MAPOMA 2009

C58(2009-3) M12(2009-2)

D 1021
dH; ChampionChip blanco
P 872/7839 (88,9)
VetEM (40-44a) 187/1648 (88,6)

GF305: 42,853 Km (4:30)

1ª media 1:29:33 (4:15)
2ª media 1:43:29 (4:54)

Llego muy bajo de tiradas largas, que es mi punto débil desde hace bastante tiempo. Tengo que hacer más tiradas largas.

El día despierta templado, sin ninguna sensación de frío, pero absolutamente nublado y amenazando lluvia. Camino desde el hotel (Apartamentos Don Ramón de la Cruz) hasta Colón, llegando en apenas 10 minutos, y ya comienzan a caer tímidamente las primeras gotas. En la marabunta de la zona de salida, oímos los aviones, pero hay demasiadas nubes y este año parece que no va a haber paracaidistas.
Salgo despacio, sorteando a gente muy lenta -se empeñan em colocarse bien adelante, a pesar de que se nos miden tiempos netos- y sin perder de vista los globos de los pacemarkers. Apenas empezamos a correr y ya llueve con fuerza. Me cuesta más de 2 Km alcanzar a los pacemarkers de 3:00:00, pero lo consigo y me pego a ellos, dispuesto a seguir su ritmo. Pronto -aproximadamente en el Km 9- me doy cuenta de que estos tipos van a toda pastilla y que su ritmo anda por los 4:05, no por los 4:15 que realmente marcan. Yo no puedo seguir esa velocidad, si es que quiero terminar. Por eso decido frenar un poco, dejarlos ir y guiarme por los parciales de cada Km del Garmin. De hecho, en muchos Km tengo que frenarme y contenerme. Todo va perfecto. La tripa va perfecta. Las sensaciones van perfectas. Me noto sobrado y tengo que frenarme. Bebo en el Km 10 y el agua me sienta de maravilla. Por el momento sólo hay un fallo, los pies empapados por los charcos y la lluvia, que seguro me pasarán factura.
Llegamos a Hortalezas -Km 17- y una chica del público se levanta la camiseta para enseñarnos su sujetador rojo y su delantera. Gran Vía, Callao, Preciados, Sol y Calle Mayor. Estamos en el puro centro de Madrid. Llegamos al Palacio Real -Km 19,5- y allí me esperan todas mis chicas, que me dan aliento. Entramos en Ferraz -maldita cuesta arriba- y marco la media en 1:29:33 con lo que si todo sigue así, estoy por debajo de 3:10:00, seguro... Además, me lo merezco. Incluso ha dejado de llover, aunque las ampollas en los pies ya las tengo -no duelen demasiado-.
Nos metemos en el Parque del Oeste y nos enfrentamos a unas cuestas abajo tremendas, que no hacen ningún bien a las piernas.
Paseo de la Florida, Glorieta de San Vicente, cruzamos el río y la M30 y ya estamos en la Casa de Campo -Km 26-, donde, para entrar, tenemos que pasar por una zona de obras y de adoquines, que no me hacen ningún bien. Algo comienza a fallar.
Corremos por la cara norte del lago y ya estamos en el Km 27, y en mi calvario. Las fuerzas empiezan a fallar y la velocidad comienza a disminuir. Sigo a buenos ritmos, pero ya se evidencia que no voy a poder hacer un buen tiempo... y que lo voy a hacer es sufrir.
Hacia el Km 30, ya de vuelta hacia Madrid, veo a uno de los keniatas -creo que era la liebre- salir de una ambulancia móvil, tambaleándose. Y es que este circuito es un auténtico rompepiernas. Están locos estos romanos. Bueno, al menos me queda disfrutar de una carrerita por Madrid.
Salimos de la Casa de Campo -Km 32- y llego a la cuesta abajo de la Avenida de Portugal, que acaba por darme la puntilla final. Cruzamos de nuevo el río y la M30 y en el Paseo de la Virgen del Puerto, en el avituallamiento de casi el Km 36, tengo que parar y tomarme 2 vasos de Aquarius.
Como puedo sigo adelante y llego a la cuesta de la calle Segovia, donde veo de nuevo a mis chicas -Km 36,3- y me paro a plantarle un besazo a Inma.
-No sé si podré terminar- le digo.
-¡Sigue! ¡sigue! ¡No te pares!- me dice ella.
Sin saber cómo, rebusco en el saco y, aunque no encuentro nada de energía, sí me queda amor propio suficiente como para acabar por mí mismo. Km 37, 38 y 39 y, sin darme cuenta, ya estoy en Atocha. Km 40 y ya giramos hacie el norte para subir por el lateral del Retiro, que es en cuesta arriba y se atraganta un poco. Pero ya da igual. Ya veo la Puerta de Alcalá y el giro al este para la entrada triunfal en el parque.
Entro en meta sin esprintar -ya qué más da- pero muy contento, levantando los brazos como si fuera un campeón.
Me tambaleo y me noto más cansado de lo habitual. Me doy cuenta, casi de sopetón, que tengo los pies llenos de ampollas -la lluvia es lo que tiene- y que me cuesta andar... ¿Cómo he sido capaz de correr así? Lo cierto es que antes no era consciente de ese dolor.
No encuentro a Inma y las niñas -aún están de camino en el metro- y, tras unas vueltas por el interior del parque, decido irme al hotel andando... si es que a lo que hago se le puede llamar andar.