Valle de Zamanzas - Valle de Manzanedo - Valle de Valdebezana

En su recorrido por la provincia de Burgos, el Ebro se abre paso labrando profundos desfiladeros, cañones y gargantas. De entre todos ellos, el río se supera a sí mismo en belleza paisajística entre las poblaciones de Tudanca y Cidad de Ebro, donde confluyen los valles de Manzanedo, Zamanzas y Valdebezana.

Comienza nuestra ruta en Cidad para llegar aguas arriba hasta el pueblo de Tudanca y posteriormente a Tubilleja, constituyendo una de las excursiones más atractivas del norte burgalés.
Así pues, salimos desde Cidad por el sendero GR 85 que discurre paralelo al río, que queda a nuestra derecha. El camino está en buen estado y bien señalizado. Poco a poco el camino se va estrechando y ganando altitud, pues nos estamos acercando al desfiladero y hay que superar las alturas rocosas que caen sobre el río. El cauce del Ebro se estrecha y sus orillas se escarpan. Ganamos la parte más alta del desfiladero y en este punto nos detenemos para disfrutar de las hermosas vistas del Ebro en el Desfiladero de los Tornos.
En este punto del camino comienza el descenso en zigzag hasta alcanzar la ribera del río y paralelos a este llegamos al pueblo de Tudanca.
Desde Tudanca seguimos el GR 85 dirección Ahedo de Butrón para evitar un tramo de carretera hasta un punto donde giramos a la derecha para descender dirección Tubilleja tomando el GR 99 para llegar primero a Tubilleja y posteriormente al pueblo de Villanueva Rampalay donde cruzamos el Ebro por su bonito puente medieval.
En Villanueva abandonamos el cauce del río Ebro y seguimos por carretera BU-V-5145-1 hasta el pueblo de Gallejones. Estamos en el Valle de Zamanzas.

Desde Gallejones tomamos una pista de graba bacheada siguiendo el curso del Arroyo Zouble que nos llevará en continuo ascenso hasta el pueblo de Bascones de Zamanzas.

Dejamos atrás Bascones y seguimos por la misma pista hasta el pueblo de Población de Arreba. El pueblo, muy disminuido, aún mantiene vida y posee algunas edificaciones de nueva construcción.
A la salida del pueblo, tomamos la carretera que desciende desde el páramo hacia el valle. Por ella, deshacemos aproximadamente un kilómetro hacia el páramo hasta tomar el desvío a la derecha que lleva a Crespos, el pueblo más septentrional del Valle de Zamanzas.
Crespos, pequeña aldea, se halla hoy muy reformado, poseyendo buenas segundas viviendas que han sabido mantener el estilo de arquitectura tradicional. El pueblo presume de tener la iglesia parroquial más antigua de la provincia de Burgos. Una inscripción en sus muros informa de la fecha de su fundación: 1143.

Continuamos la excursión por el camino que sale por el extremo norte del pueblo. Este sendero se dirige sin pérdida hacia Villanueva de Carrales. El trazado es bueno y avanzamos con comodidad. Tras unos metros iniciales bajo cubierta vegetal, salimos al descubierto. Podemos apreciar mejor el paisaje. Nos encontramos en el fondo del valle. A nuestra izquierda nos acompañan las empinadas y rocosas paredes que caen a pico desde el páramo. A nuestra derecha, la silueta salvaje de las cumbres de la Sierra de Munilla. Todo el recorrido es solitario, silencioso, caminamos por espacios poco frecuentados.

Llegados a un punto penetramos en un frondoso pinar. Aquí hay que poner atención porque llegaremos a un triple cruce de caminos. El primero que nos encontramos a nuestra izquierda conduce a Bricia, nosotros continuamos recto. Seguimos y en breve realizamos un giro a la derecha seguido de una fuerte pendiente para abandonar el camino de subida a Villanueva y tomar el camino que se dirige hasta Munilla.

No lejos ya de Munilla, pasamos muy cerca de las ruinas del despoblado de Perros, población abandonada a mediados del siglo XX. Solo se aprecian desde el camino algunas piedras y un muro que resiste. Perros nunca llegó más allá de ser una pequeña población dependiente de Munilla, en donde nunca llegó el asfalto ni la luz eléctrica. Fue deshabitado a finales de los 60.

Siguiendo el camino no muy lejos de las ruinas de Perros, realizamos una parada en un mirador natural que ofrece unas preciosas vistas del valle a nuestros pies.

Poco a poco vamos acercándonos a la parte central del valle, ya a la vista de Munilla, que vemos desde lejos a la sombra del pico Valdericanes. El camino desemboca en la carretera que baja al pueblo y siguiendo por asfalto nos entramos con las primeras casas del pueblo.

Pasamos el pueblo y continuamos por un marcado camino que se dirige sin pérdida hacia el desfiladero, visible ya frente a nosotros a lo lejos.
Antes de llegar, admiramos los impresionantes farallones rocosos que se desploman en vertical hacia el paso excavado por el arroyo de la Serna en su incesante labor erosionadora a lo largo de millones de años. Entramos en el desfiladero de las Palancas.

En época de lluvias, como fue nuestro caso resultaría imposible pasar por aquí sin mojarnos. Como teníamos previsto que fuera este el caso veníamos provistos de calzado de repuesto. Por tanto nos remangamos y pasamos sin dificultad a pesar de la corriente empujando la bicicleta y apoyándonos en las piedras que sobresalen del agua. En el punto más estrecho, podemos prácticamente palpar con nuestros brazos ambas orillas.

Sin duda es uno de los puntos más espectaculares de la ruta. Salimos del desfiladero y continuamos por un sendero que bajo cubierta vegetal continúa sin pérdida hacia la aldea de Lándraves.

Sin llegar a entrar en la aldea de Lándraves dejamos atrás la misma y por sendero bien marcado realizamos el recorrido hasta el cercano pueblo de Consortes.

Después de una visita al pueblo de Consortes, tomamos la carretera y ya todo por asfalta descendemos hasta el inicio de nuestra ruta: Cidad de Ebro