Cima Grande di Lavaredo

Mítica, majestuosa y legendaria.
Pero también masificada, mercadeada y asediada, a partes iguales.

No voy a poner el acento en la cara negativa de la ascensión porque, afortunadamente, la parte que finalmente me queda en la retina es la buena, pero no está de más comentar la situación a modo informativo.

La he clasificado como ruta de escalada porque hay que hacer uso de material, y grado fácil pues está bien equipada y los pasos no son mayores de IV-.
Material: cuerda de 60m, descensor de rapel y algún cacharro puede ser útil sobre todo para evitar atascos tomando rutas alternativas.

Hicimos la ascensión un domingo a mediados de Septiembre, cuando pensábamos que las hordas de los turistas de Agosto ya habrían disminuido.

Aparcamos en el pequeño parking gratuito junto a las barreras de entrada a la carretera de peaje (30 euritos el día) tras pasar Misurina y el lago de Antorno, y a las 5:15 de la mañana estamos en marcha con la fresca.
El camino sube entre el bosque dejando la carretera a la izquierda, y aunque afortunadamente avanza alejado de ella, podemos perfectamente escuchar el ruido de los coches y furgos que ya a esta hora están subiendo en considerable número. Esto me provoca estrés ya que me hace imaginar una cola de gente en la via, pero al rato consigo relajarme y disfrutar del camino en la oscuridad bajo la única luz de las estrellas, solo encendiendo el frontal cuando el terreno se pone pedregoso para evitar tropezar.

El pico de coches subiendo se alcanza entre las 5:45 y las 6:00, y después comienza a bajar. Claramente son todos escaladores, y me tranquilizo pensando que irán a hacer otras vías menos populares que la normal a la Cima Grande.

Enseguida alcanzamos el refugio de Auronzo, en prácticamente 1h desde el aparcamiento y cuando ya las luces del amanecer comienzan a juguetear con las afiladas agujas dolomíticas que nos rodean por todos lados.

El refu aún está cerrado así que mi día sin café matutino se confirma. Non sucede niente!

Avanzamos por la amplia pista bajo la cara sur de las 3 Cimas, y sabemos que debemos llegar hasta más o menos la pequeña Chiesa y de ahí tirar parriba en busca de la horcada que separa la Cima Grande de la Cima Piccola. Aparece a la izquierda un camino marcado que seguimos, y desde donde ya podemos ver el numeroso grupo de gente por delante y también por detrás. Calcularía que unas 20 personas por delante y otras 15 por detrás en el aquel preciso momento, de los que solo 6 toman al final otras vias distintas de la normal.
Suspiramos y nos resignamos; es lo que hay en montañas míticas como esta.

Tras un largo serpenteo de subida llegamos por fin a la horcada donde paramos a equiparnos. Aquí es donde nos damos cuenta que la gran mayoría de los grupos son guías con clientes, en su mayor parte alemanes (o austriacos, o sudtiroleses; soy incapaz de distinguir) a los cuales hacen subir atados en todo momento con cordinos, y llevados como si de pasear al perro se tratara. Solo un par de cordadas más van solos como nosotros, en este caso italianos.

Bueno, al menos no tendremos que navegar la pared y será tan sencillo como seguir a las hordas.

La vía comienza con una chimenea oblicua a la izquierda, fácil y casi de andar y sin exposición. Después gira a la derecha y se encajona, debiendo salvar el resalte por la pared de la izquierda. Es fácil de II o II+, pero es vertical, expuesto y lavadísimo. Todo el mundo va asegurado, y las cordadas independientes van en un mínimo de ensamble usando seguros fijos que aparecen en los puntos más adecuados.
Al final superamos la pared y llegamos a una horcadina, donde hay que hacer lo que llaman la primera vira, que no es otra cosa que girar y cambiar al lado derecho de la pared haciendo una pequeña acrobacia, para luego continuar ascendiendo otro murete con más graderío y algo menos expuesto que el anterior (I+, II). Aquí encontramos el primer atasco, y pacientemente esperamos a que los chorizos superen el graderío. Cuando nos disponemos a tirar, aparece un guía alemán con cara roja y escupiendo palabros ininteligibles, que lleva 2 chorizos colgando y que no duda en literalmente darnos codazos para abrirse paso, y prácticamente pisar nuestros cascos y manos en una especie de carrera contrarreloj hacia la cima. Le espetamos enfadados y el tío ni nos mira, y sigue subiendo. Detrás de él, el correspondiente cliente-chorizo nos lanza una mirada de cordero degollado, encogiendo los hombros a modo de disculpa y sigue al guía apresuradamente. Total, él paga para no opinar...

Es aquí cuando de verdad nos resignamos; preferimos no enfadarnos y evitarnos el mal sabor de boca, tenemos tiempo de sobra e iremos al ritmo que las hordas permitan, sin más.

Superamos el muro que va alternando pasos de II, lavados como siempre, y siguiendo hitos que marcan varios itinerarios posibles, hasta que llegamos a otra horcada de la que se sale por una nueva chimenea a la derecha, encajonada y lavadísima.
Aquí el atasco es más gordo si cabe, y los guías y los chorizos se entremezclan con sus cuerdas para superar la chimenea. La mayoría van por su izquierda donde según las reseñas hay un paso de IV- protegido con clavo, pero me resulta imposible buscar un hueco entre el río de gente, así que finalmente como puedo me meto a horcajadas en la primera parte de la chimenea, que requiere avanzar en oposición usando pequeños huecos sobados para los pies, dejando la abertura entre las piernas con riesgo constante de caida y rotura de tobillos.
A media chimenea salimos de la corriente a una repisilla a la derecha e intentamos buscar una salida por allí para así evitar la congestionada segunda parte de la chimenea. Aquí ya sacamos la cuerda y tiro parriba. Pasos no muy difíciles (II a IV-) pero con considerable verticalidad y exposición. Me ayudo de un puente de roca y un friend, y al fin alcanzo la terraza superior donde hay varios aros que los guías usan para asegurar a sus clientes directamente con dinámicos.

De aquí sale un nuevo murete vertical con pasos de III que subo metiendo algún cacharro donde puedo, hasta llegar a otra nueva repisa de donde salimos andando buscando lo que llaman la segunda vira.

Por aquí increíblemente estamos solos ya que muchos grupos se han adelantado por la chimenea normal mientras nosotros asegurábamos el itinerario alternativo.

Seguimos los hitos y nos toca trepar un par de chimeneas más, que el lavado de la roca dota de un par de pasos rompe tobillos, donde hay que echar mano de recursos de escalada y de un providencial cordino que alguien ha dejado para ayudarse en el paso clave.

Y finalmente alcanzamos la cima!!!! Las vistas son simplemente impresionantes, quitan el hipo. Todas las cumbres rocosas de Dolomitas que ya empiezo a reconocer después de varios días de exploración; el Sorapis enfrente, el monte Cristallo a su derecha, las Tofanas a lo lejos. La cima Piccola justo al lado con gente en su cima, y las sombras de las 3 Cimas bajo nuestros pies delantando sus picudas siluetas. Podría quedarme allí horas!

Pero toca bajar, y aunque el tráfico ya es más fluido nos vuelve a tocar esperar unos minutos en alguno de los rápeles.

La bajada en general se hace rapelando, con multitud de opciones paralelas y algunas de ellas fuera de la ruta de subida. Hay numerosos aros de los que se puede rapelar, algunos con dos argollas que permiten dos cordadas simultáneas. Nosotros hicimos 4 o 5 rápeles en doble con cuerda de 60, pues algunos tramos se destrepan bien.

Una vez de vuelta en la base, ahora sí nos felicitamos por la cima y continuamos el descenso al coche con una amplia sonrisa que no cabe en nuestras faccias.

La Cima Grande di Lavaredo, casi no puedo creérmelo!! :-D