MARINILLA-EL CARMEN-ALTO DE BOQUERÓN-VEREDA SAN JOSÉ-El CARMEN-MARINILLA
near Marinilla, Departamento de Antioquia (Republic of Colombia)
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Itinerary description
BITÁCORA
Fecha: NOVIEMBRE 2 DE 2013
Marinilla -El Carmen - Alto de Boquerón - Vereda San José -El Carmen - Marinilla
VIAJEROS: GONZÁLO ARCILA YESID CIRO
KILÓMETROS RECORRIDOS: EN CATEYE: 89 KM EN WIKILOC 79.86 KM
Ruta larga y difícil, especialmente por el trayecto que comprende La Chapa, Alto de Boquerón, Vereda San Lorenzo, Las Chaverras, Vereda y Escuela San José (ubicada a 24 km de el parque de EL Carmen. Subidas y bajadas intensas; mucha piedra suelta, carretera estable.
Se nota el cambio de ASNM debido a que se cambia continuamente de altitud; A partir del alto de Boquerón, subida larga e intensa, se comienza un sinnúmero de subidas y bajadas pendientes y duras.
En las partidas entre la chapa y La Unión hay un letrero que dice que la Unión 16 km y que el alto de Boquerón 16 km, esto nos preparó para una fuerte pedaleada. Subimos al alto de Boquerón y comenzamos a ver una gran cadena montañosa a lado y lado de la carretera, aspirábamos a ver a Santuario o a la Unión pero ninguna se pudo divisar. Un largo plan hasta iniciar un descenso largo, pedregoso y difícil, llegamos a la quebrada San Lorenzo con sus aguas muy claras y bellas; comenzamos una nueva subida pasando por la Escuela San Lorenzo; nos abríamos camino entre curvas, subidas, montañas y nubes; pocas casas, nadie en el camino.
Bajamos nuevamente hasta el puente de la vereda Las Chaverras donde se encuentran grandes estanques de truchas, pasamos el rio y nuevamente se nos presenta otra fuerte subida.
Descendimos un poco y tenemos que cruzar sobre la batea hecha en cemento que permite que la quebrada corte la carretera. Cultivos de tomate de árbol a un lado de la carretera nos hace recordar que no traíamos nada para el camino, ni bocadillos ni bananos, eso sí fue lo más duro de la jornada, nada que comer para retomar fuerzas.
El camino se hacía interminable y pocas muestras de civilización, solo el ruido de una avioneta que pasaba cerca a las montañas.
Con la esperanza de ver hacia el cañón de Cocorná avanzábamos bajo un calor incesante que nos recordaba el poder de Dios, las montañas siempre cubiertas de nubes; cada vez los bosques más tupidos, la vegetación abundante, más montañas, bosques de niebla.
Nuevamente bajando por una carretera muy pedregosa, empinada y llegando al puente unos rieles predecían el tipo de falta que se nos presentaba.
Bajamos al puente a ver majestuoso panorama; aguas espectaculares, paisajes de tierra caliente, grandes rocas, parece un balneario de tierra caliente. Más adelante con un señor de la zona nos daríamos cuenta que este es el rio Cocorná donde tanto nos bañamos en familia abajo en el cañón que lleva su nombre.
Continuamos el recorrido, la carretera cada vez más difícil de transitar por tantas piedras, el calor, la humedad relativa, el hambre y las ganas de llegar a algún lugar de referencia para el retorno. Allí, en esos parajes solitarios y con la tranquilidad que dan los años, arriando su recua de mulas, va un anciano montado en su caballo, nos saluda cordialmente, responde nuestras preguntas, nos orienta sobre el rio que acabábamos de cruzar y nos anima a continuar porque a media hora aproximadamente (¡más!) encontraríamos la escuela de San José de la misma vereda. Este hombre no se saca la pipa de su boca para conversar y lo más extraño y llamativo del cuadro es que la lleva volteada hacia abajo. Recuerdo entonces una frase muy usada por los viejos campesinos cuando responden a la pregunta de a cuanta distancia está cierto lugar y ellos responden: "mijito, eso está como a tabaquito y medio" PERO SERÁ APAGADO porque escuela tan lejana, yo creo que ni el diablo aparece por allá.
Bueno por fin llegamos al a escuela San José donde nos encontramos a varias personas descargando una camioneta Luv; Gonzalo aprovecho para apretar los tornillos de su bicicleta y yo me tiré a la manguita a estirar mi espalda que ya después de largas y penosas 4 horas y media de pedaleo (salimos a las 7:00a.m. de Marinilla) y en este punto el reloj marcaba las 11:35 a.m. aproximadamente, con mi cateye que marcaba 45.66 km recorrido Y SOLO DE VENIDA ¡UPS!, hay dolor pensando en el regreso.
NO encontramos nada que comer, ninguna tienda en kilómetros; trague saliva, tome fuerzas y emberraque para el regreso.
Descendiendo hasta el puente del rio Cocorná, bien pero iniciamos el ascenso por los rieles, cual energía, de donde pues si no desayunábamos desde ayer, ja ja ja ja; ponga el plato pequeño adelante y el grande atrás, lento pero seguro; no lentísimo. Baje hasta la quebrada que cruzamos, tome agua, cargue la caramañola; nos tocó robarnos 4 tomates de árbol, ah! que delicia.
Pasamos por los estanques, tomamos fotos descansamos un poco y estiramos, me mataba mi espalda; luego suba y baje nuevamente hasta la quebrada San Lorenzo, nos esperaba el tramo más tenaz de la jornada; nada que comer hasta que el loco de Chalo se metió a una casa junto al rio y valla sorpresa, una casa vieja, una viejita muy amable y dueña de la tienda; cargue con maltica y chocorramo, me tiré en una silla de madera a estirar la columna. 30 minutos de descanso.
Bueno, pilas a subir, con esa subida tan tenaz, sufriendo una pájara (será), y Gonzalo fresco como una lechuga allí lo bautice Gonzalo Picapiedra, este compañero es un duro para pedalear, no se le ve agotado.
Por fin un plan largo, la cima de la montaña, a la izquierda la Vereda la Florida (sin llegar a casa y ya planeando el próximo fin de semana visitar esa vereda) deje descansar!. Comienza el largo descenso desde Boquerón hasta el Carmen pasando por la Chapa.
Por fin, civilización; solo quedaba llegar a Marinilla, otros 21 km de asfalto. Paramos antes en el Carmen, cerca al cementerio nos indicaron de un restaurantico barato y bueno; pues pida y coma, una sopita que paró estos muertos en vida que no daban un golpe más a la tierra, las 2:30 p.m. y la única comida sólida que habíamos probado en todo el día.
3:30 p.m. por fin en casa; el cateye marcaba más de 89 km de duro recorrido luego de 8 horas y 30 de aventura; sobrevivimos gracias a Dios sin accidentes, desperfectos y satisfechos de haber conocido lugares tan hermosos, diversos y lejanos que nunca hubiéramos podido conocer si no fuera por este deporte.
Fecha: NOVIEMBRE 2 DE 2013
Marinilla -El Carmen - Alto de Boquerón - Vereda San José -El Carmen - Marinilla
VIAJEROS: GONZÁLO ARCILA YESID CIRO
KILÓMETROS RECORRIDOS: EN CATEYE: 89 KM EN WIKILOC 79.86 KM
Ruta larga y difícil, especialmente por el trayecto que comprende La Chapa, Alto de Boquerón, Vereda San Lorenzo, Las Chaverras, Vereda y Escuela San José (ubicada a 24 km de el parque de EL Carmen. Subidas y bajadas intensas; mucha piedra suelta, carretera estable.
Se nota el cambio de ASNM debido a que se cambia continuamente de altitud; A partir del alto de Boquerón, subida larga e intensa, se comienza un sinnúmero de subidas y bajadas pendientes y duras.
En las partidas entre la chapa y La Unión hay un letrero que dice que la Unión 16 km y que el alto de Boquerón 16 km, esto nos preparó para una fuerte pedaleada. Subimos al alto de Boquerón y comenzamos a ver una gran cadena montañosa a lado y lado de la carretera, aspirábamos a ver a Santuario o a la Unión pero ninguna se pudo divisar. Un largo plan hasta iniciar un descenso largo, pedregoso y difícil, llegamos a la quebrada San Lorenzo con sus aguas muy claras y bellas; comenzamos una nueva subida pasando por la Escuela San Lorenzo; nos abríamos camino entre curvas, subidas, montañas y nubes; pocas casas, nadie en el camino.
Bajamos nuevamente hasta el puente de la vereda Las Chaverras donde se encuentran grandes estanques de truchas, pasamos el rio y nuevamente se nos presenta otra fuerte subida.
Descendimos un poco y tenemos que cruzar sobre la batea hecha en cemento que permite que la quebrada corte la carretera. Cultivos de tomate de árbol a un lado de la carretera nos hace recordar que no traíamos nada para el camino, ni bocadillos ni bananos, eso sí fue lo más duro de la jornada, nada que comer para retomar fuerzas.
El camino se hacía interminable y pocas muestras de civilización, solo el ruido de una avioneta que pasaba cerca a las montañas.
Con la esperanza de ver hacia el cañón de Cocorná avanzábamos bajo un calor incesante que nos recordaba el poder de Dios, las montañas siempre cubiertas de nubes; cada vez los bosques más tupidos, la vegetación abundante, más montañas, bosques de niebla.
Nuevamente bajando por una carretera muy pedregosa, empinada y llegando al puente unos rieles predecían el tipo de falta que se nos presentaba.
Bajamos al puente a ver majestuoso panorama; aguas espectaculares, paisajes de tierra caliente, grandes rocas, parece un balneario de tierra caliente. Más adelante con un señor de la zona nos daríamos cuenta que este es el rio Cocorná donde tanto nos bañamos en familia abajo en el cañón que lleva su nombre.
Continuamos el recorrido, la carretera cada vez más difícil de transitar por tantas piedras, el calor, la humedad relativa, el hambre y las ganas de llegar a algún lugar de referencia para el retorno. Allí, en esos parajes solitarios y con la tranquilidad que dan los años, arriando su recua de mulas, va un anciano montado en su caballo, nos saluda cordialmente, responde nuestras preguntas, nos orienta sobre el rio que acabábamos de cruzar y nos anima a continuar porque a media hora aproximadamente (¡más!) encontraríamos la escuela de San José de la misma vereda. Este hombre no se saca la pipa de su boca para conversar y lo más extraño y llamativo del cuadro es que la lleva volteada hacia abajo. Recuerdo entonces una frase muy usada por los viejos campesinos cuando responden a la pregunta de a cuanta distancia está cierto lugar y ellos responden: "mijito, eso está como a tabaquito y medio" PERO SERÁ APAGADO porque escuela tan lejana, yo creo que ni el diablo aparece por allá.
Bueno por fin llegamos al a escuela San José donde nos encontramos a varias personas descargando una camioneta Luv; Gonzalo aprovecho para apretar los tornillos de su bicicleta y yo me tiré a la manguita a estirar mi espalda que ya después de largas y penosas 4 horas y media de pedaleo (salimos a las 7:00a.m. de Marinilla) y en este punto el reloj marcaba las 11:35 a.m. aproximadamente, con mi cateye que marcaba 45.66 km recorrido Y SOLO DE VENIDA ¡UPS!, hay dolor pensando en el regreso.
NO encontramos nada que comer, ninguna tienda en kilómetros; trague saliva, tome fuerzas y emberraque para el regreso.
Descendiendo hasta el puente del rio Cocorná, bien pero iniciamos el ascenso por los rieles, cual energía, de donde pues si no desayunábamos desde ayer, ja ja ja ja; ponga el plato pequeño adelante y el grande atrás, lento pero seguro; no lentísimo. Baje hasta la quebrada que cruzamos, tome agua, cargue la caramañola; nos tocó robarnos 4 tomates de árbol, ah! que delicia.
Pasamos por los estanques, tomamos fotos descansamos un poco y estiramos, me mataba mi espalda; luego suba y baje nuevamente hasta la quebrada San Lorenzo, nos esperaba el tramo más tenaz de la jornada; nada que comer hasta que el loco de Chalo se metió a una casa junto al rio y valla sorpresa, una casa vieja, una viejita muy amable y dueña de la tienda; cargue con maltica y chocorramo, me tiré en una silla de madera a estirar la columna. 30 minutos de descanso.
Bueno, pilas a subir, con esa subida tan tenaz, sufriendo una pájara (será), y Gonzalo fresco como una lechuga allí lo bautice Gonzalo Picapiedra, este compañero es un duro para pedalear, no se le ve agotado.
Por fin un plan largo, la cima de la montaña, a la izquierda la Vereda la Florida (sin llegar a casa y ya planeando el próximo fin de semana visitar esa vereda) deje descansar!. Comienza el largo descenso desde Boquerón hasta el Carmen pasando por la Chapa.
Por fin, civilización; solo quedaba llegar a Marinilla, otros 21 km de asfalto. Paramos antes en el Carmen, cerca al cementerio nos indicaron de un restaurantico barato y bueno; pues pida y coma, una sopita que paró estos muertos en vida que no daban un golpe más a la tierra, las 2:30 p.m. y la única comida sólida que habíamos probado en todo el día.
3:30 p.m. por fin en casa; el cateye marcaba más de 89 km de duro recorrido luego de 8 horas y 30 de aventura; sobrevivimos gracias a Dios sin accidentes, desperfectos y satisfechos de haber conocido lugares tan hermosos, diversos y lejanos que nunca hubiéramos podido conocer si no fuera por este deporte.
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