Un alto en Idanha-a-Velha
near Idanha-a-Velha, Castelo Branco (Portugal)
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Trail photos
Itinerary description
Tercera visita imprescindible, junto a Monsanto y Penha García, si recorres esta zona de la Beira Baixa.
La Egitania romana, a orillas del río Ponsul, que después fuera visigoda, musulmana y cristiana, guarda, a día de hoy, vestigios de todas esas culturas. A decir de arqueólogos e historiadores esta pequeña aldea es una desconocida Pompeya en tierras portuguesas. Allí encontramos restos de murallas, puertas, templos, casas e incluso una catedral visigótica reconvertida posteriormente en mezquita musulmana hasta su recuperación por los templarios.
Durante la época romana llegó a convertirse en un núcleo importante al ser paso obligado en la vía que unía Emérita Augusta y Conimbriga. Posteriormente, durante el período visigodo, llegaría a su época de máximo esplendor. Convertida en diócesis cristiana, sus riquezas llegaron incluso a rivalizar con Lisboa.
Fue durante el siglo XV cuando una plaga acabó con el esplendor de la ciudad; los pocos supervivientes fueron los fundadores de Idanha-a-Nova, a apenas unos 20 kms. de distancia.
Junto a las ruinas romanas surge otra curiosa historia, la de la Casa Grande de los Marrocos, una inmensa propiedad compuesta por diversas estancias, patios y dependencias inconclusa a día de hoy.
Su construcción fue ordenada por Antonio Marrocos a mediados del pasado siglo. Al parecer el todopoderoso latifundista se vio herido en su orgullo cuando la novia de uno de sus hijos, llegada de Lisboa, se sintió decepcionada al conocer la casa donde vivían sus futuros suegros. Antonio Marrocos mandó construir entonces una enorme y espectacular hacienda para lo que contrató a un arquitecto italiano y a uno de los más famosos canteros de la zona que durante cerca de 30 años se dedicó a esculpir filigranas en piedra. En 1957 falleció el rico terrateniente sin que llegara a ver acabada su obra. Sus descendientes paralizaron definitivamente los trabajos de conclusión de la hacienda que hoy en día permanece con sus puertas cerradas.
La Egitania romana, a orillas del río Ponsul, que después fuera visigoda, musulmana y cristiana, guarda, a día de hoy, vestigios de todas esas culturas. A decir de arqueólogos e historiadores esta pequeña aldea es una desconocida Pompeya en tierras portuguesas. Allí encontramos restos de murallas, puertas, templos, casas e incluso una catedral visigótica reconvertida posteriormente en mezquita musulmana hasta su recuperación por los templarios.
Durante la época romana llegó a convertirse en un núcleo importante al ser paso obligado en la vía que unía Emérita Augusta y Conimbriga. Posteriormente, durante el período visigodo, llegaría a su época de máximo esplendor. Convertida en diócesis cristiana, sus riquezas llegaron incluso a rivalizar con Lisboa.
Fue durante el siglo XV cuando una plaga acabó con el esplendor de la ciudad; los pocos supervivientes fueron los fundadores de Idanha-a-Nova, a apenas unos 20 kms. de distancia.
Junto a las ruinas romanas surge otra curiosa historia, la de la Casa Grande de los Marrocos, una inmensa propiedad compuesta por diversas estancias, patios y dependencias inconclusa a día de hoy.
Su construcción fue ordenada por Antonio Marrocos a mediados del pasado siglo. Al parecer el todopoderoso latifundista se vio herido en su orgullo cuando la novia de uno de sus hijos, llegada de Lisboa, se sintió decepcionada al conocer la casa donde vivían sus futuros suegros. Antonio Marrocos mandó construir entonces una enorme y espectacular hacienda para lo que contrató a un arquitecto italiano y a uno de los más famosos canteros de la zona que durante cerca de 30 años se dedicó a esculpir filigranas en piedra. En 1957 falleció el rico terrateniente sin que llegara a ver acabada su obra. Sus descendientes paralizaron definitivamente los trabajos de conclusión de la hacienda que hoy en día permanece con sus puertas cerradas.
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