin tregua pero por el que puedo avanzar de forma moderada, enlazando sobre cota los dos cerros que dibuja la sierra desde su cumbre.
Será en la aproximación al tercer cerrillo cuando decido escorarme a la izquierda, mi idea es alcanzar el llano que llevo tiempo viendo durante los último metros de descenso.

Una vez en el llano me acerco al collado, sesgado por una nueva valla y donde se encuentra la boca de una sima. Aquí tengo dos opciones para finalizar la travesía en el
Camino de Líbar, bordear el último cerro o terminar con las vistas desde esta última atalaya, me decido por sobrepasar el pequeño morrón.

El ascenso es rápido y con una pequeña trepada antes de cumbre, las vistas magníficas sobre el Peñón de Líbar, pero el descenso resulta más complejo de lo esperado. Trecho calizo bastante vertical donde tendré que destrepar varios bloques e ir buscando continuamente la mejor opción para salir al otro lado.
Completo el descenso por la ladera opuesta, encontrando una traza más o menos clara en los metros finales hacia el camino.

Doy por finaliza la travesía caliza y comienzo al forzoso camino de vuelta, para el cierre tomo como base la Gran Senda de Málaga en su tramo entre Cortes de la Frontera y Montejaque.
Frente a la cancela del Camino de Líbar, un panel nos indica la entrada al sendero unos metros más abajo, lugar donde una cancela nos permite enfilar la vereda hacia el llano. Bonita senda que desfila entre la umbría de Sierra Blanquilla y el Peñón de Ronda.

La senda se une más adelante al Camino de Líbar y a la encrucijada con vistas al Cortijo de Edmundo. Obvio el giro del camino hacia el cortijo, que también me valdría como recorrido de retorno y hago caso a las balizas que me marcan la senda.
Ésta se dibuja paralela a la dorsal de Sierra Blanquilla hasta que encuentra el pasillo práctico para acercarse al verde tapiz del Llano de Líbar.

La vuelta se simplifica notablemente una vez se pisa el terrizo del Camino de Líbar y se deja atrás el Cortijo de Líbar. Solo hay que tener en cuenta las indicaciones de la senda, que nos anima a dar un rodeo por el perímetro del llano en dirección al Puerto del Correo, aunque en mi caso declino la senda a favor del trazo recto por el camino hacia el cortijo y enlazar de nuevo con la gran Senda al otro lado.
En el extremo opuesto hay que buscar una portilla unos metros a la izquierda, cerrada con candado obliga a un nuevo salto para unirnos a la senda balizada de Líbar.

Sólo resta la tirada larga hacia Montejaque, pasando primero junto al Refugio de Líbar, recorriendo el Llano del Pozuelo y entrando a Montejaque por el barrio alto, dando por finalizada la exigente travesía.

Nos vemos en las montañas.

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