Alba de Tormes-Deambulando por sus calles
near Alba de Tormes, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Acabada la aventura en Candelario y a salvo de bólidos y tormentas, marchamos hacia Alba de Tormes, para cumplir con el recorrido urbano. Elegimos el Bar Miratormes, curiosamente junto al Río Tormes, enfrente del Puente sobre el Tormes. Habiendo reservado mesa en el interior, aceptan acomodarnos en la terraza, porque dicen que no va a llover. La simpática camarera casadera, según confesó, en fecha próxima, pregunta, suponemos por nuestros ropajes, si venimos de cazar o pescar. Bromeamos con el tema, diciendo que venimos de caminar por la Sierra de Béjar, y que desde Candelario nos persigue, una negra nube con ganas de gresca. Mira al cielo y lanza un conjuro, avisando de que espera que no atraigamos la lluvia. Seguimos con la chanza de la "flor" de nuestro maestro de rutas, alegando con orgullo las veces que nos hemos salvado de terribles aguaceros. Repite el conjuro con mas fuerza y remata con "Espero que no llueva el día de mi boda". Le deseamos lo mejor, y nos dedicamos con prontitud a nutrir e hidratar nuestro venerables cuerpos. Casi acabado el banquete, nos alcanza la nube, convertida ya en nubarrón, y debemos trasladarnos, para evitar el chaparrón, a la reservada mesa del interior. Viene el dueño, y aunque con sorna nos acusa de traer con nosotros el agua, invita a una ronda de chupitos. Al haber escampado y sintiendonos reconfortados, salimos sin temor a rayos y centellas, para cumplir con nuestra obligación. A la espalda del aparcamiento, la imponente Basílica de Santa Teresa, ocupa todo el espacio que puede abarcar la vista, y nos acompaña su visión a lo largo de toda la calle. Sin apenas parpadear, enlazamos con la Iglésia de San Pedro, y superada esta, nos acercamos hasta el Castillo de los Duques de Alba. Aquí, a semejanza de Guarda, una joven pareja se dedica arrumacos, aunque por ser a la vista de todos, algo mas castos. Medio desdeñamos la Plaza de Toros, por ser de construcción moderna, y tras un largo paseo, llegamos al Convento de las Franciscanas. Nos sorprenden los mundanos ropajes de un grupo de monjas modernas, que bajando de su automóvil, aparcado frente a la puerta, se dirigen al interior con desenvoltura y donaire. Confiad en estas palabras, pues aunque no se adjunte el testimonio fotográfico, no es por falta de él, sino por, a nuestro juicio , carecer de valor artístico. Seguimos hasta el Monasterio de Benedictinas, que rotulan como "De Las Dueñas" los entendidos en la materia. Leyendo con atención el panel informativo, se las presenta como expertas en la elaboración de garrapiñadas almendras. La Iglésia de Santiago, albergando ahora el Museo de la Alferería, parece que dando la hora tuvo un gran papel en su día. Admiramos la fachada del Teatro de la Villa, las calles de la Judería, la Iglésia de San Juan de la Cruz, donde exponen motivos del Año Jubilar, el Museo Teresiano, el Convento de las Carmelitas...... Una interminable sucesión de hermosos edificios, que por su número, grandiosidad y santidad, abruman a humildes pecadores como nosotros. Estamos mas en nuestra salsa en la Plaza Mayor, donde a pesar de contar con otra iglésia, el Ayuntamiento, bares y carteles de propaganda de partidos políticos, nos dan pie a chanzas, sobre pactos y coaliciones, sin freno. Nos reponemos del desencanto de estar cerrado por reformas el Parque del Espolón, al llegar al Río Tormes, donde adictos como somos al espectáculo acuático, nos deleitamos con el juego de naturales luces del tímido sol sobre las aguas, del verdor que al cauce rodea y acompaña, y del a veces audible coro de trinos, de las aves que allí se cobijan. Avanza el atardecer y el, ahora, plomizo cielo nos amenaza con abrir de nuevo las compuertas. Entendemos el aviso, y volvemos a Ciudad Rodrigo, donde nos alojamos en estos días,
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
aviando nuestro "gordo amigo", unos sanos guisantes con huevo duro y jamón, para compensar anteriores gastronómicos desmanes, a los que no supimos poner freno.
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
aviando nuestro "gordo amigo", unos sanos guisantes con huevo duro y jamón, para compensar anteriores gastronómicos desmanes, a los que no supimos poner freno.
Waypoints
Comments (2)
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Ciudad monumetal
Una ruta muy completa