Almería cristiana

Saliendo desde el Paseo Marítimo (muy animado ya desde primera hora de la mañana) a la altura aproximadamente del Palmeral, me dirijo al Parque de Nicolás Salmerón con sus parterres y fuentes; tras dejar atrás una de ellas, la de los Peces (creación de Jesús de Perceval, fundador del Movimiento Indaliano), que sirve de separación entre el Parque Nuevo y el Viejo (del siglo XIX, a poniente), subo por la calle de la derecha hasta la del Hospital, a la que da nombre el Real Hospital de Santa María Magdalena, uno de los edificios civiles más antiguos de la ciudad, construido a mediados del siglo XVI, aunque a finales del XVIII se realizaron obras importantes en el mismo (la portada neoclásica y la reconstrucción del patio, al gusto academicista de transición del Barroco al Neoclasicismo), tras pasar su administración de manos de la Iglesia a una Junta de Gobierno formada por autoridades eclesiásticas y civiles.

Sigo por la calle Duende hasta la Ronda Beato Diego Ventaja, abierta en los últimos años del siglo pasado, que discurre junto al muro sur de la Catedral, desde donde se puede apreciar su sólida fabrica de sillería, reforzada con contrafuertes y torreones en las esquinas (que le confiere su singularidad de Catedral-Fortaleza, para defensa ante los ataques berberiscos y argelinos) y, hacia 1620, con mosquetes y arcabuces. Se desemboca en la coqueta Plaza Bendicho, situada en el antiguo arrabal de la Musalla, dedicada al malagueño Juan F. Juan León Bendicho y Quelty, que, tras contraer matrimonio con Doña María Dolores Puche, fijó su residencia en Almería. En esta plaza, uno de los lugares preferidos como residencia de la aristocracia durante los siglos XVI al XVIII, se encuentra la casa más antigua de la ciudad (del siglo XVIII), la de los Puche, antigua familia noble llegada a Almería con los primeros repobladores cristianos en 1494 (junto a ella, la Casa de la Música, del siglo XIX, hoy sede del Patronato Provincial de Turismo).
En el centro de la plaza se halla el busto de la poetisa Celia Viñas, leridana de nacimiento, pero llegada a Almería en 1943, donde trabajó como maestra y murió tempranamente en 1954, con apenas 39 años cumplidos: su obra (escribió poesía infantil en castellano y catalán), aunque breve, se considera renovadora y clave en el panorama de la posguerra.

Desde la plaza se observan los cubos y torreones de la Catedral pertenecientes a la girola; en la Calle Cubo, en uno de los torreones, que corresponde a la capilla del Santo Cristo de la Escucha (la cual cobija al sepulcro del obispo Villalán, bajo cuyo episcopado se levantó, en el punto central de la girola), tallado en la piedra hay un bajorrelieve de rostro antropomorfo y bordoneado de cintas, el Sol de Portocarrero, emblema de Almería (popularmente se ha atribuido su autoría al obispo Portocarrero -aunque es muy anterior a éste-, por lo que desde antiguo se le denomina así, Sol de Portocarrero).

Ya en la Plaza de la Catedral, se encuentra su portada principal, renacentista, donde campean el escudo de Carlos I y el del obispo fundador Fray Diego Fernández de Villalán (la primera catedral, situada en la antigua Mezquita Mayor, fue destruida por el gran terremoto de 1522, comenzándose la construcción de la actual en 1525); la portada lateral de la calle Velázquez (denominada de “Los Perdones”), también de estilo renacentista, tiene una decoración más sencilla.
Su interior consta de una planta de salón y estructura de finales del gótico. El Altar Mayor está presidido por el templete o tabernáculo (del siglo XVIII, trabajado en mármol, jaspe y alabastro) y en su frontal a modo de retablo destacan ocho lienzos con escenas de la vida de la Virgen y dos relieves del XVI en el centro del conjunto: la Anunciación y el Calvario de Cristo. Otros lugares a destacar son la sillería del coro y la sacristía, obras renacentistas; el trascoro y el claustro, de finales del siglo XVIII, de estilo neoclásico (el mejor claustro de este estilo de las catedrales españolas); y las capillas que se encuentran detrás del Altar Mayor, en la girola: la de San Indalecio (patrono de la Iglesia almeriense), la del Cristo de la Escucha y la de la Virgen de la Piedad.
Frente a la fachada principal de la Catedral, se sitúa el Palacio Episcopal, del siglo XIX. Y junto al torreón del Campanario se levanta una estatua en memoria de Diego Ventaja Milán, natural de Ohanes, obispo de la ciudad que fue asesinado al comienzo de la Guerra Civil (junto al obispo de Guadix), beatificado por el Papa Juan Pablo II.

Continúo por la calle de José Ángel Valente, hasta un convento de clausura conocido como Convento de las Puras, que acoge a las religiosas de la Congregación de Concepcionistas Franciscanas de Almería (también llamado Real Monasterio), el más antiguo de la ciudad y uno de los conjuntos artísticos más importantes de Almería (declarado Bien de Interés Cultural en 1982). Se fundó en 1515 (pocos años después de la conquista cristiana en 1489), ocupando el solar de tres huertas, con sus respectivas casas con torres, en el barrio de la Musalla, cedidas en testamento por Don Gutiérrez de Cárdenas, primer alcaide cristiano de la ciudad, para la fundación de un convento dedicado a la Orden de Santa Clara (tras su muerte, en 1503, su esposa Doña Teresa Enríquez cambió la titularidad por la de Orden de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, las Puras). Poseedor de una amplia cronología artística que va desde el mudéjar hasta el barroco, de esta edificación destacan la iglesia, el claustro y la zona del compás de acceso desde la calle Cervantes. La fachada principal de la iglesia (del siglo XVIII) presenta una portada barroca, con una pequeña Inmaculada, y una torre mudéjar adosada del XVII; su interior, de una sola nave de cajón, bellamente decorado, acoge una de las joyas del barroco almeriense, su Altar Mayor, con la Inmaculada en el centro del retablo y las imágenes de San Francisco y Santa Clara. Una de las capillas, la de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden, es también la capilla mausoleo de la familia Perceval. En el coro bajo está situada la Cratícula, un oratorio antiguo por donde accedían las monjas para que el sacerdote les diese la comunión . El claustro tiene restos de portadas góticas en el cementerio y cuatro retablos salomónicos recubiertos de aves del paraíso (reformados en los siglos XVIII y XIX). En 2015 el Convento celebró su V Centenario.

Paso por la Plaza Campoamor, donde se levanta uno de los mejores ejemplos de las viviendas palaciegas construidas durante el neoclasicismo, la Casa de los Marqueses de Cabra, de un clasicismo puro de mediados del siglo XIX, donde destaca su elegante fachada (con elementos historicistas en su portada y medias columnas toscanas); es la sede del Archivo Histórico Municipal.

A continuación me dirijo por la calle Arráez hasta la Plaza Vieja, antiguo zoco musulmán y luego punto de celebración de juegos (fue conocida como plaza del “Juego de las Cañas”), fiestas de toros, procesiones y desfiles cívicos. Su aspecto definitivo lo adquirió a mediados del siglo XIX, con soportales en los bajos y viviendas de dos plantas, de planta ligeramente trapezoidal, presidida por el edificio del Ayuntamiento (de estilo ecléctico, construido entre finales del siglo XIX y principios del XX), con fachada de tres cuerpos: el primero alberga los soportales con arcos de medio punto, el segundo (más desarrollado) los balcones y el tercero el ático; en el centro de la fachada, en su parte superior, se encuentra la torre rematada con una cúpula semiesférica, con el reloj que interpreta la popular melodía del Fandanguillo de Almería (cada cuarto de hora, sonando los acordes completos cada hora en punto).
En el centro de la Plaza se sitúa un obelisco rematado por una esfera de bronce, rodeada con pinchos o rayos del sol, conocido como el Pingurucho de los Coloraos (Monumento a los Mártires de la Libertad), dedicado a los liberales vestidos con casacas rojas desembarcados en las playas de Almería para proclamar la constitución en contra del absolutismo de Fernando VII (fueron fusilados el 24 de agosto de 1824). El primitivo monumento de piedra (datado en 1868-1870) situado en la Plaza de Cádiz (hoy Puerta de Purchena) se trasladó en 1900 a la Plaza Vieja, pero fue derribado en 1943, levantándose el actual en mármol en 1988 por suscripción popular.

Desde aquí voy hacia la Plaza Careaga, donde estaba la casa solar de esta familia. Juan Ochoa Ortiz de Careaga acudió a la Guerra de Granada desde Vizcaya con cuatro navíos y posteriormente se afincó en Almería, de la que llegaría a ser regidor; los Careaga emparentarían con los principales linajes locales, como los Venegas (antiguamente príncipes musulmanes) y en 1808 recibieron los títulos de Marqués de Torre Alta y Vizconde de Careaga. En esta plaza se encuentra la Casa de los Marqueses de Torre Alta, de mediados del siglo XIX, vivienda neoclásica burguesa; la calle del Arco, por la que salgo de la plaza, se debe al arco de Careaga, que comunicaba la casa de los marqueses con sus graneros.

Subo por la calle Real para llegar frente a la fachada principal del Real Monasterio de Santa Clara (siglo XVIII), que se abre a la calle Jovellanos. En 1837 será desamortizado, instalándose aquí el Gobierno Civil y la Diputación Provincial (debiendo trasladarse las monjas al Convento de las Puras) y durante la Guerra Civil Española el convento fue incendiado, manteniéndose solo en pie la iglesia, que es la única edificación original que queda (el convento se reconstruyó en la posguerra).

Luego, por la calle de las Tiendas (que tiene su origen en una segunda judería que surge en torno al siglo XI extramuros de la Medina), me acerco a la Iglesia de Santiago, la más antigua de Almería (fundada por los Reyes Católicos en 1494, cinco años después de la conquista cristiana de la ciudad, siendo una de las cuatro parroquias o colaciones en que se dividió). En un primer momento la iglesia se instala en el solar del actual Convento de Santa Clara, siendo trasladada más tarde a su emplazamiento actual, junto a la antigua Ermita de Santa Lucía, cuya portada se va a integrar en su interior.
El nuevo templo se construyó entre los años 1553 y 1559 en estilo mudéjar, reconvertido a gótico durante el Renacimiento. Destaca su portada renacentista lateral, planteada a modo de retablo en dos cuerpos: el inferior con la puerta de entrada flanqueada entre dos pares de columnas jónicas entre las que se enlazan cruces y conchas de Santiago peregrino, titular del templo; y el superior, de una gran carga simbólica e iconográfica, con un altorrelieve de Santiago Matamoros, vencedor sobre los infieles, representando el triunfo cristiano sobre la población morisca, mayoritaria en la ciudad en el momento de su realización, por lo que intencionadamente fue implantado en la calle de mayor tránsito de la ciudad, en el camino de salida de la Medina hacia la Puerta de Purchena (fácilmente visible por la placeta existente en el lugar en esa época, desaparecida tras la alineación de la calle de las Tiendas en el siglo XX).
Durante la Guerra Civil fue incendiada, perdiendo su artesonado mudéjar y parte de su imaginería, como la Virgen de la Soledad, decoración sustituida por nuevas imágenes y retablos traídos desde otros puntos del país.

Pasando por la Plaza Flores me dirijo a la de San Pedro, presidida por la Iglesia de San Pedro (Sede Parroquial de San Pedro Apóstol desde 1837), construida entre finales del siglo XVIII y principios del XIX sobre las ruinas del anterior templo del convento de los Franciscanos (derribado tras el terremoto de 1790, conservándose una capilla del antiguo convento, que alberga una imagen de la Virgen del Rocío).

Sigo direccón sur hasta llegar a la Plaza de la Virgen del Mar, donde se levanta la Iglesia de Santo Domingo (el Convento de Santo Domingo, fundado en el siglo XVI, ocupaba el solar de los actuales Templo de la Patrona, como es popularmente conocida esta iglesia, y Escuela de Artes y Oficios); restaurada tras los graves daños sufridos durante la Guerra Civil, custodia la imagen de la Virgen del Mar (talla policromada del siglo XIV, morena de rostro y portadora del Niño en su brazo derecho, aparecida en las playas de Torre García el 21 de diciembre de 1502), proclamada oficialmente Patrona de Almería en 1806 (y muy venerada por los almerienses). La iglesia es de planta de salón terminada en un altar abocinado, con un camarín en la parte superior decorado al estilo barroco, realizado por Perceval.

Adyacente al Santuario de la Virgen del Mar está la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, cuyo patio central (del siglo XVIII, que perteneció al antiguo convento de Santo Domingo) es hoy sede del Centro Andaluz de Fotografía, donde se celebran exposiciones y actividades culturales de la vida almeriense (el edificio fue también Instituto Provincial de Segunda Enseñanza durante la segunda mitad del siglo XIX y buena parte del XX, sustituyendo al primitivo Colegio de Humanidades).

Cruzo la Plaza Circular en dirección al Cargadero del Mineral (o Cable Inglés), que termina en la Playa de la Almadrabillas, junto al muelle de Levante. Es una prolongación de la vía férrea hasta el mar, construido entre 1902 y 1904 por la compañía minera inglesa The Alquife Mines Railway Company Limited, para abaratar los costes del transporte del mineral de hierro desde la estación de ferrocarril hasta el puerto (se extraía del yacimiento de la localidad granadina de Alquife). El mineral se embarcaba por gravedad, situándose los barcos a ambos lados del cargadero, a través de las vertederas en las bodegas de las embarcaciones; unas grandes tolvas laterales servían de contenedores y muelle de descarga. Es una obra maestra de la Arquitectura del Hierro de inicios del siglo XX, con la declaración de BIC en 1998, que es visitable, con acceso
libre y gratuito (aunque llegué un poco antes de que lo abrieran), desde donde puede disfrutarse de una magnífica panorámica de la ciudad.

Termino este “paseíco” nuevamente en el Paseo Marítimo (rebautizado con el nombre de la escritora rodalquileña Carmen de Burgos, la “Colombine”, autora, entre otras obras, de “Puñal de Claveles”), con la visión del Mediterráneo acompañándome en este tramo final.