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Baquedano-Baquedano (circular)

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Trail stats

Distance
36.82 mi
Elevation gain
2,625 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
2,625 ft
Max elevation
3,366 ft
TrailRank 
46
Min elevation
1,685 ft
Trail type
Loop
Moving time
3 hours 20 minutes
Time
4 hours 55 minutes
Coordinates
7970
Uploaded
September 18, 2018
Recorded
September 2018
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near Baquedano, Navarra (España)

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Itinerary description

Baquedano- Zudaire-alto de Urbasa-Sierra de Entzia (huellas del tornado)- Alto de Opakua- Larraona-Zudaire-Baquedano (baño en el Urederra).

Waypoints

PictographPhoto Altitude 4,247 ft
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Balcón de Urbasa

PictographPhoto Altitude 4,466 ft
Photo ofSierra Entzia (información sobre el tornado) Photo ofSierra Entzia (información sobre el tornado) Photo ofSierra Entzia (información sobre el tornado)

Sierra Entzia (información sobre el tornado)

"pedruscos" que impiden el paso de coches en la divisoria de Alava y Navarra. MARÍA JOSÉ PÉREZLunes, 9 julio 2018 (artículo periodístico) El tornado que azotó el pasado miércoles a la Sierra de Entzia tuvo un efecto devastador. Arrasó, al menos, 72 hectáreas de hayedo, en un perímetro de 11 kilómetros con zonas en las que la banda afectada llega a tener 200 metros de anchura. Son los datos obtenidos en el reconocimiento terrestre realizado por los técnicos del servicio de Montes de la Diputación. Pero no son aún los definitivos. Podría ser peor, porque falta la inspección aérea. Hoy volverán al lugar provistos con un dron para realizar ese examen a vista de pájaro que permitirá determinar si hay otros posibles focos ocultos, que de existir, tendrían una dimensión menor. Las imágenes tomadas desde el aire son clarificadoras. Y ya existen, capturadas por particulares. Este fin se semana, fueron muchos los que fotografiaron los frondosos árboles que yacían arrancados de cuajo; también quienes grabaron un vídeo. El del técnico forestal Imanol Gago recorre la zona y muestra los daños causados por el segundo tornado oficial que se registra en Euskadi. El anterior fue en Izki en 2014. El análisis aéreo que efectuarán esta mañana los técnicos forales permitirá completar el informe con todas las estimaciones periciales, imprescindibles para determinar el aprovechamiento de la madera y las actuaciones futuras. Son estos especialistas de Montes y los guardas forestales los que determinan cuándo y como se realizan esos aprovechamientos que, en este caso, requiere actuar con urgencia, «antes de que se pudra la madera», recuerda Begoña Martínez, gerente de la Parzonería de Entzia e Iturrieta. A medio y largo plazo Aunque ese es ahora el asunto que más apremia, no es el único. «Hay que tener pensado lo que se va a hacer a medio y largo plazo» de cara a la recuperación del hayedo. «Habrá que implementar medidas», indica Martínez. Por ejemplo, a la derecha de la pista que sube a Legaire -el tornado 'barrió' superficie a ambos márgenes- hay un cierre forestal, «pero a la izquierda no, por lo que habrá que hacerlo para que no entre el ganado» porque si lo hace cuando se renaturalice la zona, impediría su crecimiento. También deberá estar decidido, entre otras cosas, cómo se realiza la plantación de una especie «muy sensible» como son las hayas. Cómo se formó el devastador tornado que arrasó un hayedo en la sierra de Entzia El tornado derribó cientos de árboles en la zona de Legaire, en la sierra alavesa de Entzia. / JESÚS ANDRADE Un remolino de viento superior a los 180 kilómetros por hora, el segundo detectado en Euskadi, se tragó parte del bosque de Legaire en un instante MARÍA JOSÉ PÉREZSábado, 7 julio 2018, 12:52 Devastador. Un tornado, el segundo cuya formación se ha certificado en la historia reciente de Euskadi, se tragó el miércoles 72 hectáreas de hayedo de la Sierra de Entzia, un tesoro natural al Este de Álava, en la muga con Navarra. La imagen que dejó es todavía «impactante». Un frondoso bosque de hayas convertido en un claro. Y ocurrió en apenas unos minutos. Mientras en otros puntos de Álava llovía con intensidad -como pasó en Vitoria- o granizaba -lo que ocurría en la cercana Salvatierra-, un viento huracanado de más de 180 kilómetros por hora arrasó 72 hectáreas de frondoso arbolado. Por fortuna, no había nadie en la zona. Las consecuencias hubieran sido fatales. Si los remolinos fueron capaces de arrancar de cuajo hayas de gran volumen, una persona no hubiera tenido forma de protegerse. «En medio del gran desastre que supone, hay que dar gracias de que no hubiera nadie», se congratulan quienes han visto la zona. Los daños forestales son cuantiosos y los ganaderos temieron lo peor. Sólo respiraron con cierto alivio cuando pudieron comprobar que sus animales no sufrieron daños. El tornado es un fenómeno meteorológico «muy, muy, muy inusual en el País Vasco», insiste José Antonio Aranda, responsable meteorológico de Euskalmet. De hecho, en la historia reciente, solo se ha certificado otro. También ocurrió en Álava, en Bernedo, en junio de 2014, pero la superficie arrasada fue menor. Las 72 hectáreas de terreno que devoró este miércoles están delimitadas por un perímetro de 11 kilómetros, en un área de dos kilómetros de largo y anchuras que en determinados puntos tienen 200 metros. El balance final aún puede ser más desolador. Porque los datos que han obtenido los técnicos forales, que estos días han acudido a evaluar los daños, no son definitivos. El martes tienen previsto realizar una nueva exploración con drones. La Agencia Vasca de Meteorología también sigue trabajando con todos los parámetros disponibles para elaborar el informe final, que no esperan que contradiga sus primeras impresiones. «Está claro que fue un tornado. No hay ninguna duda», afirma Aranda. Lo primero, reabrir el camino El viento alcanzó rachas de más de 180 kilómetros por hora y no es descartable todavía «que pudieran superar los 200». De ahí los efectos. Esa columna de remolinos violentos provocó que 18.000 metros cúbicos de madera estén tirados en el suelo, dejando una imagen más propia del cine que de la realidad alavesa. «Hay que intentar sacarla cuanto antes», indican fuentes de la Diputación, porque se trata de madera de calidad que se pudrirá si no se le da salida este verano. Lo más probable es que sea necesario «habilitar un aprovechamiento extraordinario», plantea Begoña Martínez, gerente de la Parzonería de Entzia e Iturrieta. A la posibilidad de que «se pasme, como dicen los madereros», se une que el hecho de que al permanecer los árboles en la tierra «impiden la regeneración». 00:26 Vídeo. Un hombre fotografía a otro junto a un árbol arrancado. / JESÚS ANDRADE La primera actuación imprescindible ya se llevó a cabo pocas horas después de que el tornado arrasara el terreno y consistió en abrir el paso que había quedado cortado. Los árboles abatidos inutilizaron el camino que da acceso a Legaire, donde el ganado pasta libremente y donde los ganaderos quisieron llegar de inmediato para comprobar si sus animales estaban bien. En principio, no les ha afectado «y tampoco nos han trasladado daños en las chabolas o pequeñas infraestructuras que tienen allí», detalla Martínez. Parece que sólo hay un cobertizo al que le cayeron las ramas de un roble. El tornado se centró en Entzia, pero la tormenta que lo generó se extendió por todo el territorio. «De esa misma se separaron otras», explica Aranda. En Salvatierra y Araia descargó granizo. En Vitoria y Arkaute «llegó con muchísima agua y fuertes vientos». Por eso Álava estaba en alerta naranja. Pero ante un tornado «no se puede hacer nada». Fundamentalmente porque aquí son tan inusuales, la probabilidad de que se produzcan es tan baja, que ni siquiera se dispone de sistemas para detectarlos. Si sucediera como en Estados Unidos, donde se superan los mil cada año, «también tendríamos sistemas de alerta». Pero ése no es el caso. Entzia, el bosque tenebroso La Vía Láctea desde las campas de Legaire. / ALFREDO RUIZ Recorrido por un misterioso hayedo centenario con vuelta a Opakua por el borde de la sierra La sierra de Entzia y los montes de Iturrieta forman una altiplanicie caliza que cae vertiginosa sobre la Llanada alavesa. Aparece cubierta por extensos hayedos y cerrados robledales sólo rotos por los rasos, amplias extensiones deforestadas donde pastan grandes rebaños de ovejas y manadas de vacas y caballos. Alberga una gran variedad de fauna y flora. Las setas brotan en cantidad y calidad, aunque su recogida está acotada. Los orígenes de su poblamiento se remontan a la Prehistoria -hace 5.000 años- como lo recuerdan los restos megalíticos dispersos por su superficie. La sierra fue mucho más amplia, de hecho hasta el año 1843 Encía era el nombre primitivo del conjunto geográfico que va del puerto de Lizarraga, en Navarra, al de Opakua, en Álava. Pleitos y disputas sangrientas sobre pastos y bosques obligaron a construir un enorme muro de piedra para separar Entzia de lo que ahora se llama Urbasa. Una de las razones de que bosques, praderas, caminos y fuentes se hayan preservado hasta la fecha hay que buscarla en su división en parzonerías, modelos de gestión de los aprovechamientos comunales basados en la propiedad compartida de los montes. Ninguno de los pueblos alaveses que las integran posee una parte física del territorio, pero todos lo utilizan de una manera razonada. A pesar de su origen ancestral, ha demostrado ser válido. Sierra de Entzia, Álava El laberinto de Arno por la charca de Iturbaltz Desde Vitoria tomamos la A-1. Luego A-2128 hasta el puerto de Opakua del que sale a la izquierda la pista asfaltada. Legaire. 9 kilómetros por la pista que viene de Opakua. Este paraíso de los senderistas y montañeros, ideal para caminar horas sin rumbo fijo, no se reduce al bosque. El caminante también encontrará laberintos kársticos, despeñaderos y simas como los Cristinos, Iguaran, Arrasate y la de Las Armas; guaridas de fieras -los lobos aún visitan la sierra- y majadas pastoriles -Legaire y Zezama son las más conocidas-. No podían faltar las ermitas, Santa Teodosia encima del valle de Arana ocupa un enclave espectacular. Y allí, una vez más, un templo cristiano aparece asociado a una construcción prehistórica. El laberinto de Arno Pasear por el bosque de Entzia supone más que un entretenido recorrido entre hayas y boj emergentes de una atmósfera tenebrosa, muy del gusto del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich. Bajo la sombra de estos copudos árboles, algunos inmensos, todos centenarios, se ocultan otras sorpresas. Ruinas de barracas militares, estructuras megalíticasolvidadas, simas vertiginosas, nacederos y sumideros de arroyos y laberintos kársticos donde la caliza aparece taladrada en huecos y cavidades y moldeada en monolitos de formas curiosas. En efecto, son varios los laberintos, pero en este rincón de la sierra los más conocidos son los de Arno y Katarri. El primero, el más próximo y fácil de localizar, es el que visitaremos. Arco del Arno, en los laberintos de Entzia. / GONZALO GALLEGO CRESPO Una pista asfaltada, que recorre los rasos, parte a mano derecha una vez pasado el puerto de Opakua. Al principio está bacheada. Tras un par de kilómetros de marcha accedemos al aparcamiento que en los mapas llaman Mezkia, pero es conocido como el de 'Los alemanes', por el grupo de ingenieros teutones que en los años 60 del pasado siglo buscó -sin éxito- petróleo en la sierra. Del aparcamiento una senda ancha rebasa una puerta y recorre un bosque de alerces y pino insignis hasta la charca de Iturbaltz, pequeño embalse rodeado de árboles que parece natural y tiene un alto valor ecológico, puesto que, además de las vacas y los corzos, lo aprovechan las aves de paso para descansar en sus migraciones. De la cola del embalse sube un sendero pisado y señalizado con hitos que se adentra en el hayedo con ejemplares altos, de tronco recto, que requieren una vida humana para alcanzar su madurez. También árboles retorcidos y mellados por los años y el hacha del carbonero. Entre unos y otros, plantones jóvenes medran entre hayucos de otoños pasados. El bosque nos envuelve. Humedad y hojarasca. El silencio es sepulcral. Los pájaros se reducen a currucas, carboneros, mirlos oportunistas y cuervos que avisan de nuestra presencia con graznidos. Iturbaltz atesora un gran valor ecológico. / CRISTINA ORTIZ DE GUZMÁN CELORRIO Se toma una pista más pisada que cruza y caminamos hacia la derecha entre hayas que ahora se mezclan con robles, fresnos, abedules y grandes helechos para alcanzar el puerto de Bikuña. Los diferentes monolitos que conforman el laberinto de Arno se reparten por los alrededores. Dicen que uno parece un elefante y otro -un arco rodeado de orificios- que es el más original. Para dejar volar a la imaginación. El GPS nos será de gran ayuda tanto en este paraje como en todos los anteriores en los que es fácil desorientarse. De Bikuña, si atendemos a un poste indicador del GR-120 y tomamos la derecha, es posible ir a las chabolas de Legaire y sus dólmenes. Podemos regresar a Iturbaltz en un tranquilo 'wanderung' (excursión a pie) y de allí al coche. Pero también existe la opción de prolongar la marcha. Por la izquierda una senda fácil de seguir y señalizada como GR-120 continúa hasta Opakua. Bordea el cantil con unas vistas excelentes sobre La Llanada. Vamos entre el hayedo y el abismo por un tobogán de alturas por las cimas de Txumarregui, Zalanportillo y la Peña Roja, coronada de hayas y con buzón colocado por la Fundación Mejora, antes de descender al puerto de Okariz. De Okariz bajamos hacia el Sur al raso de Zezama. Una vez en la pista sólo queda regresar al aparcamiento de 'Los alemanes'. Rasos de Legaire Otro de los parajes mágicos de Entzia son los rasos de Legaire. En una amplia pradera, colindante con la vecina Urbasa, protegida del viento Norte por los montes Ballo, Mirutegui y Surbe y enmarcada por un hermoso hayedo adehesado, se encuentra la mayor concentración de megalitos de la sierra y de Álava. Se cree que están relacionados con el pastoreo y la trashumancia, actividad que según los arqueólogos comenzó en la zona 5.000 años A. C. y que ha pervivido hasta el presente. Aún ahora los pastores alaveses suben a repetir el rito en las majadas de verano. Las vacas se adueñan de una carretera de Iturrieta. / DAVID AGUILAR El acceso a Legaire es sencillo. Del puerto de Opakua basta con seguir la pista, a la izquierda, que entra en la sierra. Tras pasar el raso de Itaida -con un refugio- se llega al raso de Igorita, donde se aparca el coche en un recodo de la ruta. La pista a la izquierda continúa hacia Legaire, con otro aparcamiento. Merece la pena empezar de abajo. Por delante hay dos kilómetros de ligera subida a través de una pista de grava que cruza un hayedo despejado, fácil de explorar. Los endrinos, acebos y rosales bordean la ruta y baja cristalino el arroyo Legaire, que luego desaparece en un sumidero. El raso de Legaire se extiende como amplia pradera de hierba corta y verde donde el pastoreo intensivo ha eliminado el bosque. Llama la atención la cantidad de grandes hayas secas dispersas, que según dicen los pastores y pudiera ser verdad, al estar solitarias son fácil presa de los rayos. Un gran panel informativo de casi todo, incluyendo los megalitos -dólmenes, túmulos y crómlech y de los menhires que se agrupan en la zona. Casi todos troceados y tumbados, aparecen junto a senderos y portillos, paso habitual de los pastores. El más conocido es el menhir de Akarte, localizado por el padre Barandiarán en el año 1919 y cuya parte visible mide 3,80 metros, convirtiéndolo en uno de los más grandes de Euskadi. Estos menhires y otros monumentos prehistóricos se pueden seguir en una ruta señalizada por terreno cómodo. Son testigos mudos de unos hombres que poblaron la sierra hace 5.000 años pero realmente se desconoce a ciencia cierta si tuvieron alguna relación con el pastoreo. La pista que cruza el raso conduce hacia la izquierda a las chabolas y pasamos junto a una fuente, una de las pocas en la sierra. Las bordas son muchas, todas modestas. Unas en uso y otras maltrechas, rodeadas de botellas, latas roñadas y zarzas. Tampoco se ven pastores. Las pistas y los todoterrenos permiten subir a la sierra en poco tiempo. Entre las bordas crecen fresnos, árbol caducifolio también longevo con cuyas ramas se alimentaba al ganado. Hasta hace pocos años guardaban los quesos que elaboraba cada pastor y que eran toda su fortuna. Del aparcamiento es fácil subir al cercano portillo de Andoin (10 minutos) con ligera cuesta para contemplar el hayedo que también cubre la ladera norteña de Entzia. Descendemos al aparcamiento de Igorita por la pista de subida. Y lo haremos a paso rápido, porque el sol cae rápido y a estas alturas hace mucho frío.

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Photo ofSierra de Entzia Photo ofSierra de Entzia

Sierra de Entzia

Efecto del tornado.

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Photo ofInformación del parque megalítico de Lagaire Photo ofInformación del parque megalítico de Lagaire

Información del parque megalítico de Lagaire

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Photo ofLegaire

Legaire

PictographPhoto Altitude 4,637 ft
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Alto de Opakua

PictographPhoto Altitude 3,483 ft
Photo ofcarretera NA-718 Photo ofcarretera NA-718

carretera NA-718

PictographPhoto Altitude 3,028 ft
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Urederra en Baquedano, 'poza de Kike'

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