Cordal del Moncayo desde el Santuario de Nuestra Señora

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Cordal del Moncayo desde el Santuario de Nuestra Señora.

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Cuando llegamos al aparcamiento del Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, este está casi lleno. Hay que dejar el coche al final del todo. Es verdad que no hay apenas diferencia, pero esos metros extra que hay que hacer a la vuelta siempre me fastidian... Sí, soy un poco quejica.

Hoy vuelve a hacer un día espléndido. Por arriba hará algo de frío, pero ahora se está estupendamente. Luce el sol y cantan los pajaritos.

La ruta que seguimos va hacia el Collado de Bellido. El cruce que sube hacia el Pozo de San Miguel, el camino más habitual para subir al Moncayo, está prácticamente al inicio, y en vez de girar por ese camino, continuamos de frente. La senda sube suavemente. Resulta algo molesto avanzar debido a la nieve, que a veces está, a veces no está, a veces es más profunda, a veces menos...

En el collado, el terreno está despejado. Aquí iniciamos una fuerte subida hacia el Lobera, el primer dosmil del día. La nieve va apareciendo según ascendemos. Me da la impresión de que va a durar cuatro días más, con este solazo que golpea sin piedad. También es verdad que según avanzamos, va haciendo más frío. Al acercarnos al Alto del Corralejo, ya pisando nieve continuamente, el viento se pone a soplar fuerte y de vez en cuando trae nubes que cubren completamente la montaña. Pero tal y como vienen, se van, y el cordal acaba quedando despejado.

Con tanta nieve, el ambiente mejora mucho. Todo el macizo está precioso. Lástima que ya se acabe el invierno.

A lo lejos se distingue la cumbre del Moncayo. Hacia allí vamos, cruzando antes el Cerro de San Juan. Esta zona, pasando al lado del Pozo de San Miguel, es una pasada. La nieve forma una cornisa muy llamativa al borde del precipicio. La subida por allí también habría sido muy entretenida.

Acabamos llegando al enorme vértice del Moncayo. Pasamos un rato viendo el panorama. El día está tan despejado que hasta se pueden ver los Pirineos, allí a lo lejos. Después descendemos hacia el Collado de Pasalobos, por una ladera incomodísima. La nieve está pastosa y los resbalones son continuos.

Consigo no romperme ningún tobillo en la bajada, afortunadamente. El descenso continúa a mano derecha por el Barranco de Agramonte, hasta llegar a un bosquecillo por el que nos metemos. Un sendero faldea la montaña hasta acabar volviendo al Santuario.

El macizo del Moncayo es muy llamativo por su aislamiento. Está en el medio de la llanura, rodeado de nada por todos lados. Es una montaña que hay que revisitar de vez en cuando.

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