Ascensión a Peñalara, cresta de Claveles y descenso a Laguna de los Pájaros y Laguna Grande de Peñalara

Antes de describir esta ruta, reivindicamos la cota 2428/30 de Peñalara no registrada por el altímetro del dispositivo.
Iniciamos la ruta con la idea preconcebida de que hay dos partes bien diferenciadas en ella, una la de la relajación y goce del paraje en el que vamos a estar con su entorno tan heterogéneo (cumbres, majadas, vistas de la meseta castellana y valle de Lozoya, lagunas) y, por otro lado, la Cresta de Claveles no exenta de peligros. Así que con esto en el cajón craneal emprendemos la ruta con ascensión directa a Peñalara por senda bien marcada por ser vía recomendada del Parque Natural. El día es bueno pues hace sol pero hasta hemos tenido que echar mano de los guantes hasta poco antes de llegar a la Hermana Menor. El ascenso a Peñalara, fácil; ahí nos regalamos una parada para tomar el bocadillo y deleitarnos con la excepcional vista del Valle de Lozoya. Ya repuestos, decidimos encarar la Cresta de Claveles, momentos únicos y difíciles donde acecha siempre el instinto conservador de hacerla por abajo y no por la Cresta, pero solucionado ese momento, tiramos hacia el Clavel Negro. Las piedras se mueven, los bastones son un estorbo pero la montaña nos deja hacernos con ella. La descarga de adrenalina ha hecho su efecto y conseguimos terminarla. El regalo: la vista desde el extremo oriental de Claveles de la Laguna de Los Pájaros. Hacemos un descenso relativamente fácil y ahí estamos. La Laguna solita para nosotros. Ver a Claveles desde ella es un estado total de felicidad. Después de comprobar su Horizonte seguimos como en un paseo por ese Circo Glaciar en donde pastan tranquilamente las cabras montesas; vimos dos buenos rebaños y hasta que abandonamos la Laguna del Gato Bebiendo (por la caprichosa forma de una piedra al borde de la laguna) estamos sin más compañía que la nuestra y el resto de animales autóctonos de la Sierra. Seguimos hacia el siguiente punto: La Laguna Grande de Peñalara que por cuestiones proteccionistas exige que demos un rodeo desde el Mirador de Javier en descenso tortuoso hasta el puente de la cabina de vigilancia para tener que volver a subir por un camino entablado hacia la periferia de la laguna, a la que está prohibido acercarse a menos de varios metros y está protegida con valla de alambre. Volvemos a descender el camino y en ya marcha rápida nos dirigimos hacia el parking de Cotos, lugar de inicio.