Kungsleden, el Camino del Rey. Día 1: De Abisko a Abiskojaure

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Kungsleden, 105 km de recorrido del Camino del Rey en la Laponia Sueca.

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Día 1. De Abisko Turiststation a Abiskojaure – 15 km.

El primer día de ruta amanece muy desapacible. Sopla mucho aire, hace mucho frío, y estoy encantado.

Nos distribuimos el peso. Cada uno lleva una pulka, con sus cosas y parte de la comida. Arrastrando el trineo sobre la nieve, el peso apenas se nota. Como vamos a dormir en refugios, no llevamos tienda. Es una forma de desplazarse bastante cómoda.

Para llegar al inicio del camino, retrocedemos hacia la estación de tren. Al cruzar la carretera, vamos a la derecha, y ahí está el inicio. Está perfectamente señalizado. Tal vez demasiado perfectamente. Todo el recorrido está marcado con postes con grandes cruces rojas, separadas entre sí apenas cincuenta metros. Es un poco agobiante tanta señal, pero en caso de ventisca, seguramente venga bien.

Empezamos cruzando un bosquecillo de abedules. El viento va deteniéndose poco a poco; la nieve sigue cayendo. El avance se vuelve mucho más cómodo. Por fortuna, la huella está bien marcada, por la gran cantidad de excursionistas y motos de nieve que recorren la ruta. Nos vamos a cruzar con mucha gente que viaja por el Kungsleden, en general en esquís.

Avanzamos a buen ritmo, pero sin prisa. Cada poco tiempo nos detenemos a hidratarnos y a disfrutar del paisaje nevado. Toda esta zona está llena de ríos, arroyos y lagos, que en otro momento pueden ser una molestia. Ahora no: todo está cubierto de nieve, y avanzamos sin preocupaciones sobre dónde estamos pisando. De vez en cuando, un puente nos advierte de que estamos andando sobre un río.

El día se va abriendo, y hasta podemos ver algún trozo de cielo azul. Finalmente, cuando entramos en el lago Abiskujávri, las nubes acaban yéndose y el cielo se despeja. El paisaje cambia muchísimo cuando hay luz. Se distinguen las montañas a nuestro alrededor, totalmente nevadas. Antes todo era blanco con pegotes negros.

Nos queda un buen rato hasta llegar a Abiskojaure, que se medio adivina al final del lago, cuando vuelven a aparecer los árboles. Estamos andando por una amplísima extensión de terreno llano. En verano tendríamos que rodear el agua por algún sendero junto a la orilla.

Poco a poco, acabamos llegando al refugio. Todos los alojamientos que vamos a visitar son más o menos similares. Varias cabañas, con cocina de gas, pero sin agua ni calefacción. El agua hay que ir a buscarla al río. Generalmente hay sauna, pero no en todas las ocasiones. Las personas que se encargan de administrar los distintos refugios son voluntarias.

En comparación con las cabañas que he visitado en la Laponia Finlandesa, esto es un lujo. Allí no había gas, se cocinaba con leña, y casi siempre había que fundir nieve para conseguir agua.

Hoy tenemos sauna. Tiene horarios separados por sexo. Primero para mujeres, luego para hombres, y luego mixta. Es un inventazo lo de la sauna. No es solo que elimina el cansancio del día, sino que te permite darte una ducha, que en estos parajes es algo bastante complicado de hacer. En la entrada hay perchas para la ropa, luego la zona de las “duchas”, en la que hay contenedores con agua fría y caliente, y con unas palanganas te haces un apaño, y después la sauna en sí. Tras un rato sudando de lo lindo, la parte fría de la sauna se puede hacer con el agua de la sala contigua, o directamente revolcándose en la nieve del exterior. Esta es la opción más divertida, sin duda. Todo el mundo debería revolcarse en pelotas en la nieve en algún momento de su vida.

Pero antes de ir a la sauna hay que coger agua para cocinar. El punto de extracción está en el lago, marcado con unos palos. Un enorme tapón bloquea un agujero excavado en el hielo. Allí se lanza un cubo, que se recoge y se vacía en unos grandes bidones que se usan para cocinar y beber. También hay que ir reponiendo el agua de la sauna, que se va gastando.

En todas las cabañas hay un sistema similar de uso del agua. Un par de cubos de agua limpia, donde se van descargando los bidones. Esa agua se usa para beber o cocinar. Luego hay un par de piletas para fregar. En una se enjabona y en la otra se enjuaga. El agua sucia acaba en otro par de cubos, y de allí se deposita en un depósito en el exterior.

Las letrinas, como siempre, están algo apartadas de las cabañas, y son tan desagradables como de costumbre. Aunque en invierno no huelen demasiado, la verdad. Está todo congelado.

También hay una leñera bien surtida, de la que traemos madera para la estufa de la cabaña.

Resto de días del recorrido.

Día 0: Introducción al Kungsleden.
Día 2: De Abiskojaure a Alesjaure.
Día 3: De Alesjaure a Tjäktja.
Día 4: De Tjäktja a Sälka.
Día 5: De Sälka a Singi.
Día 6: De Singi a Kebnekaise.
Día 7: De Kebnekaise a Nikkaluokta.

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