La Maliciosa y el Dinosaurio de la Maliciosa desde la Barranca

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Reseña de la ruta en Adventoorer: La Maliciosa y el Dinosaurio de la Maliciosa desde la Barranca.

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Me alegro de que todavía haya sitios en Guadarrama que me quedan por descubrir. Siempre es más atrayente visitar zonas donde nunca he estado que repetir rutas ya pisadas. Y hay un par de esos sitios a los pies de la Maliciosa que tengo aún por tachar: la Vía Ferrata del Cuervo y el Paso de la Cagalera, que espero visitar pronto, y el Dinosaurio de la Maliciosa, al que voy a buscar hoy.

¡Un dinosaurio en plena sierra de Madrid! Espectacular. No sé cómo no me lo he encontrado antes, con lo grande que tiene que ser. Pues de hoy no pasa, vamos hombre.

Así que me vengo a la Barranca y empiezo a andar tan ilusionado, con muchas ganas de enfrentarme al enorme bicharraco.

Pero eso llegará más tarde. Primero voy a aprovechar para subir a la Maliciosa por el Collado del Piornal. Desde el aparcamiento sale el PR 26, que llega hasta allí directamente.

A pesar de estar en pleno enero, no hace nada de frío. Y casi no queda ni rastro de nieve. Mientras paso junto al Embalse del Ejército del Aire, veo una suave capa por allí arriba, junto al Peñotillo, y nada más. Una lástima.

No tardo demasiado en recorrer la pista, que abandono a la altura de un cartel indicador en un cruce. Giro a la derecha y me adentro en un cómodo sendero que me lleva enseguida a la Fuente de la Campanilla, donde le arreo un mazazo a la misma, como es tradición. Dong.

El camino sube junto al Regajo del Cancho Negro. Según voy subiendo, va apareciendo una capa de nieve que me entorpece un poco, porque en muchos puntos se ha endurecido bastante y a ratos me resbalo un tanto. Toda esta zona está en umbría, y se nota. Por aquí la nieve se ha mantenido mejor que por las zonas al sol, donde ya no queda nada.

Cuando acabo saliendo al collado, me alegro de ver que aquí aún queda bastante nieve. Pero no es gran cosa, y tiene pinta de que va a durar cuatro días nada más. Siguiendo la huella marcada, subo hasta la Maliciosa.

Disfruto un rato en la cima echando un ojo a los alrededores, y emprendo la bajada enfilando hacia el Peñotillo.

La primera parte es un poco incómoda, porque en el pequeño circo por el que desciendo se acumula más nieve, y tengo que tener cuidado con dónde piso. Debajo de la nieve hay piedras y agujeros, y eso no es buena combinación.

Cuando llego a la altura del Peñotillo, que hoy no visito, ya no hay nieve y puedo seguir a más velocidad. Bajo y bajo tranquilamente, dirigiéndome hacia un pequeño cordal que sale de la Maliciosa.

Esta zona no está demasiado marcada por sendas. Cruzo al otro lado del cordal por un sendero que sube un poco, y que utilizan las cabras para esconderse y saltar sobre los despistados excursionistas para intentar provocarles un infarto. Hoy poco les ha faltado para conseguirlo.

Me despisto un poco por la falta de camino marcado, antes de volver a cruzar de nuevo el cordal. Tengo ante mí el valle por el que habría bajado de no haber abandonado el camino, pero yo estoy bastante más arriba, y por aquí sigo un senderito que se va volviendo más marcado según lo recorro.

Nunca había venido por aquí, y me parece una zona curiosísima. Me recuerda mucho a la Pedriza, por las formaciones rocosas tan características de esa zona. Son muy similares.

Ando un poco despistado pensando en estas cosas, cuando después de bajar un buen rato casi me doy de bruces con el dinosaurio. ¡Qué susto! Un par de pasos más y me habría comido sin dudarlo. Por fortuna he parado a tiempo y parece que no me ha visto.

Es un bicho espectacular, terrorífico. Menos mal que el aire me viene de cara y no me puede oler. Corriendo un enorme riesgo, me escondo entre los arbustos para sacarle alguna foto. A veces me sorprende mi valentía.

Gateando, lo rodeo para seguir adelante sin que me vea. Parece que lo voy a conseguir, porque se queda ahí tranquilamente sin hacerme caso. Tal vez se acabe de desayunar a alguien que iba despistado y ya no tenga hambre...

Con el corazón todavía latiéndome a mil por hora, acabo llegando al sendero general, que baja hasta el Embalse de la Maliciosa. Yo no voy tan lejos, y a la altura de un enorme árbol lo abandono y cruzo la Cuerda de los Almorchones casi a la altura del Peñotillo Bajo.

Esta última parte del camino hacia el coche es un poco pesada. Muchos arbustos y poco camino. Por lo menos tengo tiempo de tranquilizarme y recuperar el sosiego después del terrorífico encuentro de hace un rato. Creo que me he salvado por los pelos.

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