Badajoz ( a 0.86 céntimos el kilo)

En el cruce de San Francisco con San Rafael y pegado a la carretera había un apelotonamiento de coches (también alguna fragoneta, allá te vea el payo) Voy, me acerco y era un lugar de recogida de aceitunas.
— ¿A cómo está el kilo?
— ¿El kilo? —me mira uno que parecía cincuentón padecío, de no más de treinta y cinco —a 0,86 céntimos lo están pagado.
Otro que oyó la pregunta interviene:
—La semana pasada la han pagado a 1,05.
—Pero el aceite no baja —intervengo yo.
— Sí, por los cojones —responde el cincuentón padecío— va a bajar. A quince euros se va a poner.
— ¿A quince euros? —Me sorprendo yo— pues este año hay aceituna…
—Claro que hay, pa reventá, vamos yo no he visto nunca el olivar de mi padre como este año.
Esta respuesta me confirma que es treintañero con padecimientos progresivos. Eso de doblar el espinazo, estar a la intemperie y desayunarse un par de cervezas con chorizo a las diez treinta, pienso yo, eso te hace un aventajado, te echa algún tiempo encima.
—Eso es la especulación —lo azuzo.
—Claro, claro. —Se anima—, aquí hay algo escondío. De manera que pagan a 0.86 céntimos y el litro está a diez euros. Me cago en la puta.
Un tercero, desgarbado y metido en un mono marrón, que había permanecido más callado que el tercer cajón de una cómoda de pueblo, se decide a meter baza.
—Je. Eso es como el coche eléctrico
Para que luego algunos listillos digan que no hay relación entre el precio de la aceituna y el coche eléctrico. Y siguió:
—Y ahora quieren que compremos coches eléctricos. La puta que los parió. Ellos como tienen buenos sueldos no los verás en coche eléctrico, van en los audis, nos ha jodío.
-Claro, claro —la conversación comenzó a animarse pero yo comenzaba a enfriarme, de manera que me despedí y seguí la ruta.
El aceite se va a poner a quince euros, el aceite se va a poner a quince euros, el aceite se va a poner a quince euros…
Haya salud para diez mil rutas más.