Mirador de Risquillo Hambriento

Prometía bastante el día pero se torció enseguida...

No tenía pensado ni salir al monte pero el día anterior ví desde El Hoyo de Pinares el porrón de nieve que había caido esa noche en la Escusa y me dije "mañana para allá..."

No pudo empezar mejor ya que conseguí llegar sin el más mínimo contratiempo en la nieve con un turismo hasta el parking del puerto. Calzarse los crampones en el asiento del coche no es algo que se haga a menudo y la nieve estaba perfecta ya que apenas se hundía la mitad de la punta del crampón. No contaba con ello, contaba con que hubiera caído una capa de 15-20 centímetros y que al hundirse la nieve se pisase el suelo.

Pero no... habían caido más de 40 centímetros y a los pocos metros comenzó a estar cada vez más blanda. Costaba andar mucho y paré antes de llevar una hora. Me alcanzo otra persona con un perro y tras charlar un poco siguió.

No tardó dos minutos en darse la vuelta y me dijo que a huella abierta mal que mal pero que abriendo se cansaba mucho y que se volvía. Se desvaneció mi esperanza de no abrir huella...

En el mirador de Risquillo Hambriento ya llevaba una tocata de las buenas y conocedor de lo larga que se puede hacer la parte final de la subida a la Escusa decidí volver por la cuerda de Pinosequillo. El tramo hasta la alambrada y después hasta el alto se me hizo eterno.

En la cuerda encontré una pisada reciente que venía de la cima del Canto del Berrueco pero me sirvió de bien poco ya que la persona que la abrió era bastante más alta que yo (o daba unos pasos mucho más largos) y además tenía el pie mucho más pequeño. Nada, a seguir abriendo huella hundiendo hasta la rodilla en cada paso... La bajada desde Pinosequillo ya si fue divertida.

Pues eso, de las muchas veces que salen las cosas regular. Al menos hizo un día maravilloso como se aprecia en las fotografías.