Fougères. Castillo y casco medieval (iglesia de Saint Sulpice y Place du Marchix).

Magnífica ruta corta por el Castillo de Fougères y sus alrededores, con la iglesia de Saint Sulpice, y su fantástico entorno, como puntos más destacados. Esta ruta se puede alargar varios km sin dificultad, incluyendo la visita a la Ciudad Alta, desde donde hay una excelente vista sobre la zona recorrida en esta ruta, desde un mirador situado en un jardín público. Con tiempo limitado nosotros decidimos ajustar la visita, aunque fue bastante prolongada porque la visita al castillo es de enorme interés e invertimos bastante tiempo en ella.
Fougères es una villa fronteriza, entre Bretaña y el antiguo Reino de Francia, y como tal ha sido ubicación habitual de campos de batalla a lo largo de los siglos. Esto hizo que su Castillo, uno de los más notables de Europa, y que por sí solo justifica la visita al lugar, creciese hasta alcanzar la importancia que refleja su estado actual. Edificado en un meandro de un pequeño río, el Nançon, inicialmente en madera, hacia el año 1000, fue reconstruído en piedra un par de siglos después, y posteriormente sufrió diversas reformas aunque el conjunto conserva bastante bien el diseño original, con sus 13 Torres (la del Homenaje, o Donjon, fue destruída en el siglo XII por las tropas de Enrique II). La visita, que nosotros hicimos al revés de lo aconsejado, es muy interesante, recorriendo todos los lugares de interés y exigiendo al menos un par de horas para completarla; la entrada cuesta 9 euros actualmente, pero vale la pena. El castillo era de propiedad particular, pero fue vendido a la municipalidad en 1892 por la suma de 80.000 francos-oro
A pesar de la importancia del Castillo la ciudad tiene un notable pasado industrial, que pudo ser atribuído inicialmente a los molinos, que aún se pueden ver, situados a los pies del Castillo, y que fueron el origen de la actividad de pañerías y curtidores, con el desarrollo consecuente de una actividad comercial que tuvo su asiento principal en la ciudad alta, a la que se puede acceder con facilidad por la calle principal, aunque nosotros no lo hicimos. En el siglo XVIII la ciudad fué arrasada por un gran incendio, aunque fue reconstruída con rapidez, y a finales de ese siglo, tras la aplicación de una leva militar obligatoria, el territorio sufrió una revolución social (los chouans o la chouannerie) que fué finalmente aplastada, a pesar de la ayuda inglesa. En el siglo XIX se desarrolló una importante industria del calzado, que se perdió casi por completo hacia 1970, aunque luego se ha sabido salir de las dificultades desarrollando la industria de precisión y el sector agroalimentario.
Junto al Castillo y sus 3 líneas de murallas, que estaban unidas a la ciudad alta (desde la Tour Nichot hasta el Beffroi, o campanario, al lado de la Rue National y próximo a la iglesia de San Leonardo), permitiendo así el escape de la población, y los molinos pegados al Castillo, debemos destacar la iglesia de Saint Sulpice, del siglo XV y estilo gótico flamígero, y las calles del barrio du Marchix, inmediatamente anteriores en esta ruta.
El itinerario realizado comienza en el aparcamiento de La Poterne, donde dejamos el coche, y comenzamos a caminar hacia la Tour des Gobelins, para luego salir al Boulevard Jacques Faucheux, por el que debemos seguir hasta la Place Raoul II ya que el paseo peatonal (Promenade Pauline Montembault), que discurre en paralelo al foso y las murallas entre las Torres de Guibé y Coligny, está cerrado temporalmente por obras. Aquí encontramos ya la pequeña corriente del Nançon, que se ensancha en una pequeña laguna a la entrada del Castillo. Un poco más adelante, en la Place Pierre Symon encontramos la entrada del Castillo, al lado de la Rue de la Pinterie, por la que podemos subir en pocos minutos a la Ciudad Alta, el Beffroi, la rue National y la iglesia de San Leonardo y el mirador del Jardin Público, con excelentes vistas sobre el castillo. Esta ampliación del itinerario nos parece altamente recomendable, aunque nosotros no la hicimios por limitaciones de tiempo.
Estamos ya en la puerta de entrada al Castillo, con la oficina de venta de tickets, por la que se pasa para descender unos escalones antes de entrar en el Castillo, entre las Torres de Guèmadeur y La-Haye Saint-Hilaire, un lugar bastante impresionante, pero no mas que el espacio que se abre a continuación, mientras avanzamos por las ruinas del logis señorial. Pasadas estas nos dirigimos hacia la Tour Raoul, por donde subimos hacia el paso de guardia por las murallas, por el que atravesaremos sucesivamente las torres Raoul, Surienne y Melusina, viendo diversas cámaras (varias de ellas con presentaciones audiovisuales de cierto interés sobre las guerras medievales en la Marca Bretona y la vida en el castillo). Las vistas desde las murallas son muy notables, al igual que las escaleras de caracol por las que subimos y bajamos por las torres. Mención especial merecen 3 catapultas de distintos tamaños, que se encuentran dispuestas en el patio, cerca de las murallas. Al final descendemos por la mas larga de ellas, hacia la Torre des Gobelins, desde la que bajaremos hacia el patio, al lado de las ruinas del antiguo Donjon, desde donde nos dirigimos, atravesando el patio, hacia la salida.
Al llegar a las puertas podemos circular, siguiendo al Nançon, al lado de los Quatre Molins (en realidad cuatro ruedas de molino en serie, una de las cuales produce electricidad todavía). Por aquí se encuentran otras Torres, las de Hallay, Plesguer y La Tremoille, donde comienza la Porte Notre-Dame, que conectaba con la Tour Nichot y la muralla que subía a la Ciudad Alta. Nosotros giramos hacia el Barrio du Marchix, pasando por las calles Foskeraly, Le Bouiteller y Lusignan, antes de ir a visitar la iglesia de Saint Sulpice, que nos pareció bellísima. Finalmente volvimos por la calle Le Bouiteller hacia La Poterne, donde recuperamos el coche y termina esta muy bonita ruta. Ver las fotografías ayuda a entender nuestro entusiasmo con esta visita.
Aunque la hemos calificado como fácil debemos advertir de que hay varias subidas y bajadas por escaleras de caracol, que pueden ser algo exigentes para algunas personas y en las que conviene tener cierto cuidado. Tambien hay algunos puntos expuestos al vacio que pueden ser molestos para personas con vértigo, a pesar de que los desniveles no son muy grandes.