Valdemorillo recóndito y ronda por Villanueva de la Cañada y del Pardillo, desde Jarabeltrán.
near Isla Blanca, Madrid (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta circular con inicio y fin en la entrada sur de la urbanización Jarabeltrán. Tres quintas partes del recorrido se dedican a la enlazada de diferentes tramos, preciosos y poco trillados, principalmente en los montes del sur de Valdemorillo. El resto es una extensión por las Villanuevas (Cañada y Pardillo), de menor interés paisajístico, pero añadida con el fin de sumar kilómetros, ya que el itinerario principal se quedaba un poco escaso.
Salimos de la zona urbana ascendiendo por la vereda del camino de Robledo de Chavela en paralelo a la carretera M-853. Precaución al cruzar la M-600 porque siempre va saturada de tráfico. Poco después de enlazar con la cañada real segoviana, abandonamos esta para buscar el primer descenso por el bonito camino de los Panaderos, que nos llevará de vuelta a la cañada, la cual atacaremos ahora durante un breve trecho en dirección ascendente para, tras un fuerte giro a derechas en una intersección próxima, ir hasta la zona cimera de Loma Espesa. Atención ahí, porque la grabación del GPS de mi móvil de marca blanca hizo una pirula y lo corregí con el editor del Iberpix, resultando un archivo GPX de la mitad de tamaño que el original (no tengo ni idea de edición), así que no sé cómo habrá quedado de fiable.
Habiendo recorrido Loma Espesa como debe ser, y no como había quedado registrado, pasamos junto a unas instalaciones del canal de Picadas y bajamos al camino de los Llanos, el cual seguimos hasta pasar por las proximidades de unas ruinas y del vértice geodésico (746 msnm). Ahora una bajada, enlazada con un desafiante repecho, nos conducen al alto de Peñas Pardas, donde hallamos las ruinas de un búnker desde el que se dominan las tierras de Quijorna.
Precaución después, porque sigue un vertiginoso descenso que, aunque breve, requiere destreza técnica. A continuación, atravesamos terrenos agrícolas en El Endrinal y, si lo hacemos en época lluviosa, es posible que nos encontremos con un chapatal al cruzar incipientes regatos, secos casi todo el año, que afluyen al arroyo de Quijorna.
Nos incorporamos a la cañada segoviana en sentido ascendente durante un puñado de metros y nos desviamos de ella para seguir por el camino de la Palanquilla. Mucha atención al GPS, porque abandonamos este en un giro difícil de intuir, junto al arroyo del Cardizal, para acompañar su cauce pedaleando por un sendero precioso en el que disfrutaremos más adelante de una hermosa zona de cárcavas.
Tras abandonar el cauce del arroyo, nos dirigimos al norte por la zona de Cachos del Coto, donde, si vamos atentos, veremos uno de los mojones que delimitaban el vedado cinegético de Carlos IV. Giramos a la izquierda para tomar el camino de Las Rentas - El Vétago y lo abandonamos enseguida para iniciar una nueva ascensión por el camino de Hoya Luna. Atención aquí porque, para evitar las terribles rampas iniciales, en lugar de atacarlas directamente, subiremos por un sendero menos empinado que se toma 300 metros más adelante realizando un notable viraje.
Tras enlazar con el camino del arroyo de Fuente Villanos, continuamos con una sofocante ascensión hasta El Madroñal, nuevamente en las cercanías de Loma Espesa. Aquí realizamos otro pronunciado cambio de dirección para encarar un acentuado descenso hacia el cauce del arroyo de las Almagreras. Esta bajada es muy bella y no requiere grandes habilidades técnicas, pues ahora el trazado está muy bien marcado, gracias al paso de caminantes y ciclistas. Hace no muchos años este camino se encontraba en proceso de desaparición y recorrerlo resultaba un poco complicado.
Tras vadear el arroyo, iniciamos la subida por el camino del Carrizal y encaramos las cuestas de Valdemorillo, de poca extensión, pero con un trecho cuyo despiadado desnivel le ha hecho acreedor del apodo de Mortirolo valdemorillense. Poco después de superar el reto de la monstruosa rampa, abandonamos el camino y nos dirigimos hacia el este por la loma de Buenavista.
Desde ella, iniciamos otro precioso descenso por un sendero ondulado que, tras pasar junto a un búnker, vestigio de la infausta contienda fratricida, nos llevará junto al arroyo del cardizal y nos depositará en el camino de Matamoros; el cual abandonaremos nada más vadear el arroyo, para seguir el curso de este, bordeando una finca rústica, hasta incorporarnos al camino del Carrizal que nos llevará hasta Villanueva de la Cañada.
Se podría cerrar la ruta a partir de aquí, pero se nos quedaría corta de kilómetros y seguro que nos apetece seguir pedaleando y coger buen ritmo por terreno menos quebrado, porque, hasta ahora, ha sido un continuo rompepiernas.
De modo que, circunvalamos la localidad por el norte y, junto al parque acuático, tomamos el camino del Venero, que baja a intersecarse con el curso del río Aulencia. Es este un punto delicado porque, aunque la mayor parte del año se puede vadear gracias a un rudimentario pontón de troncos torpemente apilados unos metros aguas abajo, en época de crecida puede resultar difícil, si no imposible.
Seguimos por el camino del Venero y, al llegar junto a la autovía M-503, cruzamos esta por un paso subterráneo, giramos a derechas y nos dirigimos por la vereda de la Venta de San Antón hacia Villafranca del Castillo, a donde no llegaremos, porque, junto al centro ecuestre del cerro de la Mocha, viramos hacia el norte y nos encaminamos hacia la ermita de la Virgen del Soto. Desde ese lugar, apuntamos hacia Villanueva del Pardillo, a donde tampoco llegamos, porque giramos ahora hacia el oeste, cruzamos el arroyo sobre un puentecillo, y atravesamos el Llano de los Viñones, hasta llegar a la zona del polideportivo.
Nuevo giro, ahora hacia nuestra izquierda, para retornar a la vereda de la Venta de San Antón. Aquí se podría cerrar un bucle y volver a cruzar bajo la autovía para ir en paralelo a ella y evitar un fugaz tramo de asfalto; pero, con el fin de no superponer el track, vamos por la vereda hacia el noroeste, nos incorporamos brevemente a la carretera M-509, y, tras cruzar sobre la autovía, en la rotonda tomamos la vieja carretera abandonada que baja hacia el barranco del Cura.
El antiguo asfalto desemboca en la entrada de una finca, pero justo antes, tras cruzar el viejo puente de piedra sobre el Aulencia, giramos, pasamos bajo la autovía, y seguimos el curso del río aguas arriba unos cuantos metros, para continuar por un sendero que atraviesa los terrenos de la Era Vieja.
Nos incorporamos a la vereda de la Espernada y nos dirigimos al norte. Antes de bajar a vadear el Aulencia, giramos y tomamos el camino de la Mina del Capitán, que inicialmente presenta una mínima bajada para cruzar sobre un puente el arroyo de San Juan, el cual nos ofrece a la vista una impresionante cárcava.
Nos queda el último sofocón; un postre en forma de exigente subida que, afortunadamente para nuestras piernas, abandonaremos a medio camino para tomar un sendero que nos lleva a la urbanización Jarabeltrán, por la que callejearemos para cerrar la ruta circular.
Salimos de la zona urbana ascendiendo por la vereda del camino de Robledo de Chavela en paralelo a la carretera M-853. Precaución al cruzar la M-600 porque siempre va saturada de tráfico. Poco después de enlazar con la cañada real segoviana, abandonamos esta para buscar el primer descenso por el bonito camino de los Panaderos, que nos llevará de vuelta a la cañada, la cual atacaremos ahora durante un breve trecho en dirección ascendente para, tras un fuerte giro a derechas en una intersección próxima, ir hasta la zona cimera de Loma Espesa. Atención ahí, porque la grabación del GPS de mi móvil de marca blanca hizo una pirula y lo corregí con el editor del Iberpix, resultando un archivo GPX de la mitad de tamaño que el original (no tengo ni idea de edición), así que no sé cómo habrá quedado de fiable.
Habiendo recorrido Loma Espesa como debe ser, y no como había quedado registrado, pasamos junto a unas instalaciones del canal de Picadas y bajamos al camino de los Llanos, el cual seguimos hasta pasar por las proximidades de unas ruinas y del vértice geodésico (746 msnm). Ahora una bajada, enlazada con un desafiante repecho, nos conducen al alto de Peñas Pardas, donde hallamos las ruinas de un búnker desde el que se dominan las tierras de Quijorna.
Precaución después, porque sigue un vertiginoso descenso que, aunque breve, requiere destreza técnica. A continuación, atravesamos terrenos agrícolas en El Endrinal y, si lo hacemos en época lluviosa, es posible que nos encontremos con un chapatal al cruzar incipientes regatos, secos casi todo el año, que afluyen al arroyo de Quijorna.
Nos incorporamos a la cañada segoviana en sentido ascendente durante un puñado de metros y nos desviamos de ella para seguir por el camino de la Palanquilla. Mucha atención al GPS, porque abandonamos este en un giro difícil de intuir, junto al arroyo del Cardizal, para acompañar su cauce pedaleando por un sendero precioso en el que disfrutaremos más adelante de una hermosa zona de cárcavas.
Tras abandonar el cauce del arroyo, nos dirigimos al norte por la zona de Cachos del Coto, donde, si vamos atentos, veremos uno de los mojones que delimitaban el vedado cinegético de Carlos IV. Giramos a la izquierda para tomar el camino de Las Rentas - El Vétago y lo abandonamos enseguida para iniciar una nueva ascensión por el camino de Hoya Luna. Atención aquí porque, para evitar las terribles rampas iniciales, en lugar de atacarlas directamente, subiremos por un sendero menos empinado que se toma 300 metros más adelante realizando un notable viraje.
Tras enlazar con el camino del arroyo de Fuente Villanos, continuamos con una sofocante ascensión hasta El Madroñal, nuevamente en las cercanías de Loma Espesa. Aquí realizamos otro pronunciado cambio de dirección para encarar un acentuado descenso hacia el cauce del arroyo de las Almagreras. Esta bajada es muy bella y no requiere grandes habilidades técnicas, pues ahora el trazado está muy bien marcado, gracias al paso de caminantes y ciclistas. Hace no muchos años este camino se encontraba en proceso de desaparición y recorrerlo resultaba un poco complicado.
Tras vadear el arroyo, iniciamos la subida por el camino del Carrizal y encaramos las cuestas de Valdemorillo, de poca extensión, pero con un trecho cuyo despiadado desnivel le ha hecho acreedor del apodo de Mortirolo valdemorillense. Poco después de superar el reto de la monstruosa rampa, abandonamos el camino y nos dirigimos hacia el este por la loma de Buenavista.
Desde ella, iniciamos otro precioso descenso por un sendero ondulado que, tras pasar junto a un búnker, vestigio de la infausta contienda fratricida, nos llevará junto al arroyo del cardizal y nos depositará en el camino de Matamoros; el cual abandonaremos nada más vadear el arroyo, para seguir el curso de este, bordeando una finca rústica, hasta incorporarnos al camino del Carrizal que nos llevará hasta Villanueva de la Cañada.
Se podría cerrar la ruta a partir de aquí, pero se nos quedaría corta de kilómetros y seguro que nos apetece seguir pedaleando y coger buen ritmo por terreno menos quebrado, porque, hasta ahora, ha sido un continuo rompepiernas.
De modo que, circunvalamos la localidad por el norte y, junto al parque acuático, tomamos el camino del Venero, que baja a intersecarse con el curso del río Aulencia. Es este un punto delicado porque, aunque la mayor parte del año se puede vadear gracias a un rudimentario pontón de troncos torpemente apilados unos metros aguas abajo, en época de crecida puede resultar difícil, si no imposible.
Seguimos por el camino del Venero y, al llegar junto a la autovía M-503, cruzamos esta por un paso subterráneo, giramos a derechas y nos dirigimos por la vereda de la Venta de San Antón hacia Villafranca del Castillo, a donde no llegaremos, porque, junto al centro ecuestre del cerro de la Mocha, viramos hacia el norte y nos encaminamos hacia la ermita de la Virgen del Soto. Desde ese lugar, apuntamos hacia Villanueva del Pardillo, a donde tampoco llegamos, porque giramos ahora hacia el oeste, cruzamos el arroyo sobre un puentecillo, y atravesamos el Llano de los Viñones, hasta llegar a la zona del polideportivo.
Nuevo giro, ahora hacia nuestra izquierda, para retornar a la vereda de la Venta de San Antón. Aquí se podría cerrar un bucle y volver a cruzar bajo la autovía para ir en paralelo a ella y evitar un fugaz tramo de asfalto; pero, con el fin de no superponer el track, vamos por la vereda hacia el noroeste, nos incorporamos brevemente a la carretera M-509, y, tras cruzar sobre la autovía, en la rotonda tomamos la vieja carretera abandonada que baja hacia el barranco del Cura.
El antiguo asfalto desemboca en la entrada de una finca, pero justo antes, tras cruzar el viejo puente de piedra sobre el Aulencia, giramos, pasamos bajo la autovía, y seguimos el curso del río aguas arriba unos cuantos metros, para continuar por un sendero que atraviesa los terrenos de la Era Vieja.
Nos incorporamos a la vereda de la Espernada y nos dirigimos al norte. Antes de bajar a vadear el Aulencia, giramos y tomamos el camino de la Mina del Capitán, que inicialmente presenta una mínima bajada para cruzar sobre un puente el arroyo de San Juan, el cual nos ofrece a la vista una impresionante cárcava.
Nos queda el último sofocón; un postre en forma de exigente subida que, afortunadamente para nuestras piernas, abandonaremos a medio camino para tomar un sendero que nos lleva a la urbanización Jarabeltrán, por la que callejearemos para cerrar la ruta circular.
Waypoints
Ruins
2,302 ft
Búnker en descenso de Buenavista a Matamoros
Búnker en descenso de Buenavista a Matamoros
Comments (1)
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Buen trabajo compañero de ruta....