Castell de Guadalest
near Guadalest, Valencia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Nada más llegar a El Castell de Guadalest nos encontramos con la zona del aparcamiento municipal donde estacionamos el vehículo antes de emprender nuestro particular culebreo por las impolutas calles del pueblo.
Pegada a la carretera de Callosa d´en Sarrià está la zona urbana que se fue desarrollando en la parte extramuros del castillo conocida como "el Raval". Aquí se concentran la mayoría de los servicios enfocados al turismo y una sorprendente colección de museos: Museo Microgigante, Museo de Saleros y Pimenteros, Museo de Instrumentos de Tortura, Museo Belén y Casitas de Muñecas.
A continuación, con la sorprendente vista del campanario encaramado en lo alto, nos dirigimos al túnel de San José excavado en la roca.
Tras atravesarlo nos introducimos de lleno en el casco antiguo donde, en torno al castillo, se fueron estructurando los edificios más significativos del lugar.
En primer lugar vemos el museo municipal Casa Orduña, donde podremos adentrarnos en el mundo de esta aristocrática familia de estirpe vasca, del siglo XVII.
Dejamos la visita de la casa por la que accedemos al Castillo de San José para encaminarnos a la Plaza de San Gregorio pero antes pasaremos por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un sencillo templo de estilo Barroco que fue levantado en el siglo XVIII.
Ascendemos por la empedrada calle de la Iglesia dejando atrás las espectacular vista de la torre del castillo de la Alcozaiba, fortaleza que fue levantada por los musulmanes en el siglo XI.
Enseguida se abre ante nosotros una plaza diáfana desde cuyos miradores podremos disfrutar con plenitud de este afilado promontorio desde el que se alcanza a ver las sierras de Xortà, Serrería y Aitana y, al fondo del Valle, el espejo azul turquesa que forman las aguas del embalse del río Guadalest.
A nuestra derecha sobresale una peña en forma de aguja, es la llamada Penya de l´Alcalà que en su momento desempeñó un papel defensivo y a la que se accedía por una escalera de cuerda dada su complicada ubicación.
Continuamos nuestro paseo por El Castell de Guadalest bordeando la plaza donde podremos admirar los impresionantes bloques de rocas con formas biomorfas separadas del murallón rocoso a consecuencia del terremoto de 1644.
Pasamos junto a la Casa Consistorial en cuyos bajos se encuentra la cárcel que data del siglo XII y que desarrolló de forma simultánea las funciones de juzgado y prisión.
Es el turno ahora del Castell de la Alcozaiba al cual se accede a través del Museo Casa de los Orduña previo pago de 3 euros.
Ascendemos por una escalera tallada en la roca y enseguida se muestra ante nosotros el campanario de la iglesia casi suspendido en el acantilado.
Seguimos los pasos de las estaciones del Vía Crucis que curiosamente tiene en cada uno de sus postes una pequeña capilla y casi sin darnos cuenta llegamos a la parte más alta. Aquí nos detenemos un buen rato a contemplar la Sierra de Aitana, el apacible valle en el que abundan los cítricos, olivos y almendros, además del pantano de Guadalest.
Por último, pasamos junto al cementerio ubicado en el mismo castillo y donde se empezó a enterrar a los difuntos tras la prohibición de hacerlo en las iglesias. Corría el año 1787 cuando Carlos III dictaba la Real Célula por la que no eran permitidas las inhumaciones en los templos salvo para prelados, patronos y religiosos.
Pegada a la carretera de Callosa d´en Sarrià está la zona urbana que se fue desarrollando en la parte extramuros del castillo conocida como "el Raval". Aquí se concentran la mayoría de los servicios enfocados al turismo y una sorprendente colección de museos: Museo Microgigante, Museo de Saleros y Pimenteros, Museo de Instrumentos de Tortura, Museo Belén y Casitas de Muñecas.
A continuación, con la sorprendente vista del campanario encaramado en lo alto, nos dirigimos al túnel de San José excavado en la roca.
Tras atravesarlo nos introducimos de lleno en el casco antiguo donde, en torno al castillo, se fueron estructurando los edificios más significativos del lugar.
En primer lugar vemos el museo municipal Casa Orduña, donde podremos adentrarnos en el mundo de esta aristocrática familia de estirpe vasca, del siglo XVII.
Dejamos la visita de la casa por la que accedemos al Castillo de San José para encaminarnos a la Plaza de San Gregorio pero antes pasaremos por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un sencillo templo de estilo Barroco que fue levantado en el siglo XVIII.
Ascendemos por la empedrada calle de la Iglesia dejando atrás las espectacular vista de la torre del castillo de la Alcozaiba, fortaleza que fue levantada por los musulmanes en el siglo XI.
Enseguida se abre ante nosotros una plaza diáfana desde cuyos miradores podremos disfrutar con plenitud de este afilado promontorio desde el que se alcanza a ver las sierras de Xortà, Serrería y Aitana y, al fondo del Valle, el espejo azul turquesa que forman las aguas del embalse del río Guadalest.
A nuestra derecha sobresale una peña en forma de aguja, es la llamada Penya de l´Alcalà que en su momento desempeñó un papel defensivo y a la que se accedía por una escalera de cuerda dada su complicada ubicación.
Continuamos nuestro paseo por El Castell de Guadalest bordeando la plaza donde podremos admirar los impresionantes bloques de rocas con formas biomorfas separadas del murallón rocoso a consecuencia del terremoto de 1644.
Pasamos junto a la Casa Consistorial en cuyos bajos se encuentra la cárcel que data del siglo XII y que desarrolló de forma simultánea las funciones de juzgado y prisión.
Es el turno ahora del Castell de la Alcozaiba al cual se accede a través del Museo Casa de los Orduña previo pago de 3 euros.
Ascendemos por una escalera tallada en la roca y enseguida se muestra ante nosotros el campanario de la iglesia casi suspendido en el acantilado.
Seguimos los pasos de las estaciones del Vía Crucis que curiosamente tiene en cada uno de sus postes una pequeña capilla y casi sin darnos cuenta llegamos a la parte más alta. Aquí nos detenemos un buen rato a contemplar la Sierra de Aitana, el apacible valle en el que abundan los cítricos, olivos y almendros, además del pantano de Guadalest.
Por último, pasamos junto al cementerio ubicado en el mismo castillo y donde se empezó a enterrar a los difuntos tras la prohibición de hacerlo en las iglesias. Corría el año 1787 cuando Carlos III dictaba la Real Célula por la que no eran permitidas las inhumaciones en los templos salvo para prelados, patronos y religiosos.
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