Ruta del cocido. Edición invierno 2017.

A ver si me pongo al día con las crónicas... Como veis en el título, es una ruta de amigos que nos juntamos de vez en cuando con el pretexto de dar una vuelta en bici y luego comer -cocido en este caso-. Como todos tenemos vinculación con Andavías, pues damos una vuelta por allí. Salimos en un día desapacible por el viento, aunque la temperatura no era mala para hacer deporte (7-12 grados). Sobre las 10 de la mañana empeamos a pedalear los catorce magníficos (Joserra, Jose, Sergio, José Antonio, Javier...) entre los que se encontraba la única valiente: Rocío. Ojalá cundiera el ejemplo y se apuntaran más chicas, pero me parece que la cosa está difícil. Salimos hacia el embalse y cruzamos los dos puentes de Palacios del Pan para acercarnos hasta Almendra. Dos se dieron la vuelta allí: Joserra y su compañero (no recuerdo el nombre). Los demás seguimos hasta el Campillo con parada obligada en San Pedro de la Nave. Tras la foto de rigor y comer un poco (por hambre, no porque hubiéramos desgastado nada) bajamos hasta la ubicación original tanto del pueblo, como de la iglesia. Es la parte del recorrido que en el mapa entra en el embalse, pero que ahora está descubierta (y hay que aprovechar a verlo, porque no se sabe cuándo se repetirá). La bajada es muy divertida, pero la subida no cosechó el mismo entusiasmo entre mis compañeros (algún 'cabrón' que otro me dedicaron entonces como diseñador del recorrido). Después regresamos al Campillo y tuvimos unos cuantos kilómetros de calma, hasta que en dirección a Muelas del Pan nos encontramos con dos subidas potentes y algunas otras más suaves. Algunos se bajaban de la bici y otros preguntaban si quedaban más cuestas. Fue la parte más bonita (y también la más dura) de la ruta (y donde creo que gané más amistades). Una vez cerca de Muelas, atravesamos la carretera y tomamos el camino paralelo que se une al cordel de Sanabria. Con el viento de frente y algunos algo más cansados de la cuenta, tuvimos que ir muy despacio y parando varias veces a reagruparnos. Volvimos a cruzar la carretera, y aunque mi idea era acercarnos hasta Palomares, como no estaba la cosa para tirar cohetes, nos fuimos directos hasta Andavías. Muy contentos a pesar de todo. Una vez allí nos fuimos a duchar. Yo con un hilillo de agua, que venía de un pozo, porque el pueblo lleva meses sin suministro y el depósito que se está construyendo no acaba de ponerse en marcha. Me resulta indignante que gastemos millones y millones en obras faraónicas y luego lo básico no esté cubierto. Es de vergüenza. En fin... por lo demás todo estupendo. Nos juntamos a comer el cocido cerca de 20 personas (unos cuantos infiltrados no recuerdo haberlos visto pedaleando, pero se lo perdonaremos). Tras alguna copa que otra -yo cerveza, ya sabéis- y un rato de charleta, cada mochuelo a su olivo. Fenomenal. En marzo la próxima.