Torcal Antequera amonites
near Villanueva de la Concepción, Andalucía (España)
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Itinerary description
El Torcal de Antequera es un paraje natural de 1171 ha (11,7 km²) situado en el término municipal de Antequera, conocido por las caprichosas formas que los diversos agentes erosivos han ido modelando en sus rocas calizas, constituyendo un destacado ejemplo de paisaje kárstico.
Los ammonites o amonites son unos fósiles de unos animales marinos, llamados ammonoideos, que se expandieron por los mares de la Tierra de hace millones de años, desde hace 400 millones hasta hace 66 millones de años.
Parece que el choque del gran meteorito que acabó con los dinosaurios también influyó en la extinción de estos cefalópodos.
Eran moluscos con tentáculos, parecidos a los actuales nautilus, que tenían una gran concha con una forma caraterística en espiral, que es la marca que vemos hoy en rocas de muchos lugares que antiguamente estaban bajo el mar, como aquí en Málaga.
Y esa concha en forma de espiral es lo que le dió el nombre. Ya que Plinio El Viejo, el gran historiador romano del siglo I, los llamó “ammonis cornus” (cuernos de Ammon), en relación con el dios egipcio Ammon, que se representaba con cabeza de carnero. Y los cuernos del carnero tienen también esta forma en espiral.
Al morir los ammonoideos, sus conchas se depositaban en el suelo marino y, con el tiempo, los sedimientos las iban enterrando, y así se han podido conservar a lo largo de la historia.
Con el choque de las placas tectónicas, el suelo marino se elevó en el sur de la península y formó montañas donde muchos amonites quedaron al descubierto y ahora podemos admirarlos y tocarlos.
Son considerados fósiles guía o de referencia por los paleontólogos, porque ayudan a datar con bastante precisión las rocas en las que se encuentran, y aparecen en amplias zonas del planeta.
Es un viaje a la historia de nuestro planeta. Cada ammonite es una puerta que nos lleva a millones de años atrás.
Los ammonites o amonites son unos fósiles de unos animales marinos, llamados ammonoideos, que se expandieron por los mares de la Tierra de hace millones de años, desde hace 400 millones hasta hace 66 millones de años.
Parece que el choque del gran meteorito que acabó con los dinosaurios también influyó en la extinción de estos cefalópodos.
Eran moluscos con tentáculos, parecidos a los actuales nautilus, que tenían una gran concha con una forma caraterística en espiral, que es la marca que vemos hoy en rocas de muchos lugares que antiguamente estaban bajo el mar, como aquí en Málaga.
Y esa concha en forma de espiral es lo que le dió el nombre. Ya que Plinio El Viejo, el gran historiador romano del siglo I, los llamó “ammonis cornus” (cuernos de Ammon), en relación con el dios egipcio Ammon, que se representaba con cabeza de carnero. Y los cuernos del carnero tienen también esta forma en espiral.
Al morir los ammonoideos, sus conchas se depositaban en el suelo marino y, con el tiempo, los sedimientos las iban enterrando, y así se han podido conservar a lo largo de la historia.
Con el choque de las placas tectónicas, el suelo marino se elevó en el sur de la península y formó montañas donde muchos amonites quedaron al descubierto y ahora podemos admirarlos y tocarlos.
Son considerados fósiles guía o de referencia por los paleontólogos, porque ayudan a datar con bastante precisión las rocas en las que se encuentran, y aparecen en amplias zonas del planeta.
Es un viaje a la historia de nuestro planeta. Cada ammonite es una puerta que nos lleva a millones de años atrás.
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