Transatlas 2019. 1ªEtapa.Tafraout, Palmeral de Afella Irhir, Qued Bei Talat n'Yissi

Comenzamos la ruta internándonos en un terreno granítico con su relieve típico de afloramientos rocosos redondeados con algunas curiosas bolos de roca en equilibrio.
A poco de salir hay que portear las bicicletas en la subida por entre la masa de rocas que no nos deja montar, solo son cien metros. En la parte alta se abre una zona también granítica donde algunas de las rocas han sido pintadas, al parecer esto lo comenzó un pintor holandés y se ha convertido en atracción turística. Ahora es el mismo gobierno quien lo hace.
Continuamos por este terreno por pista de tierra en buen estado hasta llegar a un estrecho valle, el palmeral de Afella Irhir. El camino zigzaguea por huertas muy verdes entre las típicas palmeras de varios troncos y olivos. Encontramos numerosas casas junto al camino y algún albergue. Nos cruzamos con grupos de mujeres muy simpáticas que ríen y saludan al pasar.
A la salida del Palmeral nos adentramos en el Qued Bei Talat n'Yissi una inmensa rambla seca. Hasta la salida a la carretera nos quedan unos 30 km. Seguimos una pista a través de la rambla.
A unos 5 Km en uno de los márgenes de la rambla se encuentra una masa rocosa donde se pueden observar Petroglifos de animales esculpidos en las piedras.
Después de unos km mas la pista que seguimos se va perdiendo, nos metemos en un laberinto de canales con arenas blandas y piedras que dificultan mucho ir montado en la bicicleta. No obstante seguimos, la mayor parte luchando por no caer al suelo. Cosa que hacemos en alguna ocasión. Es muy cansado para las manos aguantar el traqueteo. Pero seguimos adelante.
El problema viene por culpa del vehículo de apoyo, el 4x4 no tiene las ruedas adecuadas y se atasca al cruzar los cauces en la arena blanda. No nos queda más remedio que empujarlo hasta en tres ocasiones para sacarlo. Tampoco llevaba nada para calzar las ruedas.
La ruta se alargó más de la cuenta y se nos hizo de noche a la salida de la rambla. Ya en carretera asfaltada nos montamos en la camioneta.
Donde habíamos planeado dormir un hotel Kasba Ait Herbill estaba cerrado y no había ni un albergue en ningún sitio donde alojarnos así que nos pasamos unas buen rato más buscando. En la camioneta hacia un frío de miedo y entre calambres y risas nos tapamos con un toldo que había por allí. Con mucha hambre después del largo día en la oscuridad atacamos con desesperación las reservas de fruta que encontramos.
Por fin una gentil familia aceptó hospedarnos, cenamos estoicamente y dormimos como santos todos juntitos en el salón comedor de la casa, después de haber desalojado a un pobre anciano que dormía en él y del que ya no supimos nada más.