Ibón de Estanés, desde el parking de Sansanet
near Candanchú, Aragón (España)
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Situado a 1.754 metros de altitud, el ibón de Estanés, en aragonés ibón d'Estaners, se encuentra ubicado a los pies del cordal montañoso que domina el pico Acué, que hace frontera entre los valles del Aragón (España) y de Aspe (Francia).
Para la jornada de hoy nos decidimos por una ruta sencilla pero preciosa, empezando en tierras francesas desde el parking de Sansanet, atravesando el precioso valle d'Aspe, cubierto por una densa masa forestal compuesta mayormente por hayas y abetos, conocida como el Bois de Sansanet, por el que saldremos al cordal fronterizo, y desde allí, subiremos al ibón de Estanés siguiendo el GR.11 por el Puerto de Estanés.
Sobre las 10:30 tras bajar con cuidado por el puerto del Somport, llegamos hasta las inmediaciones del parking de Sansanet, cuyo acceso está cubierto por una gruesa capa de nieve dura, por lo que dejamos la furgoneta aparcada en un apeadero de la carretera, con capacidad para una media docena de vehículos.
Estamos a la sombra, el termómetro marca -6º, comemos un trozo de torta de manzana que hemos comprado en La Nave, mientras las manos se nos quedan heladas, por lo que rápidamente con las raquetas en las manos, nos ponemos en marcha, caminando por la carretera hasta el inicio de la pista de acceso al parking de Sansanet, donde nos calzamos las raquetas, para luego continuar en suave descenso hasta el área de Sansanet, que habitualmente se encuentra repleta de vehículos, donde comprobamos como los primeros rayos de sol comienzan a iluminar los montes circundantes, ganando terreno a las nubes.
Para entrar en calor, preferimos no detenernos y seguimos bajando por la pista dirección Sur/Oeste, hasta adentramos en el precioso bosque de hayas, cuyas ramas desnudas están cubierta de una fina capa de nieve, que da un toque de magia al Bois de Sansanet, roto tan solo por el sonido del agua de un arroyo, que cruza por medio de la pista hasta desembocar unos metros más abajo en el Gave d'Aspe, que sorteamos por una pasarela metálica, que nos sirve de perfecto mirador, para observar el transcurrir de las aguas entre el bosque, formando preciosas estampas.
Una vez en la margen izquierda, la huella que seguimos se bifurca en dos; por un lado se interna en el bosque paralela al cauce, y otra que se aleja del curso del río, que es por la que continuamos, atravesando un corto tramo en el que la nieve se ha desintegrado por el paso del agua, lo que nos obliga a caminar con las raquetas puestas, buscando las zonas más blandas para no dañar las puntas.
Nada más superarlo, avanzamos unos metros trazando una curva a la izquierda, hasta llegar a un cruce de caminos perfectamente señalizado, en el que dejamos a nuestra izquierda, el pequeño pero precioso recorrido del Tour du Val d'Aspe, para continuar por una pasarela cruzando un arroyo hacia el Lac d'Estaens, ya que todavía estamos en tierras francesas.
Después de unos primeros metros donde hemos perdido cota, a partir de este punto, comenzamos a ganar los cerca de 500 metros de desnivel positivo que nos quedan hasta llegar a la cubeta del Lac d'Estaens, en el que en suave ascenso nos adentramos de nuevo en el preciso Bois de Sansanet, en el cual comenzamos a ver algún bonito ejemplar de abeto, que se entremezclan con las hayas, donde los rayos de sol se filtran entre sus desnudas ramas, que a medida que vamos subiendo la fina capa que tenían más abajo, aumenta de espesor.
Tomando de referencia las marcas blancas y rojas de la Alta Ruta Pirenaica (HRP) que desde el mar Cantábrico recorre toda la frontera francoespañola hasta finalizar en el mar Mediterráneo, enlazamos tras realizar un par de lazadas a la pista por la que discurre la Senda de Camille, por la que continuamos dirección Sur, comprobando como el cielo está prácticamente despejado.
Pausadamente, caminamos por la amplia pista delimitada por el precioso bosque, que a medida que avanzamos se va diluyendo, hasta que sobre la cota 1.405 metros, alcanzamos una bifurcación perfectamente señalizada, en la que hacemos una pequeña pausa, para disfrutar a nuestras espaldas de las montañas del sector de Candanchú, donde las nubes intentan a duras penas aferrarse a la cima de la Zapatilla.
Oteando el horizonte, vemos como la huella que seguimos se aleja de las indicaciones, y se dirige hacia la Cabane d'Escouret, que en verano vende queso, para evitar subir de forma directa la loma, que con las raquetas se torna complicada de superar debido a la fuerte pendiente, por lo que intuimos que ambas opciones se juntarán más arriba.
Para ir a lo seguro, decidimos hacer caso al cartel, así que en este punto, abandonamos la pista principal que muere unos metros más adelante en la cabaña, para tomar el sendero cubierto por la nieve, por el que abriendo huella, comenzamos a remontar la loma en fuerte ascenso, trazando continuas lazadas para reducir lo máximo posible el esfuerzo, dando de vez en cuando algún que otro resbalón.
Tras varios minutos luchando con la nieve, llegamos a media ladera, y comprobamos como efectivamente la huella que iba hacia la Cabane d'Escouret, acaba enlazando aquí con el sendero original, donde aprovechamos que estamos a resguardo del viento y que el sol calienta de lo lindo, para quitarnos una capa intermedia de ropa, mientras observamos como los elementos han moldeado un bonito ejemplar de sabina, ahora cubierta por un grueso manto de nieve.
Como aún nos queda mucho camino, apenas nos detenemos, echamos un trago de agua, sacamos unas barritas energéticas para comer sobre la marcha, para acto seguido, continuar dirección Oeste por el precioso sendero, que rápidamente nos lleva por las lindes del Bois de Sansanet, donde las densas ramas de los abetos, nos ofrecen un marco incomparable para fotografiar el pico La Raca, mientras más arriba las desnudas ramas de las hayas, permiten penetrar el sol, creando bonitos contraluces.
Unos metros más adelante, salimos a una vaguada, por la que descendemos hasta las aguas de un arroyo afluente del Gave d'Aspe, que vadeamos sin tocar el agua por la parte más estrecha, para continuar el ascenso hacia el Lac d'Estaens, dejando a nuestra derecha los restos de una antigua construcción, hoy cubierta casi en su totalidad por la nieve, que nos muestra el importante manto de nieve que hay fuera del sendero, hasta que cerca del bosque, echamos una mirada atrás para disfrutar del pico de La Raca, y como detrás emerge la figura del Vértice de Anayet.
Superado este escollo, la pendiente se suaviza, avanzamos unos metros hasta llegar a las lindes del bosque, al que parecía que nos íbamos a meter de lleno, pero la huella en este punto realiza un brusco giro de 180º a la izquierda, que tras salvar un pequeño escalón, nos deja en un pasillo entre arbustos, desde el que disfrutamos de las vistas hacia la zona del Candanchú, mientras vamos rodeando el bosque, hasta internarnos en él, por un precioso túnel natural formado por las ramas de los árboles, que tras salir de él, nos deja en una última rampa, por la que llegamos a la Muga 292, que delimita la frontera entre Francia y España.
Las vistas desde la frontera son escandalosas, ya que podemos apreciar en primer plano la muralla compuesta por calizas y areniscas de origen glaciar, que conforma el circo de Aspe, cuyas principales cimas podemos apreciar desde aquí, destacando sin duda con sus 2.640 metros su máxima elevación, el pico Aspe, que junto con la Llena de la Garganta y Llena del Bozo (está última no se ve desde está perspectiva), son las tres montañas que conforman el circo, que se ubica al Suroeste de Candanchú, dentro del término municipal de Anso, ya en tierras oscenses.
Según indican en algunas publicaciones, Aspe significa “bajo la peña”, por los acantilados que rodean el circo, al pie de los cuales nace el barranco de la Chorrata de Aspe, que podemos ver desde este lugar tirando un poco de zoom, al que se accedía hasta hace unos años por el conocido Paso de la Chorrata, que se utilizaba siguiendo el GR.11 para pasar al otro lado del valle, pero que actualmente a quedado en desuso debido a la inestabilidad del terreno, por lo cual ahora es poco frecuentado, siendo sustituido por otros más sencillos ,como el Paso de Aspe o por el Puerto de Aisa.
Permanecemos largo rato en la divisoria inmortalizando el momento, sin darnos cuenta de que el tiempo vuela, así que tras ajustar un poco las raquetas, nos ponemos de nuevo en marcha, caminando por la línea fronteriza virando poco a poco hacia el Oeste, dejando atrás las montañas del valle de Astún, que preside en primer plano el pico La Raca, detrás el Vértice de Anayet y a la derecha la canal de Izás.
Unos metros más adelante, ya en tierras oscenses, enlazamos con la Senda Pirenaica del GR.11 que viene desde Candanchú, el cual durante 840 kilómetros recorre toda la cordillera de los pirineos, desde el cabo de Higuer en el mar Cantábrico, hasta el cabo de Creus en el mar Mediterráneo, que pudimos disfrutar cuando estuvimos de vacaciones hace unos años en la Costa Brava, donde tenemos una amplia panorámica de la cabecera del valle de Aspe, en el que podemos apreciar a simple vista la Tuca Blanca, el pico Aspe, la Llena de la Garganta , Labata, Ruabe del Bozo, Lie Labata e incluso la Zapatilla en la zona de Candanchú.
Siguiendo la huella, de camino nos encontramos con una pareja que nos indica que el acceso al ibón de Estanés por el Puerto de Estanés, tiene una huella inicial que más adelante se pierde, siendo el avance muy penoso por la cantidad de nieve que hay, por lo cual han decidido darse la vuelta.
Nosotros de momento preferimos verlo insitu, y luego evaluar las opciones, así que disfrutando de las vistas, continuamos hasta el final de la loma, para iniciar un corto descenso hasta llegar a la altura del barranco de desagüe del ibón de Estanes, en el que comprobamos como dos montañeros franceses que nos han pasado hace un rato van abriendo huella.
Observando su avance bastante lento, imaginamos que no tardarán en darse la vuelta, ya que ese es trabajo para un grupo más numeroso, así que sobre la marcha, decidimos activar el plan B, que es ir por las lomas de la Mujer Muerta, que nos permitirá rodear el Puerto de Estanés por la parte alta, estando más expuesto al fuerte viento que vemos que azota las cimas levantando la nieve.
Dicho y hecho, continuamos dirección Norte/Oeste tomando de referencia la huella fresca hecha por los esquíes, que inteligentemente va trazando largas lazadas, que nos permiten subir cómodamente por un extremo de la ladera, mientras a nuestra izquierda, observamos a una pareja de esquiadores que descienden por la ladera, cerca de donde se encuentra los dos montañeros franceses que han decido darse la vuelta, y más al fondo la llamativa figura del pico Liouviella, junto con la Cúpula de Secús, que nos indican la ubicación del Ibón de Estanés.
A medida que ascendemos, vamos saliendo del embudo que nos protegía del viento, que a cada paso comienza a notarse más. Una vez alcanzamos la parte alta de las lomas de la Mujer Muerta, el viento que ha borrado la huella que seguimos nos golpea con virulencia, por lo cual dirección Oeste intentamos acercarnos lo máximo posible al borde de la loma, dejando una distancia de seguridad evitando las cornisas, que podrían desprenderse a nuestro paso.
La fina capa de nieve costra que el viento ha dejado en esta zona, nos permite avanzar rápidamente, a excepción de una pequeña elevación, que a resguardo del viento mantiene algo más de espesor, pero que en unas pocas lazadas la salvamos sin apenas complicaciones, para acto seguido volver a perder los metros ganados, hasta llegar al final de las lomas de la Mujer Muerta, desde la que observamos en lo hondo el ibón de Estanés completamente helado, en el que se encuentra un grupo descansando.
Mirando alrededor, vemos que la huella dejada por el grupo se encuentra a media ladera, pero no vemos el inicio, así que para no complicarnos la vida, y esperando que en esa zona la capa de nieve sea mayor y por la acción del sol este blanda, decidimos iniciar el descenso lo más directo posible hacia la cubeta del ibón, donde rápidamente corroboramos que la nieve está blanda, así que a modo de esquíes utilizamos las raquetas para deslizarnos por la ladera, alcanzando tras algo más de tres horas el ibón de Estanés, de origen glaciar que actualmente se encuentra represado, abasteciendo de agua a la central eléctrica de Espélunguére.
Aprovechamos que estamos al resguardo del viento, para hacer una larga parada, comemos, bebemos, mientras disfrutamos de la amplia panorámica que este idílico lugar nos ofrece, en el que sin duda destacan la puntiaguda forma del pico Leouville, la Cúpula de Secús, el pico Secús y el Acué que es la montaña más elevada del cordal fronterizo que separa el valle del Aragón Subordan del valle de Aspe, que por el conocido paso de Escalé nos hubiera gustado pasar al valle de Aguas Tuertas, si el peligro de aludes hubiese sido menor, donde si agudizamos la vista también podemos identificar algunas de las principales cimas de los pirineos occidentales como el Castillo d'Acher, el Mallo de Acherito o el Petretxema.
Para la vuelta, valoramos las diferentes opciones que tenemos, pero lo más lógico es regresar por las lomas de la Mujer Muerta, aunque vemos que el grupo de franceses se marcha en dirección al Puerto de Estanés, por lo que cambiamos rápidamente de planes, y decidimos aprovechar la huella que nos van abrir, para realizar un pequeño tramo circular.
Como ellos avanzarán más lentos, esperamos unos minutos disfrutando de tan idílico lugar, hasta que pasadas las dos de la tarde, comenzamos a rodear la cubeta hasta enlazar con la huella, por la que continuamos paralelos al barranco de desagüe del ibón de Estanés, que contemplamos por última vez cuando alcanzamos el Puerto de Estanés, que unos metros mas adelante desaparece, tapado por las lomas de la Mujer Muerta, cubiertas por una espesa capa de merengue.
A resguardo del viento, avanzamos cómodamente dirección Este por terreno llano, evitando salirnos de la huella, que cuando lo hacemos adrede o accidentalmente, acabamos hundidos por encima de la rodilla, hasta que poco a poco se va abriendo pudiendo disfrutar de nuevo de las montañas del valle de Astún, donde aparece por primera vez la figura del pico Anayet, hasta convertirse en un bonito valle sinclinal, por el que nos vamos alejando del curso del barranco, que dos montañeros van remontando, dejando la huella iniciada esta mañana para enlazar con este otro, donde podemos apreciar ambas huellas, y como el grupo está llegando al cruce de senderos, que nosotros alcanzamos en apenas cinco minutos.
Ya por terreno conocido, tan solo nos queda desandar hasta el aparcamiento de Sansanet, con más de dos horas de luz de margen, así que tras subir a lo alto de la loma, iniciamos el descenso de forma directa, disfrutando de las vistas tanto del valle de Astún como del circo de Aspe, donde el viento sigue azotando las cimas, alcanzando al grupo de franceses que nos han abierto huella, y llegando rápidamente a la linea fronteriza, en la que hacemos una pausa, para fotografiar de nuevo el circo de Aspe, utilizando la naturaleza para quitarnos el sol, que se eleva justo por encima de la Tuca Blanca.
Aprovechamos que pega el sol para ponernos algo de ropa, ya que la temperatura empieza a bajar, y más de la mitad del trayecto que queda lo vamos a pasar a la sombra. Después, continuamos con el descenso, alternando preciosos tramos de bosque, con otros a cielo abierto, donde nos vamos deteniendo para disfrutar del espectacular entorno que nos rodea, y en el que al salir del bosque localizamos la cabane d'Escouret, donde está vez preferimos dar un rodeo y bajar suavemente que hacerlo de forma directa.
Pasada la cabaña que sigue cerrada, enlazamos con la Senda de Camille por la que nos adentramos definitivamente en el Bois de Sansanet, en el que a diferencia de está mañana, la ausencia de nubes nos permite disfrutar desde una nueva perspectiva el circo de Aspe, que perdemos tras abandonar la pista principal, y coger el sendero por el vamos suavemente perdiendo desnivel hasta llegar a la altura del Gave d'Aspe, en el que hacemos una breve pausa para disfrutar del discurrir de sus aguas por medio del bosque.
Ahora ya, tan solo nos queda remontar la pista de acceso al área de Sansanet, que dejamos a nuestra izquierda tras vadear un arroyo, y bajo la sombra de una haya, fotografiamos por última vez el circo de Aspe, saliendo a la carretera y dando por finalizado este espectacular recorrido, al que sin duda regresaré con los chicos esta primavera para cuando las hayas tengan hoja, pero está vez en circular subiendo por el valle d'Espelunguère.
P.D.: Tiempo en movimiento: 3 horas
Para la jornada de hoy nos decidimos por una ruta sencilla pero preciosa, empezando en tierras francesas desde el parking de Sansanet, atravesando el precioso valle d'Aspe, cubierto por una densa masa forestal compuesta mayormente por hayas y abetos, conocida como el Bois de Sansanet, por el que saldremos al cordal fronterizo, y desde allí, subiremos al ibón de Estanés siguiendo el GR.11 por el Puerto de Estanés.
Sobre las 10:30 tras bajar con cuidado por el puerto del Somport, llegamos hasta las inmediaciones del parking de Sansanet, cuyo acceso está cubierto por una gruesa capa de nieve dura, por lo que dejamos la furgoneta aparcada en un apeadero de la carretera, con capacidad para una media docena de vehículos.
Estamos a la sombra, el termómetro marca -6º, comemos un trozo de torta de manzana que hemos comprado en La Nave, mientras las manos se nos quedan heladas, por lo que rápidamente con las raquetas en las manos, nos ponemos en marcha, caminando por la carretera hasta el inicio de la pista de acceso al parking de Sansanet, donde nos calzamos las raquetas, para luego continuar en suave descenso hasta el área de Sansanet, que habitualmente se encuentra repleta de vehículos, donde comprobamos como los primeros rayos de sol comienzan a iluminar los montes circundantes, ganando terreno a las nubes.
Para entrar en calor, preferimos no detenernos y seguimos bajando por la pista dirección Sur/Oeste, hasta adentramos en el precioso bosque de hayas, cuyas ramas desnudas están cubierta de una fina capa de nieve, que da un toque de magia al Bois de Sansanet, roto tan solo por el sonido del agua de un arroyo, que cruza por medio de la pista hasta desembocar unos metros más abajo en el Gave d'Aspe, que sorteamos por una pasarela metálica, que nos sirve de perfecto mirador, para observar el transcurrir de las aguas entre el bosque, formando preciosas estampas.
Una vez en la margen izquierda, la huella que seguimos se bifurca en dos; por un lado se interna en el bosque paralela al cauce, y otra que se aleja del curso del río, que es por la que continuamos, atravesando un corto tramo en el que la nieve se ha desintegrado por el paso del agua, lo que nos obliga a caminar con las raquetas puestas, buscando las zonas más blandas para no dañar las puntas.
Nada más superarlo, avanzamos unos metros trazando una curva a la izquierda, hasta llegar a un cruce de caminos perfectamente señalizado, en el que dejamos a nuestra izquierda, el pequeño pero precioso recorrido del Tour du Val d'Aspe, para continuar por una pasarela cruzando un arroyo hacia el Lac d'Estaens, ya que todavía estamos en tierras francesas.
Después de unos primeros metros donde hemos perdido cota, a partir de este punto, comenzamos a ganar los cerca de 500 metros de desnivel positivo que nos quedan hasta llegar a la cubeta del Lac d'Estaens, en el que en suave ascenso nos adentramos de nuevo en el preciso Bois de Sansanet, en el cual comenzamos a ver algún bonito ejemplar de abeto, que se entremezclan con las hayas, donde los rayos de sol se filtran entre sus desnudas ramas, que a medida que vamos subiendo la fina capa que tenían más abajo, aumenta de espesor.
Tomando de referencia las marcas blancas y rojas de la Alta Ruta Pirenaica (HRP) que desde el mar Cantábrico recorre toda la frontera francoespañola hasta finalizar en el mar Mediterráneo, enlazamos tras realizar un par de lazadas a la pista por la que discurre la Senda de Camille, por la que continuamos dirección Sur, comprobando como el cielo está prácticamente despejado.
Pausadamente, caminamos por la amplia pista delimitada por el precioso bosque, que a medida que avanzamos se va diluyendo, hasta que sobre la cota 1.405 metros, alcanzamos una bifurcación perfectamente señalizada, en la que hacemos una pequeña pausa, para disfrutar a nuestras espaldas de las montañas del sector de Candanchú, donde las nubes intentan a duras penas aferrarse a la cima de la Zapatilla.
Oteando el horizonte, vemos como la huella que seguimos se aleja de las indicaciones, y se dirige hacia la Cabane d'Escouret, que en verano vende queso, para evitar subir de forma directa la loma, que con las raquetas se torna complicada de superar debido a la fuerte pendiente, por lo que intuimos que ambas opciones se juntarán más arriba.
Para ir a lo seguro, decidimos hacer caso al cartel, así que en este punto, abandonamos la pista principal que muere unos metros más adelante en la cabaña, para tomar el sendero cubierto por la nieve, por el que abriendo huella, comenzamos a remontar la loma en fuerte ascenso, trazando continuas lazadas para reducir lo máximo posible el esfuerzo, dando de vez en cuando algún que otro resbalón.
Tras varios minutos luchando con la nieve, llegamos a media ladera, y comprobamos como efectivamente la huella que iba hacia la Cabane d'Escouret, acaba enlazando aquí con el sendero original, donde aprovechamos que estamos a resguardo del viento y que el sol calienta de lo lindo, para quitarnos una capa intermedia de ropa, mientras observamos como los elementos han moldeado un bonito ejemplar de sabina, ahora cubierta por un grueso manto de nieve.
Como aún nos queda mucho camino, apenas nos detenemos, echamos un trago de agua, sacamos unas barritas energéticas para comer sobre la marcha, para acto seguido, continuar dirección Oeste por el precioso sendero, que rápidamente nos lleva por las lindes del Bois de Sansanet, donde las densas ramas de los abetos, nos ofrecen un marco incomparable para fotografiar el pico La Raca, mientras más arriba las desnudas ramas de las hayas, permiten penetrar el sol, creando bonitos contraluces.
Unos metros más adelante, salimos a una vaguada, por la que descendemos hasta las aguas de un arroyo afluente del Gave d'Aspe, que vadeamos sin tocar el agua por la parte más estrecha, para continuar el ascenso hacia el Lac d'Estaens, dejando a nuestra derecha los restos de una antigua construcción, hoy cubierta casi en su totalidad por la nieve, que nos muestra el importante manto de nieve que hay fuera del sendero, hasta que cerca del bosque, echamos una mirada atrás para disfrutar del pico de La Raca, y como detrás emerge la figura del Vértice de Anayet.
Superado este escollo, la pendiente se suaviza, avanzamos unos metros hasta llegar a las lindes del bosque, al que parecía que nos íbamos a meter de lleno, pero la huella en este punto realiza un brusco giro de 180º a la izquierda, que tras salvar un pequeño escalón, nos deja en un pasillo entre arbustos, desde el que disfrutamos de las vistas hacia la zona del Candanchú, mientras vamos rodeando el bosque, hasta internarnos en él, por un precioso túnel natural formado por las ramas de los árboles, que tras salir de él, nos deja en una última rampa, por la que llegamos a la Muga 292, que delimita la frontera entre Francia y España.
Las vistas desde la frontera son escandalosas, ya que podemos apreciar en primer plano la muralla compuesta por calizas y areniscas de origen glaciar, que conforma el circo de Aspe, cuyas principales cimas podemos apreciar desde aquí, destacando sin duda con sus 2.640 metros su máxima elevación, el pico Aspe, que junto con la Llena de la Garganta y Llena del Bozo (está última no se ve desde está perspectiva), son las tres montañas que conforman el circo, que se ubica al Suroeste de Candanchú, dentro del término municipal de Anso, ya en tierras oscenses.
Según indican en algunas publicaciones, Aspe significa “bajo la peña”, por los acantilados que rodean el circo, al pie de los cuales nace el barranco de la Chorrata de Aspe, que podemos ver desde este lugar tirando un poco de zoom, al que se accedía hasta hace unos años por el conocido Paso de la Chorrata, que se utilizaba siguiendo el GR.11 para pasar al otro lado del valle, pero que actualmente a quedado en desuso debido a la inestabilidad del terreno, por lo cual ahora es poco frecuentado, siendo sustituido por otros más sencillos ,como el Paso de Aspe o por el Puerto de Aisa.
Permanecemos largo rato en la divisoria inmortalizando el momento, sin darnos cuenta de que el tiempo vuela, así que tras ajustar un poco las raquetas, nos ponemos de nuevo en marcha, caminando por la línea fronteriza virando poco a poco hacia el Oeste, dejando atrás las montañas del valle de Astún, que preside en primer plano el pico La Raca, detrás el Vértice de Anayet y a la derecha la canal de Izás.
Unos metros más adelante, ya en tierras oscenses, enlazamos con la Senda Pirenaica del GR.11 que viene desde Candanchú, el cual durante 840 kilómetros recorre toda la cordillera de los pirineos, desde el cabo de Higuer en el mar Cantábrico, hasta el cabo de Creus en el mar Mediterráneo, que pudimos disfrutar cuando estuvimos de vacaciones hace unos años en la Costa Brava, donde tenemos una amplia panorámica de la cabecera del valle de Aspe, en el que podemos apreciar a simple vista la Tuca Blanca, el pico Aspe, la Llena de la Garganta , Labata, Ruabe del Bozo, Lie Labata e incluso la Zapatilla en la zona de Candanchú.
Siguiendo la huella, de camino nos encontramos con una pareja que nos indica que el acceso al ibón de Estanés por el Puerto de Estanés, tiene una huella inicial que más adelante se pierde, siendo el avance muy penoso por la cantidad de nieve que hay, por lo cual han decidido darse la vuelta.
Nosotros de momento preferimos verlo insitu, y luego evaluar las opciones, así que disfrutando de las vistas, continuamos hasta el final de la loma, para iniciar un corto descenso hasta llegar a la altura del barranco de desagüe del ibón de Estanes, en el que comprobamos como dos montañeros franceses que nos han pasado hace un rato van abriendo huella.
Observando su avance bastante lento, imaginamos que no tardarán en darse la vuelta, ya que ese es trabajo para un grupo más numeroso, así que sobre la marcha, decidimos activar el plan B, que es ir por las lomas de la Mujer Muerta, que nos permitirá rodear el Puerto de Estanés por la parte alta, estando más expuesto al fuerte viento que vemos que azota las cimas levantando la nieve.
Dicho y hecho, continuamos dirección Norte/Oeste tomando de referencia la huella fresca hecha por los esquíes, que inteligentemente va trazando largas lazadas, que nos permiten subir cómodamente por un extremo de la ladera, mientras a nuestra izquierda, observamos a una pareja de esquiadores que descienden por la ladera, cerca de donde se encuentra los dos montañeros franceses que han decido darse la vuelta, y más al fondo la llamativa figura del pico Liouviella, junto con la Cúpula de Secús, que nos indican la ubicación del Ibón de Estanés.
A medida que ascendemos, vamos saliendo del embudo que nos protegía del viento, que a cada paso comienza a notarse más. Una vez alcanzamos la parte alta de las lomas de la Mujer Muerta, el viento que ha borrado la huella que seguimos nos golpea con virulencia, por lo cual dirección Oeste intentamos acercarnos lo máximo posible al borde de la loma, dejando una distancia de seguridad evitando las cornisas, que podrían desprenderse a nuestro paso.
La fina capa de nieve costra que el viento ha dejado en esta zona, nos permite avanzar rápidamente, a excepción de una pequeña elevación, que a resguardo del viento mantiene algo más de espesor, pero que en unas pocas lazadas la salvamos sin apenas complicaciones, para acto seguido volver a perder los metros ganados, hasta llegar al final de las lomas de la Mujer Muerta, desde la que observamos en lo hondo el ibón de Estanés completamente helado, en el que se encuentra un grupo descansando.
Mirando alrededor, vemos que la huella dejada por el grupo se encuentra a media ladera, pero no vemos el inicio, así que para no complicarnos la vida, y esperando que en esa zona la capa de nieve sea mayor y por la acción del sol este blanda, decidimos iniciar el descenso lo más directo posible hacia la cubeta del ibón, donde rápidamente corroboramos que la nieve está blanda, así que a modo de esquíes utilizamos las raquetas para deslizarnos por la ladera, alcanzando tras algo más de tres horas el ibón de Estanés, de origen glaciar que actualmente se encuentra represado, abasteciendo de agua a la central eléctrica de Espélunguére.
Aprovechamos que estamos al resguardo del viento, para hacer una larga parada, comemos, bebemos, mientras disfrutamos de la amplia panorámica que este idílico lugar nos ofrece, en el que sin duda destacan la puntiaguda forma del pico Leouville, la Cúpula de Secús, el pico Secús y el Acué que es la montaña más elevada del cordal fronterizo que separa el valle del Aragón Subordan del valle de Aspe, que por el conocido paso de Escalé nos hubiera gustado pasar al valle de Aguas Tuertas, si el peligro de aludes hubiese sido menor, donde si agudizamos la vista también podemos identificar algunas de las principales cimas de los pirineos occidentales como el Castillo d'Acher, el Mallo de Acherito o el Petretxema.
Para la vuelta, valoramos las diferentes opciones que tenemos, pero lo más lógico es regresar por las lomas de la Mujer Muerta, aunque vemos que el grupo de franceses se marcha en dirección al Puerto de Estanés, por lo que cambiamos rápidamente de planes, y decidimos aprovechar la huella que nos van abrir, para realizar un pequeño tramo circular.
Como ellos avanzarán más lentos, esperamos unos minutos disfrutando de tan idílico lugar, hasta que pasadas las dos de la tarde, comenzamos a rodear la cubeta hasta enlazar con la huella, por la que continuamos paralelos al barranco de desagüe del ibón de Estanés, que contemplamos por última vez cuando alcanzamos el Puerto de Estanés, que unos metros mas adelante desaparece, tapado por las lomas de la Mujer Muerta, cubiertas por una espesa capa de merengue.
A resguardo del viento, avanzamos cómodamente dirección Este por terreno llano, evitando salirnos de la huella, que cuando lo hacemos adrede o accidentalmente, acabamos hundidos por encima de la rodilla, hasta que poco a poco se va abriendo pudiendo disfrutar de nuevo de las montañas del valle de Astún, donde aparece por primera vez la figura del pico Anayet, hasta convertirse en un bonito valle sinclinal, por el que nos vamos alejando del curso del barranco, que dos montañeros van remontando, dejando la huella iniciada esta mañana para enlazar con este otro, donde podemos apreciar ambas huellas, y como el grupo está llegando al cruce de senderos, que nosotros alcanzamos en apenas cinco minutos.
Ya por terreno conocido, tan solo nos queda desandar hasta el aparcamiento de Sansanet, con más de dos horas de luz de margen, así que tras subir a lo alto de la loma, iniciamos el descenso de forma directa, disfrutando de las vistas tanto del valle de Astún como del circo de Aspe, donde el viento sigue azotando las cimas, alcanzando al grupo de franceses que nos han abierto huella, y llegando rápidamente a la linea fronteriza, en la que hacemos una pausa, para fotografiar de nuevo el circo de Aspe, utilizando la naturaleza para quitarnos el sol, que se eleva justo por encima de la Tuca Blanca.
Aprovechamos que pega el sol para ponernos algo de ropa, ya que la temperatura empieza a bajar, y más de la mitad del trayecto que queda lo vamos a pasar a la sombra. Después, continuamos con el descenso, alternando preciosos tramos de bosque, con otros a cielo abierto, donde nos vamos deteniendo para disfrutar del espectacular entorno que nos rodea, y en el que al salir del bosque localizamos la cabane d'Escouret, donde está vez preferimos dar un rodeo y bajar suavemente que hacerlo de forma directa.
Pasada la cabaña que sigue cerrada, enlazamos con la Senda de Camille por la que nos adentramos definitivamente en el Bois de Sansanet, en el que a diferencia de está mañana, la ausencia de nubes nos permite disfrutar desde una nueva perspectiva el circo de Aspe, que perdemos tras abandonar la pista principal, y coger el sendero por el vamos suavemente perdiendo desnivel hasta llegar a la altura del Gave d'Aspe, en el que hacemos una breve pausa para disfrutar del discurrir de sus aguas por medio del bosque.
Ahora ya, tan solo nos queda remontar la pista de acceso al área de Sansanet, que dejamos a nuestra izquierda tras vadear un arroyo, y bajo la sombra de una haya, fotografiamos por última vez el circo de Aspe, saliendo a la carretera y dando por finalizado este espectacular recorrido, al que sin duda regresaré con los chicos esta primavera para cuando las hayas tengan hoja, pero está vez en circular subiendo por el valle d'Espelunguère.
P.D.: Tiempo en movimiento: 3 horas
Waypoints
Car park
0 ft
Parking de Sansanet
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Easy to follow
Scenery
Easy
El principio se desarrolla por un extenso hayedo por pista muy marcada. Una vez fuera de este entorno el camino evidente continúa por amplias praderas hasta el mismo Ibón de Estanés.
Es un trayecto fácil, familiar, aunque hay tramos con pendiente acusada
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Easy to follow
Scenery
Easy
Ruta muy bonita y sencilla para iniciarse con raquetas!!!