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HEIM - La Sierra Helada y la Villa romana de l'Albir (ES)

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Author

Trail stats

Distance
4.19 mi
Elevation gain
1,158 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
1,158 ft
Max elevation
302 ft
TrailRank 
59
Min elevation
0 ft
Trail type
Loop
Coordinates
483
Uploaded
July 10, 2020
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near L'Albir, Valencia (España)

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Trail photos

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Itinerary description

La Sierra Helada es un lugar único por su ubicación estratégica, su singularidad geológica y sus microrreservas de flora; unas particularidades que le valieron la declaración de primer Parque Natural marítimo-terrestre de la Comunidad Valenciana y que la convierten en el espacio natural protegido más visitado de la región.
Óptimo para diversas especies de fauna y la flora, este paisaje agreste de barrancos, desniveles, falta de agua o suelos pobres no logró que los humanos se establecieran de forma permanente en la sierra.
A partir del 218 a.C. los romanos empezaron a poblar Hispania. La Villa Romana de l’Albir, situada en el municipio de l’Alfàs del Pi, es uno de los yacimientos arqueológicos donde se han podido conservar evidencias del modo de vida en una propiedad rural durante la última fase del Imperio romano. Las tierras llanas cercanas al mar ofrecían un terreno más propicio para el asentamiento, pero la sierra ofrecía recursos difíciles de ignorar.
El recorrido propuesto sigue el trazado del camino del faro de l’Albir, que ya cuenta con numerosos paneles explicativos de temáticas diversas. En esta ruta, sin embargo, observaremos el entorno desde una nueva perspectiva, deteniéndonos ante algunos elementos del paisaje de la Sierra Helada y comentando utilidades, curiosidades o leyendas que eran conocidos por los romanos hace siglos.
A continuación, visitaremos el Museo al Aire Libre Villa Romana de l’Albir, analizaremos cómo se pudieron aprovechar los recursos de la montaña y comprenderemos mejor la vida de los romanos con la ayuda de las nuevas tecnologías que ofrece el museo.
La ruta tiene casi 7 km de recorrido sobre superficie regular y 92 m de desnivel. El tiempo aproximado es de unas cuatro horas.

Waypoints

PictographWaypoint Altitude 42 ft
Photo ofCamino del Faro Photo ofCamino del Faro Photo ofCamino del Faro

Camino del Faro

El Proyecto HeiM tiene como objetivo realizar rutas activas y saludables. Este es el motivo por el que empezaremos el itinerario al principio de la Calle Camí Vell del Far, para después subir a pie al Parque Natural de la Sierra Helada y recorrer el camino por el que transitaban los romanos.

PictographCar park Altitude 154 ft
Photo ofEntrada Parque Natural Serra Gelada Photo ofEntrada Parque Natural Serra Gelada Photo ofEntrada Parque Natural Serra Gelada

Entrada Parque Natural Serra Gelada

El acceso al parque natural es gratuito. Hay plazas de aparcamiento para quienes decidan comenzar el paseo desde este punto. Las sillas de ruedas eléctricas están autorizadas, así como las bicicletas y vehículos no motorizados. Hay aseos disponibles en el edificio de información, pero no en el interior del parque. Los usuarios disponen de una zona recreativa a la entrada del parque con mesas, bancos y una fuente de agua potable. A lo largo del camino hay bancos y zonas de sombra habilitadas para el descanso. Es posible que algunas plantas desaparezcan temporal o definitivamente de las coordenadas en las que se han ubicado; sin embargo, en todo el parque hay una amplia representación de todas ellas y no será difícil encontrar nuevos ejemplares. Existen algunas aplicaciones de reconocimiento de plantas que resultan útiles para la identificación de las especies. Por último, advertir que algunas propiedades que los romanos atribuían a las plantas no han podido ser avaladas científicamente.

PictographFountain Altitude 168 ft
Photo ofPino carrasco (Pinus halepensis) Photo ofPino carrasco (Pinus halepensis) Photo ofPino carrasco (Pinus halepensis)

Pino carrasco (Pinus halepensis)

Empezamos esta ruta con el árbol más simbólico de esta población: el pino. Aunque los que vemos a la entrada del parque son de reforestación, los pinos eran unos de los árboles más frecuentes del seco litoral Mediterráneo en época romana. Aunque de menor tamaño que los del pino doncel (Pinus pinea), sus piñones también se consumían en tiempos de escasez. El vino "brutia", vino resinado famoso en Grecia y después en Roma, se elaboraba aromatizándolo con resina de pino. Según Plinio y Columela, el de Hispania era particularmente apreciado porque no se avinagraba. La resina obtenida por destilación, conocida como pez griega, se usaba para impermeabilizar. Además, la pez griega formaba parte del "psilothrum" y el "dropax", cremas con las que las romanas se depilaban las axilas y las piernas. El pino fue muy utilizado en los jardines romanos como árbol ornamental y Marcial, el poeta hispano, escribía que no había mayor orgullo para un propietario que un frondoso pinar.

PictographWaypoint Altitude 221 ft
Photo ofUña de gato (Sedum sediforme) Photo ofUña de gato (Sedum sediforme) Photo ofUña de gato (Sedum sediforme)

Uña de gato (Sedum sediforme)

A ambos lados del camino encontramos esta planta crasa que almacena agua en su interior para poder sobrevivir en épocas de sequía. Es una especie subrupícola, es decir, que puede crecer sobre zonas rocosas y con poco sustrato, pero también sobre espartales e incluso muros y tejados. En el folclore valenciano ha quedado la canción: “Què coses més bones / que cria el Senyor: / per dalt les teulades / raïm de pastor”. Los romanos remojaban las semillas de los cereales durante una noche con agua y jugo de uñas de gato antes de plantarlas; así evitaban que las plagas subterráneas royeran las raíces de las espigas ya crecidas. Machacadas o hervidas, las hojas del sedum se utilizaban como emplasto cicatrizante, especialmente para las heridas producidas por hierro o quemaduras. Las hojas se maceraban en vinagre para consumirlas en la comida, y servían para adobar aceitunas. En el litoral norte de Alicante todavía sobrevive la costumbre de escaldar las uvas de pastor, encurtirlas en sal y vinagre, y tomarlas como aperitivo o acompañando ensaladas.

PictographWaypoint Altitude 259 ft
Photo ofCandiles de fraile (Arisarum vulgare) Photo ofCandiles de fraile (Arisarum vulgare)

Candiles de fraile (Arisarum vulgare)

A la derecha del camino se extienden los candiles de fraile, siempre buscando los suelos más fértiles y la sombra de los arbustos o las rocas. Los candiles tienen un olor desagradable y bulbos tóxicos para el ser humano; sin embargo, en tiempos de escasez se cocían y se comían por su fécula. Algunos animales silvestres, como los jabalíes, comen tanto el bulbo como los racimos de bayas que aparecen al final del verano. Los romanos preparaban cataplasmas para curar las úlceras de la piel, cerrar y cicatrizar las fístulas, así como para esterilizar animales.

PictographWaypoint Altitude 316 ft
Photo ofEsparto (Stipa tenacissima) Photo ofEsparto (Stipa tenacissima) Photo ofEsparto (Stipa tenacissima)

Esparto (Stipa tenacissima)

El esparto es una planta gramínea, como el trigo, la cebada o la avena, pero a diferencia de ellas, es perenne y tiene la capacidad de fijar y regenerar suelos esqueléticos. La planta se extiende sobre amplias áreas, formando atochares como el que vemos en la parte baja de la ladera a nuestra derecha. Esta fibra, natural del SE de España y el N de África, ya se utilizaba para elaborar tejidos en la Península Ibérica al menos hace 7.000 años. Cuando los romanos llegaron a Hispania descubrieron las múltiples utilidades del esparto e impulsaron su cultivo, transformación y exportación. Con las hojas de la planta, también llamada atocha, se fabricaban cestos, espuertas, cortinas, sacos y la cordelería necesaria para la industria, la construcción y la navegación. Los escritores romanos cuentan que con el esparto se rellenaban colchones, se preparaban antorchas y calzados, y los pastores, hacían incluso sus vestidos.

PictographWaypoint Altitude 212 ft
Photo ofZarzaparilla (Smilax aspera) Photo ofZarzaparilla (Smilax aspera) Photo ofZarzaparilla (Smilax aspera)

Zarzaparilla (Smilax aspera)

La zarzaparrilla es una planta trepadora de hojas verdes brillantes con el margen frecuentemente espinoso. Se encuentra en lugares de sombra, buscando la protección de otras plantas, enredándose en ellas y trepando para buscar la luz. Sus frutos se disponen en forma de racimos, por lo que esta zarza ofrece el aspecto de una parrilla (parra pequeña). Los romanos la utilizaban como amuleto protector. Servía para elaborar un antídoto contra venenos mortíferos; y las hojas y los frutos molidos se administraban a los recién nacidos para que desarrollaran inmunidad contra los venenos. Sin embargo, la parte medicinal más utilizada era la raíz, a la que Dioscórides, médico del emperador Nerón, le atribuía propiedades tónicas y afrodisíacas.

PictographWaypoint Altitude 200 ft
Photo ofCoscoja (Quercus coccifera) Photo ofCoscoja (Quercus coccifera)

Coscoja (Quercus coccifera)

Las escasas precipitaciones que registra la Sierra Helada, por debajo de los 400 l/m², hacen que la coscoja sea la única especie del género Quercus capaz de desarrollarse en sus laderas. La coscoja fue una de las plantas más utilizadas para fabricar carbón vegetal debido a su alto poder calorífico. Los curtidores valoraban los taninos que se extraían de la raíz y la corteza para trabajar y teñir el cuero, y las mujeres para conseguir un cabello oscuro. Sin embargo, el colorante más apreciado que ofrecía la coscoja era el que producía el kermes, un insecto que pone sus huevos en las hojas para alimentar a sus larvas. Como defensa, la planta crea una agalla, una especie de cápsula de aislamiento llamada grana de kermes, en la que se concentran las crías. Una vez extraído el colorante, que solo generan las hembras, se mezclaba con vinagre y se secaba al sol. El tinte obtenido, de color granate o carmesí, estaba reservado para las vestimentas de la élite romana (túnicas de los senadores, capas de los generales). La grana permitía pagar la mitad de sus tributos a los hispanos más pobres, y constituía un negocio lucrativo para los más ricos.

PictographWaypoint Altitude 242 ft
Photo ofEsparraguera (Asparragus acutifolius) Photo ofEsparraguera (Asparragus acutifolius) Photo ofEsparraguera (Asparragus acutifolius)

Esparraguera (Asparragus acutifolius)

Los espárragos ya se cultivan en Egipto hace más de 6.000 años, pero parece que fueron los romanos los que extendieron su cultivo por todo el Mediterráneo. Nada tienen que ver los espárragos de huerta (Asparragus officinalis), rectos y de mayor grosor, con los espárragos trigueros de brotes delgados y ligeramente amargos. Aquí encontramos tres variedades, comestibles, en las orillas de los caminos o en medio de los bancales, protegidos por espinas, y asociados a coscojas, enebros o espinos. Los espárragos formaban parte de la culinaria romana: Catón explica con detalle su cultivo, y Apicio, en su libro de cocina "De re coquinaria", propone varias recetas elaboradas con esta verdura. El consumo de espárragos en Hispania decayó simultáneamente a la cultura romana.

PictographMine Altitude 238 ft
Photo ofOcres Photo ofOcres Photo ofOcres

Ocres

Después de casi 2 km de ruta, un estrecho sendero con peldaños de piedra conduce hasta las minas de ocre. Para hacerlo con facilidad es necesario estar en buena forma física. Seguramente los romanos ya extrajeron ocre amarillo, o limonita, y ocre rojo, o almagre, de las minas de la Sierra Helada. Estos minerales se han usado desde la Prehistoria en pinturas rupestres, rituales funerarios, para decorar la cerámica, etc. Para conseguir el color rojo intenso de los frisos y pinturas murales de las casas romanas más acomodadas se utilizaba el cinabrio; sin embargo, mientras la libra (327 g) de cinabrio costaba por ley 70 sestercios, la de ocre valía entre 30 y 48 sestercios, lo que la hacía más asequible. A principios del s. IV, el pintor de brocha gorda cobraba 75 denarios al día, en cambio, el "imaginarius", artista que se encargaba decorar las paredes con escenas, tenía una tarifa diaria de 150 denarios. Las mujeres romanas utilizaban el yeso o el albayalde (carbonato de plomo) para tener el cutis blanco, la malaquita como sombra de ojos y el ocre mezclado con aceite para dar color a las mejillas y los labios. La toxicidad de todos estos productos es algo que las romanas desconocían.

PictographFauna Altitude 8 ft
Photo ofDelfines (Tursiops truncatus) Photo ofDelfines (Tursiops truncatus) Photo ofDelfines (Tursiops truncatus)

Delfines (Tursiops truncatus)

Para griegos y romanos, los delfines eran considerados animales de los dioses y un símbolo de buena suerte; así que agudiza la vista e intenta ver alguno desde este mirador. La mitología cuenta numerosas historias de estos animales, como la del dios Apolo que, convertido en delfín, fundó el santuario de Delfos donde los fieles podían conocer su futuro. Plinio afirmaba que no había un animal más rápido que el delfín, ni siquiera los pájaros; eso les convirtió en mensajeros de Neptuno, el dios del mar. Los romanos conocían bien y apreciaban a estos animales: sabían que eran mamíferos, amigables, que vivían unos 30 años e incluso que apreciaban la música. Los pescadores romanos creían que los delfines se acercaban a los barcos para ayudarles en su trabajo; sin embargo, la verdadera razón era la misma que hoy les trae a estas aguas: la búsqueda de alimento. Las piscifactorías cercanas son un buen lugar para conseguirlo. Por último, una recomendación: si todavía no has avistado ningún delfín, prueba a llamarlos como hacían los romanos: “¡Simone, Simone!”. Y ¡suerte!

PictographWaypoint Altitude 267 ft
Photo ofLentisco (Pistacia lenticus) Photo ofLentisco (Pistacia lenticus) Photo ofLentisco (Pistacia lenticus)

Lentisco (Pistacia lenticus)

El lentisco es una especie perenne habitual en las orillas del Mediterráneo por su tolerancia a la salinidad y a la escasez de agua. La planta suele desarrollarse en forma de arbusto de hasta unos 2 m de altura, pero puede crecer hasta convertirse en árbol. Aunque la mayoría de las formas arborescentes desaparecieron de las costas españolas por su utilización para fabricar carbón vegetal, en el parque vemos el lentisco como árbol y como arbusto. El mástique o almáciga, la resina que se extrae del tronco del lentisco, era muy apreciada en el mundo grecorromano, tanto es así, que su comercio llegó a ser monopolio del emperador romano de Oriente. La almáciga se disuelve bien en alcohol, y los romanos la utilizaron para aromatizar vinos, entre otros, el llamado “vino maravilloso” (conditum paradoxum), con pimienta, laurel, azafrán, dátiles y mástique. Los romanos recurrían a esta resina para abrir el apetito. En el s. II, el escritor y humorista Luciano de Samósata criticaba que los ricos la usaran antes de ir a los banquetes: “¡Tienes hambre y todavía quieres masticar almáciga!”. El lentisco era un producto de higiene bucal: la resina se mascaba para evitar el mal aliento y fortalecer las encías, y los palillos de madera servían de mondadientes. Las mujeres mezclaban la resina de lentisco con sus cosméticos para hacer brillar el rostro y reafirmar las pestañas. Los mirlos se alimentan, entre otros, de los frutos del lentisco, y los cocineros buscaban estas aves para elaborar una de las delicias más sofisticadas de la gastronomía romana: el pastel de lengua de mirlo.

PictographWaypoint Altitude 237 ft
Photo ofAlgarrobo (Ceratonia siliqua) Photo ofAlgarrobo (Ceratonia siliqua)

Algarrobo (Ceratonia siliqua)

El algarrobo es un árbol perfectamente adaptado a los acantilados de suelos pedregosos y de baja calidad de la Sierra Helada. El interés para los humanos reside en sus frutos, unas vainas en forma de cuernos (keratos), pero los animales también comen las hojas bajas. Los romanos pobres almacenaban las algarrobas en los tejados de sus casas y, junto a los altramuces, eran la base de su alimentación en tiempo de escasez. Las vainas verdes se usaban como terapia contra el estreñimiento, por su contenido en fibra. Los egipcios utilizaban las vainas maduras para producir melazas; además, debido a los taninos, se empleaban para combatir la diarrea y los problemas de estómago. La semilla de algarroba se utilizó en Roma como medida de peso por su valor uniforme, entre 195 y 199 g, y se denominó quilate (keration). En el s. IV, el momento de mayor esplendor de la Villa de l’Albir, el emperador Constantino añadió nuevas piezas al sistema monetario romano. La siliqua era una moneda de plata de un quilate de peso. El solidum, de oro macizo, se dividía en 24 siliquas o quilates. Las semillas de la algarroba se utilizaban también para pesar perlas, piedras preciosas, medicinas o especias exóticas como la pimienta. Actualmente son la base de la goma de garrofín o E410, uno de los mejores espesantes alimenticios.

PictographWaypoint Altitude 287 ft
Photo ofLavanda (Lavandula dentata)

Lavanda (Lavandula dentata)

Los suelos calcáreos, secos y soleados son idóneos para el desarrollo de la lavanda, una planta melífera con numerosas especies. Plinio, procurador romano en Hispania, describe lo que se cree que podía ser lavanda como una de las plantas más utilizadas en época romana, tanto por su perfume como por sus propiedades medicinales. Los perfumes, normalmente quemados en incensarios, eran criticados por los romanos más austeros, que consideraban un derroche pagar por algo que se desvanecía en el aire (pro fumo); sin embargo, esto no hizo que dejaran de usarse. Para la cosmética de la élite, los perfumes se elaboraban con aceites de buena calidad y esencia de flores como la rosa, el nardo o la lavanda; para las clases populares, con aceites de poca calidad y plantas como el junco oloroso. La lavanda se plantaba a menudo en los jardines, y sus flores secas servían para mantener a los insectos más molestos alejados de las casas y para proteger la ropa de las polillas.

PictographWaypoint Altitude 225 ft
Photo ofHinojo marino (Crithmum maritimum)

Hinojo marino (Crithmum maritimum)

Esta especie silvestre recibe el nombre popular de su similitud al hinojo común (Foeniculum vulgare). Crece en suelos pobres y pedregosos y en las grietas de las rocas, normalmente cerca del mar. Su gran resistencia a la sequía se debe, por un lado, a que sus raíces penetran profundamente hasta alcanzar terrenos húmedos, y por otro, a que sus hojas carnosas, revestidas de una superficie cerosa, protegen a la planta de la evaporación del agua y la penetración de la sal. Entre julio y septiembre, cuando el calor es más intenso y la mayoría de la vegetación empieza a languidecer, el hinojo marino llena los acantilados de flores blancas. Su intenso aroma, entre hinojo y menta, le proporcionó un lugar en la gastronomía romana. Columela, el agrónomo romano nacido en Gades (actual Cádiz), cuenta como las hojas tiernas y el tallo, o “pie de milano”, se encurtían en dos partes de vinagre y una de salmera fuerte para quitarles el amargor y mantenerlos en conserva. Los brotes también se consumían frescos o cocinados. El fruto, las hojas y las raíces en infusión, decocción o en vino se utilizaban en tratamientos diuréticos y hepáticos. Algunos de estos usos se han mantenido en el Mediterráneo durante siglos hasta la actualidad. Debido a la recolección masiva, la supervivencia del hinojo marino se ha visto amenaza, por lo que en algunas regiones se ha convertido en especie protegida.

PictographWaypoint Altitude 252 ft
Photo ofEnebro (Juniperus oxycedrus) Photo ofEnebro (Juniperus oxycedrus) Photo ofEnebro (Juniperus oxycedrus)

Enebro (Juniperus oxycedrus)

Plinio el Viejo distingue dos variedades de enebro, de las cuales, la mayor es la que crece en la Sierra Helada. Sus hojas punzantes (oxus - pincho) fueron las que dieron el nombre a esta variedad, que puede llegar a ser un árbol de porte mediano. Al menos desde el s. V a.C., los griegos conocían su resina, que se convertía en aceite de cedria (o de cada para los romanos) tras su destilación. La arqueología ha confirmado que los egipcios utilizaban ese aceite para embalsamar y ungir los cadáveres. En ganadería se aplicaba para curar la sarna de los animales, eliminar las garrapatas y cicatrizar las heridas que las ovejas sufrían durante el esquileo. Como fungicida, se aplicaba para proteger algunos objetos de la carcoma, como las estatuas de madera o los libros. En cuanto a la madera del enebro, se utilizaba como un incienso para purificar el aire y limpiarlo de las enfermedades. Por su resistencia, era adecuada para la construcción de muros, torres o para entibar obras subterráneas. Plinio el Viejo cuenta que las columnas de enebro del templo de Diana en Sagunto seguían en uso después de doscientos años. La resina obtenida por destilación era la pez, miera o calafate utilizada para la impermeabilización de barcos y recipientes.

PictographWaypoint Altitude 257 ft
Photo ofPalmito (Chamaerops humilis) Photo ofPalmito (Chamaerops humilis) Photo ofPalmito (Chamaerops humilis)

Palmito (Chamaerops humilis)

El palmito es la única especie de palmera autóctona de la Península Ibérica. Las hojas del palmito se utilizaban para cestería y tejidos diversos, solas o asociadas al esparto y a la palmera (Phoenix dactylifera). Sus cogollos tiernos y los brotes del fruto son comestibles (después se vuelven ásperos y astringentes). De sus raíces se puede obtener sacarosa. Se usó en jardinería como arbusto ornamental.

PictographPanorama Altitude 255 ft
Photo ofCala del Amerador Photo ofCala del Amerador

Cala del Amerador

La industria del esparto empezaba con la siega en julio y agosto, y el posterior secado de los haces al sol. Se podía utilizar verde, es decir, recién cogido; sin embargo, lo más habitual era “cocerlo” o amerarlo, poniendo los manojos de esparto en remojo en agua de mar durante treinta o cuarenta días para que se ablandaran. En el Albir, el esparto seco se “cocía” en la Cala del Amerador, lejos de la zona habitada, para evitar que el intenso olor que desprende la planta en remojo llegara a los vecinos. Cuando se sacaba del agua, el esparto se extendía al sol en haces, y una vez seco le esperaba el “picado”, un proceso en el que las fibras se golpeaban con mazas para desprender sus partes duras. Por último, con el rastrillado o peinado se eliminaban las impurezas desprendidas en el picado y el esparto quedaba listo para tejer. Debido a la abundancia de materia prima, la facilidad de transformación y resistencia a la humedad, las redes con las que los romanos pescaron en el Albir estuvieron hechas, sin duda, de esparto.

PictographWaypoint Altitude 240 ft
Photo ofRomero (Rosmarinus officinalis) Photo ofRomero (Rosmarinus officinalis) Photo ofRomero (Rosmarinus officinalis)

Romero (Rosmarinus officinalis)

El romero es un arbusto que no requiere demasiada agua, por lo que crece en todo el Mediterráneo. En la antigüedad, se otorgaban muchos poderes al romero, entre otros, los de propiciar el amor, la fecundidad y la fidelidad. Para atraer esos dones, los esposos solían llevar coronas de romero en las ceremonias nupciales. La planta también formaba parte de los rituales funerarios, colocándose entre los brazos del difunto o en su tumba para simbolizar la inmortalidad. El romero se ofrecía para venerar a los dioses y a los lares, las divinidades protectoras del hogar. Las coronas de romero eran reputadas por su poder para estimular la memoria y mejorar la concentración de los estudiantes griegos y romanos. Durante la noche, colocado bajo la almohada o taponando los oídos, la planta protegía de los malos espíritus y de las pesadillas. El romero no podía faltar en la cocina, tanto para conservar carnes, como para desinfectar y condimentar alimentos: en el marinado de caza, sazonado de jamones, relleno de lechones, como aromatizador de vinos… En medicina se recomendaba como remedio para las patologías del estómago, hígado y bazo; según Hipócrates, médico griego del s. V a.C., las hortalizas deberían cocinarse con romero para evitar problemas en esos órganos. Mezclado con aceite actuaba como cicatrizante y relajante muscular, y en combinación con otras plantas y bayas, servía de loción contra la caspa y la caída del cabello. Se utilizó en la jardinería de forma aislada o formando setos.

PictographWaypoint Altitude 218 ft
Photo ofRuda (Ruta angustifolia) Photo ofRuda (Ruta angustifolia) Photo ofRuda (Ruta angustifolia)

Ruda (Ruta angustifolia)

Las propiedades de la ruda, especialmente la abortiva si se consume en grandes dosis, ya eran conocidas en la antigüedad. Los romanos la consideraban mágica y, mezclada con vino, protectora contra los venenos. Formaba parte de los jardines como planta ornamental, insecticida y aromática. Plinio cuenta que los pintores romanos la consumían para conseguir mejorar su creatividad, ya que se consideraba un estimulante mental. En la cocina se preparaba como ensalada, y también se incorporaba como especia en varias recetas, como el "moretum", una pasta de queso que servía de acompañamiento a otros platos y como desayuno de los campesinos romanos. Su olor es particularmente intenso.

PictographWaypoint Altitude 238 ft
Photo ofOlivo (Olea europea) Photo ofOlivo (Olea europea) Photo ofOlivo (Olea europea)

Olivo (Olea europea)

Quizá ningún árbol representa el mundo mediterráneo como el olivo. Aunque ya era cultivado por fenicios y griegos, los romanos extendieron sus productos por todo el Imperio. Los ejemplares que vemos aquí han sido replantados en el parque hace algunos años. La variedad silvestre, el acebuche, crecía libremente por los campos sin el cuidado de los agricultores. Columela y Plinio dejaron una extensa obra que permite conocer con detalle el cultivo del olivar. Además del aprovechamiento de la madera o de las aceitunas en la dieta romana, el producto más apreciado era el aceite, que estaba presente en numerosos aspectos de la vida diaria: para alumbrarse, en el aseo, en la cosmética, en la cocina, en las ofrendas. El aceite hispano fue uno de los productos más demandados en la capital del Imperio. Buena prueba de ello es el Monte Testaccio de Roma, que se creó artificialmente con los desechos cerámicos de las ánforas de aceite procedentes principalmente de Hispania. En el siglo II, durante el mandato del emperador hispano Adriano, se fijó la imagen alegórica de Hispania, que no podía ser otra que una rama de olivo.

PictographWaypoint Altitude 104 ft
Photo ofAntiguo Cuartel de Carabineros Photo ofAntiguo Cuartel de Carabineros Photo ofAntiguo Cuartel de Carabineros

Antiguo Cuartel de Carabineros

Antes de llegar al museo, se propone un alto en el jardín del antiguo Cuartel de Carabineros, en cuyo jardín se cultivan muchas de las plantas viven de manera silvestre en el parque: olivo, palmito, lavanda, romero, e incluso una vid, una de las plantas fundamentales para la economía de la villa romana.

PictographMuseum Altitude 30 ft
Photo ofMuseo al Aire Libre 'Villa Romana de l'Albir' Photo ofMuseo al Aire Libre 'Villa Romana de l'Albir' Photo ofMuseo al Aire Libre 'Villa Romana de l'Albir'

Museo al Aire Libre 'Villa Romana de l'Albir'

El ayuntamiento del Alfàs del Pi ha conservado en este museo los restos arqueológicos de una villa rural en uso entre los siglos IV y V d.C., es decir, en la época bajoimperial romana. Esta "villa a mare", propiedad de una familia de la élite social romana, era una explotación agrícola situada más próxima al mar de lo que se encuentra en la actualidad. De los objetos aparecidos en las excavaciones se deduce que la vid, el olivo y la pesca constituían la base de su producción industrial, dedicada a la comercialización local: podones de hierro para la poda de las parras, elementos de prensas de aceite y numerosos anzuelos y pesas de redes de pesca. Después del recorrido por la Sierra Helada, podemos hacernos una idea de la aplicación que pudieron tener los recursos en las labores agrícolas. Con el esparto o el palmito se tejerían útiles necesarios tanto para elaborar vino y aceite, como para la pesca y la navegación: canastos para la cosecha de la vid y de las olivas; albardas y serones para el transporte; capachos para las prensas de aceite y vino; redes para el pescado; cordelería para los barcos que transportaban las mercancías. La pez de enebro o miera impermeabilizaría los barcos y las redes, y la de pino, las ánforas, los toneles y los odres de vino.

Photo ofReconstrucción virtual de las termas Photo ofReconstrucción virtual de las termas Photo ofReconstrucción virtual de las termas

Reconstrucción virtual de las termas

Además de la parte rústica dedicada a la explotación comercial, estas villas contaban con una lujosa zona residencial. Los acuerdos comerciales se discutían y cerraban en la propiedad del empresario, y el éxito dependía directamente de su imagen pública y de la capacidad de impresionar a sus socios o clientes. Fue por ello que en el s. V d.C., el dueño hizo reformas en algunas dependencias. Conscientes de la dificultad que supone la interpretación de los restos arqueológicos, en la Villa Romana de l’Albir se ha utilizado la tecnología más moderna para que los visitantes tengan una imagen de las estancias lo más parecida posible a la original. En el caso de las termas, los usuarios disponen de una guía que, mediante realidad aumentada, permite entrar en las distintas salas y ver su reconstrucción y recreación sin perder de vista los restos originales conservados.

Photo ofFuncionamiento de las termas Photo ofFuncionamiento de las termas Photo ofFuncionamiento de las termas

Funcionamiento de las termas

En primer lugar, los hornos necesitaban abundante madera para calentar el agua de las piscinas. En la Sierra Helada disponían de leña de muchas variedades: lentisco, enebro, pino, acebuche. Dentro del circuito de los baños, merece la pena detenerse en el "tepidarium", donde un criado del propietario masajearía a los invitados con aceite, aquí seguramente de oliva. El uso de los óleos no solamente tenía propiedades terapéuticas y relajantes, sino que servía para la limpieza del cuerpo, porque los romanos no utilizaban jabón para la higiene corporal. Para favorecer un ambiente distendido y facilitar el negocio, la bañera de agua caliente del "caldarium" (sala caliente) podía estar aromatizada con el relajante aroma de la lavanda. También es posible que las toallas o las ropas del propietario desprendieran este perfume, ya que la ropa se almacenaba con flores de lavanda para mantener alejadas a las polillas. La señora de la casa, que más tarde se uniría a los invitados en el banquete, se pondría en manos de su "ornatrix" para ofrecer su mejor imagen. Después de depilarla con una pomada a base de pez griega disuelta en aceite, la sirvienta no se olvidaría de completar el maquillaje con ocre disuelto en aceite, que aplicaría sobre las mejillas de su señora; el carmesí de la coscoja o los posos del vino resaltarían el rojo de sus labios, y la resina de lentisco en el rostro y las pestañas daría un toque de brillo. El propietario también se arreglaría para la ocasión, aplicándose una loción de romero para combatir la caspa y la caída del pelo, eligiendo su mejor túnica y los zapatos de cuero que el curtidor local trabajó con los taninos de la madera de coscoja.

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La sala de banquetes

Los propietarios y sus invitados pasarían finalmente al "oecus", la sala más suntuosa de la casa, dedicada a los banquetes. En la Villa de l’Albir, la visita real se completa con la virtual, y gracias a unas gafas podemos asistir a la fiesta como si estuviéramos en ella. Las paredes de la sala pudieron estar cubiertas con pinturas de escenas o paisajes naturales. La familia pagaría sus buenos sólidos al mejor "imaginarius" de la zona, que pondría en la paleta la limonita y el almagre sacados de las minas de la Sierra Helada. El paisaje natural y un poco de ruda le inspirarían para pintar los árboles y arbustos en flor que decorarían la estancia. En cuanto al menú, si la temporada fuera propicia, nos permitiríamos sugerir como "gustatio" o entrante una receta de espárragos silvestres en salsa, además de aceitunas de sus propios olivos aliñadas con hinojo marino y romero. El pescado fresco, considerado un manjar, sería el plato principal e iría condimentado con sal y pimienta (bien pesada con las semillas de la algarroba). Para impresionar con sus productos, en el "convivium" (banquete) no faltaría el "vino maravilloso", aromatizado con mástique, y el aceite que producía el señor de la villa. Satisfecho con los resultados de la reunión, el señor de la villa pudo tomar prestadas las palabras de Plinio y decir: “hay dos líquidos que son especialmente agradables para el cuerpo humano: el vino por dentro y el aceite por fuera. Ambos son los productos más excelentes de los árboles, pero el aceite es una necesidad absoluta, y no ha errado el hombre en dedicar sus esfuerzos a obtenerlo”. En definitiva, cuidando tanto los detalles, y especialmente a la vista de los restos que nos han llegado, es indudable que los propietarios de la Villa Romana de l’Albir debieron cerrar muchos y suculentos negocios.

Comments  (3)

  • Julieta Campos Mar 19, 2021

    Ruta fantástica en la que se puede disfrutar tanto del entorno natural, estupendamente explicado, como del patrimonio cultural en la Villa del Albir. El proyecto de investigación en acción que han realizado los alumnos de la Universidad Permanente me parece un buen ejemplo del trabajo por ámbitos en la educación de adultos, ajustándose a los propios intereses de los discentes, teniendo en cuenta su necesidad de un envejecimiento activo como eje transversal vertebrador del proyecto.

  • felipe_jul Mar 21, 2021

    Me parece una ruta muy interesante. Se nota que hay detrás un gran trabajo para documentarla de manera tan fácilmente comprensible. Particularmente, conocía este entorno pero no los detallaes tan interesantes que se muestran en la ruta. La próxima vez que me desplace hasta Alfaz del Pi, seguiré la ruta para apreciar todos los detalles que se describen sobre la vegetación de la zona. Excelente trabajo.

  • Pilar Massó Pérez Mar 22, 2021

    Esta ruta me parece muy interesante ya que el camino que se sigue es el que te lleva al faro de l’Albir, donde las vistas son espectaculares y diferentes a las que podemos observar desde la costa. Además cuenta con numerosos paneles explicativos de temáticas diversas, lo cual acompaña al vistante dutrante un paseo tanquilo. La ruta tiene casi 7 km de recorrido sobre superficie regular y 92 m de desnivel, con lo cual se ajusta a la necesidad de un envejecimiento activo como eje de estos existen zonas de descanso.
    Trabajo magnífico, donde se conjugan los conocimientos de forma transversal a lo largo del recorrido.

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