La Cañada invernal desde Riolago (Babia)

Preciosa aventura de alta montaña que desde Riolago nos llevará a través de la poco conocida Sierra de Villabandín (prolongación de la Cordillera Cantábrica) hasta el Alto la Cañada (2.164 m) para volver por el collado Machadones y el valle de Cabeza de Braña hasta nuestro punto de partida.
Salí “temprano” (nunca lo es todo lo que se intenta) y pertrechado del material necesario para hacer con seguridad una ruta invernal de estas características y que ya había intentado en otras dos ocasiones: Raquetas, piolet y crampones (os digan lo que os digan siempre juntos). Como testigos imponentes hasta la cima, Las Ubiñas y Los Fontanes, que creo son unas de las montañas más bellas que existen. Empezamos la marcha donde termina el pueblo, donde hay una casa de turismo rural (para mí tristeza se alquila completa) y a los pocos metros hay un panel que señala el camino hacia el Lago Chao a 5.200 m; éste es el primero de algunos errores en la señalización, ya que está a 6.300 m. Es un camino amplio que se sigue sin ninguna dificultad hasta haber andado algo más de 3 km, donde hay un letrero que nos indica el camino hacia el Lago, ya que de seguir recto iríamos a la Cabeza de Braña, y que es por donde volveremos. Me parece más atractivo hacerlo en el sentido que fuí yo, en primer lugar porque prefiero siempre en invierno tener la pendiente mayor en subida, la nieve siempre es de mejor "calidad" por la mañana que al atardecer, y porque creo que mental y físicamente es más descansado así, al tener el mayor esfuerzo al principio de la jornada.
Así que cogí la susodicha desviación ya con las raquetas puestas, y tras cruzar un puentecillo y en un mar de nieve inicié la subida al Lago Chao. Quiero resaltar que dada la gran cantidad de nieve que había yo anduve por donde mejor me pareció, sin preocuparme de la existencia o no de matorral y sin conocer si existirá bajo mis pies camino, sendero, vía, pista, senda o vereda sobre la que se pueda caminar, siendo esta apreciación extensible a toda la ruta.
Existen unos postes por donde teóricamente va el camino, pero ya en mi anterior intento ví que alguna vez nos hacen dar un rodeo, no sé si porque alguien los cambió o simplemente fueron mal colocados.
Tras pasar un refugio y cruzar un río (en mi caso cubierto de nieve) y si nos desviamos un poco al Sur podremos ver la Cascada de San Bartolo, que dicho así suena fatal, pero sí que merece la pena el pequeño esfuerzo. Seguimos en dirección Sur por dónde la orografía del terreno nos va dejando, hasta llegar a un pequeño desfiladero por donde discurre un riachuelo y en seguida se abre ante nosotros un precioso circo glaciar de una gran belleza. A nuestra izquierda está La laguna del Lago (¿o el lago de la laguna?), completamente helada. Seguimos raqueteando en dirección Sudoeste hasta el teórico Lago Chao, invisible al estar helado y nevado. Hasta aquí me llevó 3 horas, para un ascenso de 600 ; sirva en mi descarga que no había huella visible ni camino a seguir, y que la nieve estaba blanda.
Desde aquí y prácticamente en la misma dirección seguimos la ascensión hacia el Pico Ferrera (2.122 m), primera de las cimas del cordal que vamos a realizar.
Son las raquetas unos instrumentos que nunca han gozado de mi simpatía, aunque he de reconocer que sin ellas la aproximación al cordal hubiera sido (y en su día lo fué) completamente imposible. Lo que ocurre, es que cansado y a la vez maravillado del entorno uno empieza a subir sin ser muy consciente de las enormes limitaciones de susodichos aparatos, y claro está, en la cota de 1980 y con un tramo de pendiente superior al 35 % me dí cuenta que empezaba a esquiar....pero hacia atrás claro; teniendo en cuenta que lo hago mal hacia delante imaginaros hacia atrás y con raquetas....
Veréis por tanto en el track un pequeño bucle que hice para encontrar unas rocas donde me calcé los crampones, y como un marqués seguí ascendiendo hasta el Ferrera y luego siguiendo el cordal hasta el Alto de la Cañada. Es ésta una cumbre que no precisa de ningún alarde técnico para alcanzarla; hay un pequeño cresterío que yo evité yendo un poco más al Norte. Las vistas aqui son preciosas, aunque como las llevaba viendo durante toda la ascensión el impacto visual no es tan importante. Vemos el Valle de Villabandín, el Rabinalto, el Arena, el Valgrán, el Morro Negro, Las Ubiñas, Tambarón...fantástico...
Desde aquí y siguiendo el cordal en dirección Sur-Sudoeste llegamos al Rabinalto (2.117 m), lugar donde dejé descansar mis maltrechas piernas y me dí mi pequeño homenaje gastronómico que la situación requería, ésto es, una deliciosa longaniza de no sé donde (gracias Cris), un par de huevos duros y fruta. Tras el pequeño descanso vuelvo a cambiar pinchos por raquetas y me dirijo al Pico Arena Norte (2100 m), desde donde me acongojé bastante al ver la gran cantidad de nieve que había en el Collado Machadones y con una pequeña pestaña de nieve. Nada mejor para relajarme un poco que tirar hacia el Arena Sur, un poco más alto (2.116 m), y tristemente ignorado en la mayoría de las rutas de esta sierra. Y digo tristemente porque el tramo que lo une con su hermana gemela del Norte es corto pero muy bello, y porque es una peña que se alza de una manera muy elegante. En la base tuve que quitarme las raquetas ya que tiene una mínima trepada para llegar a la cumbre, que es muy estrecha pero que tiene una panorámica portentosa, por lo que recomiendo a todo el personal que se acerque por estos lares, que si puede, no deje de hollar esta peculiar cumbre. Volvemos pues hacia el Norte para iniciar el descenso al Machadones. Aquí de nuevo crampones y piolet para poder descender con seguridad un tramo corto pero con una pendiente del 32% que hacen inútiles y por mucho que oigáis por ahí, muy peligrosas las raquetas, aunque de nuevo fueran imprescindibles para llegar hasta el valle de Cabeza de Braña, donde hay un aprisco y un muy buen cuidado refugio, limpio, con dos bancos, una mesa y hasta leña para hacer fuego.
De aquí hasta nuestro punto de partido nos queda un largo paseo de casi 5 km en el que tendremos tiempo para saborear la ruta realizada y darnos cuenta de lo afortunados que somos para poder desarrollar con salud una ruta de alta montaña como la de hoy.
La calificación como siempre se me hace muy difícil; la he puesto como de alpinismo por la necesidad de usar piolet y crampones, y fácil porque en realidad no precisa de ningún alarde técnico, aunque eso sí, es larga, y en las condiciones de nieve con las que la hice y el desnivel acumulado (1.100 m) precisa de cierta forma física y capacidad de esfuerzo.
Disfrutad.