Rascafria, Caleruelas, arroyo Angostura

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Definitivamente las cosas se ven mejor desde arriba, y subir a Calderuelas para tener una visión del valle del Lozoya es uno de esos paisajes que todo biker debería de contemplar en algún momento.
Buen tiempo, ganas de pedalear y el entorno de Rascafría como telón de fondo para la mañana dominical. Si además añades un buen puñado de amigotes (Marcos, Juan, Javi Torres, Joserra y Paco) que te acompañen, estás listo para disfrutar.

Una docenita de kilómetros de ascenso continuado por pendiente no demasiado dura era la primera (y única) dificultad del día. Como siempre, cada cual a su ritmo y en pequeños grupillos vamos afrontándolo, bían subido aunque esos 12 kms se hicieron más duros de lo que se pensaba. Yo hubiese eliminado 5 de ellos, ya que en la subida adelantamos a una pareja de bikers que posteriormente nos los encontramos, y que no habían subido tanto.
A medida que vamos tomando altura mejoran las vistas: pantano de la Pinilla, valle del Lozoya, El Paular, Rascafría y la satisfacción de ir ganándole metro a metro a la montaña.
El robledal inicial deja paso al pino, y este al monte bajo ya casi en los 2000 metros hasta los que ascendemos. Aunque hace sol, no viene mal el abrigo.

Acto seguido, descenso vertiginoso buscando ya el Arroyo de la Angostura, aunque aún faltaban unos cuantos kilómetros, y con algunas paradas obligatorias.
Al llegar al Arroyo de la Angostura, nos esperaba un nuevo paisaje sin desperdicio: las veredas del Lozoya, algo más técnico que lo que habíamos recorrido hasta ahora. Así en plan trialerilla y disfrutona 100%.

Las lluvias de todo este invierno, junto con el deshielo hacen que el río baje ruidoso, y el frescor casi se nota en su entorno con un par de grados menos.

Y así llegamos a El Paular para disfrutar la merecida cerveza, que es lo mejor de las salidas en bici…