Islandia Road Trip Día 5 Eigilstadir Jökulsárgljúfur Krafla Husavik

Día 5:

Nada de lo que escriba hará justicia a este día.

Sin duda alguna, otro de los platos fuertes del viaje.

Salimos temprano desde Eigistaldir con intención de enfrentarnos a un día largo y aprovechar al máximo. Sabíamos que venía un día largo y queríamos dirigirnos a nuestros objetivos sin pausa.

Enseguida nuestras intenciones se ven frustradas a la hora de dejar Eigistaldir. La N1 nos hace un nuevo regalo en forma de desierto negro y rojo. Hay que parar, retroceder, sacar fotos, etc…

Conseguimos contenernos y llegar al parque nacional Jökulsárgljúfur. Carretera tremendamente bacheada, muy desagradable de conducir aunque sin otra dificultad.
Tras 30km de baches, llegamos a Dettifoss y a su cañón. Para describir el caudal de agua de la cascada, creo que bastaría decir que la propia nube de agua que sale de la cascada forma múltiples regueros en las paredes del cañón que forman otras tantas cascadas.

Seguimos hacia Hafragilfoss, otra cascada menor donde veremos azules turquesa, colinas rojas, arena negra… las retinas se vuelven locas con estos nuevos registros cromáticos (perdón, jejeje)…

Recorremos el parque de sur a norte, y volvemos a hacerlo por el otro lado de norte a sur, visitando las cuevas del eco Hlojodaklettar y volviendo a Dettifoss. La carretera está sin asfaltar, no hace falta 4x4 pero da seguridad.
Dejamos el parque nacional y retomamos la N1 dirección Krafla, la zona con mayor actividad geotérmica de Islandia según tenemos entendido. Las columnas de humo al fondo indican que vamos a ver algo que escapa de nuestra imaginación.

Así es, en el cruce a Krafla tenemos Hverir a nuestro alcance, pero primero queda el cruce, así que vamos a Krafla. Primero atravesamos la central geotérmica. Cúpulas que recuerda a alojamientos lunares, tuberías que transportan la energía geotérmica, temblor de suelo, olor a huevo podrido, aguas lechosas, colores de montañas rojizos… esto es otro planeta. No sólo eso, sino que la tierra ruge (creo que es por el transporte de agua por las tuberías).
Impresionante.

Seguidamente vamos al cráter Viti, donde ya los colores de la tierra parece que salen del estuche de plastidecor. Y de ahí, visitamos la zona de lava de los fuegos de krafla. Una extensísima planicie de lava formada durante erupciones sucesivas que tuvieron lugar durante los 80 (si mal no recuerdo). Más rojo, más amarillo, más negro, más agua hirviendo del suelo, más fangos grises burbujeantes…

No hay palabras, en serio. Esta zona sin duda es de los platos fuertes de Islandia y a no perder.

No contentos con eso, en Hverir tenemos más de lo mismo con unas fumarolas cuyo sonido nos recuerda que en cualquier momento la bolsa magmática bajo nuestro pies puede remodelar lo que estamos viendo a su antojo.

El día no acaba aquí, ya que estamos en la zona geotérmica, aprovechas y nos damos un bañito en una laguna al aire libre: Jarobordin. No soy muy amigo de estas cosas, pero la verdad, es que hay que hacerlo y merece la pena.

La noche se nos echa encima y tenemos que ir a Husavik a dormir. Hay que acelerar. De nuevo la carretera nos retrasa ya que vuelve a cambiar su asfalto por gravilla. No pasa nada, Islandia nos regala de nuevo una puesta de sol espectacular. Así es la Isla, te pone a prueba, y si la superas cada día te hace varios regalos increíbles.