Profe. Bicicleta por Caminos Rurales, de Puente Nacional a Barbosa Santander. Agosto de 2023.
near Puente Nacional, Santander (Republic of Colombia)
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Itinerary description
Llegará algún día la ineludible hora de fenecer y gracias al extenso listado de sueños cumplidos y momentos de eufórica serenidad, la recibiré con mis brazos abiertos, la mejor sonrisa y sincera mirada, como quien acoge al más cansado peregrino en su yurta, luego de cruzar el desierto. No le tendré miedo y mi mejor té, será para ella, pues un hombre agradecido puede morir en paz.
Llevaba a cuestas, más protegido del sol o de la lluvia que yo mismo, un traje formal; evitando el tráfico, sin importar que tarde un poco más o que el omnipresente barro invernal salpique mi paciencia y decido así ir por las veredas, saliendo a las cinco de la tarde de mi pueblo, cumplida la jornada laboral y contando con más de una hora, para llegar a mi destino.
Paso por viejos y ya conocidos caminos, con una naturaleza que cuando cae la tarde, se insufla de vida y nostalgia, por las casas viejas agonizantes, que no aguantan una lluvia más o la casi ya devorada por la trocha, carrilera del tren, que duerme profundo en los sueños del olvido.
Entro a Barbosa por el Puente La Libertad, que hace de frontera entre un breve paso por Boyacá, (zona de Belchite o Lago Club) y Santander, ya cuando el día se esfuerza en dar sus últimos restos de luz. Me despojo de la embarrada ropa de batalla y luego de una ducha, donde algunas ideas, debutan en el teatro del pensamiento, mientras el agua me arranca el calor del cuerpo, hago el ritual de ataviarme de corbata, calzado lustrado y bata, para luego, encender luces de solitarios pasillos, (no por mucho tiempo), abrir aulas de clase y cargar como se pueda, mi caja con dados mágicos, ruletas de la fortuna, radios y libros antiguos, juegos de mesa y un pequeño proyector cinematográfico.
Iniciaba así una de mis primeras clases en aquel instituto nocturno de bachillerato y poco a poco mientras aquellos pasillos se llenaban de respetuosos y entusiastas saludos ceremoniales, aunque algunos otros con desgano y cansancio, de quienes ahora serían mis alumnos de inglés, español o matemáticas, podía ver como me convertía en el maestro con la responsabilidad en mis manos, de hacerles ver a ellos, la importancia de sus propósitos, su tiempo, sus habilidades, sus sueños, y su vida.
Intenté hacer trizas aquel yugo de los talleres fotocopiados y las pruebas escritas y así jugamos, tomamos problemas como retos, bailamos, sufrimos, discutimos, buscamos, planeamos y sobre todo, todos, aprendimos. El tiempo pasó tan rápido que la noche menos pensada y luego de esta travesía de ser el primero en llegar a los salones, a pesar de ser quien no vivía a pocas calles, llegó la despedida y lo supe cuando en aquella aula, ahora adornada de globos, trajes de gala y sonrisas, una de mis estudiantes me entrega, en nombre de todos, un ramo de flores y yo le regalaba a uno de los alumnos menos entusiastas, para su sorpresa, mi balón de rugby, con el que hacíamos dinámicas de pronunciación en ingles, mientras este, pasaba veloz por manos de todos. Tarde en medio de la noche, como siempre, regresaba en mi bicicleta a casa, pero esta vez por la vía central y ya no corrigiendo en mi mente los posibles errores de la clase o el ¨ ¿Qué tal si pruebo esta idea mañana?¨ sino con los ojos inundados y el alma eufórica por ese final de mis primeros seis meses como maestro.
Así como entregué mi tiempo, lo que sabía y su uso, mi alegría o las dinámicas para aprender, por tantas noches, entrego también las llaves del colegio y las de mi amistad a todos quienes estuvieron allí para darle sentido a mis clases y a mi vida. A los profesores, al señor coordinador, a la señora del aseo, al señor de la cafetería y sobre todo a mis alumnos que hoy, están un paso más cerca de sus propósitos y anhelos, por haber cumplido con el reto de aprender. Duele mucho que no hayan sido todos, ya que unos se marcharon por trabajo, por amor a otra persona y no a sí mismos y uno de ellos, se fue de este mundo porque le arrancaron su vida de las manos.
Profe Mario ¿vuelve el año entrante?
Mi respuesta es una sonrisa mientras de ellos me alejo dichoso y agradecido
Llevaba a cuestas, más protegido del sol o de la lluvia que yo mismo, un traje formal; evitando el tráfico, sin importar que tarde un poco más o que el omnipresente barro invernal salpique mi paciencia y decido así ir por las veredas, saliendo a las cinco de la tarde de mi pueblo, cumplida la jornada laboral y contando con más de una hora, para llegar a mi destino.
Paso por viejos y ya conocidos caminos, con una naturaleza que cuando cae la tarde, se insufla de vida y nostalgia, por las casas viejas agonizantes, que no aguantan una lluvia más o la casi ya devorada por la trocha, carrilera del tren, que duerme profundo en los sueños del olvido.
Entro a Barbosa por el Puente La Libertad, que hace de frontera entre un breve paso por Boyacá, (zona de Belchite o Lago Club) y Santander, ya cuando el día se esfuerza en dar sus últimos restos de luz. Me despojo de la embarrada ropa de batalla y luego de una ducha, donde algunas ideas, debutan en el teatro del pensamiento, mientras el agua me arranca el calor del cuerpo, hago el ritual de ataviarme de corbata, calzado lustrado y bata, para luego, encender luces de solitarios pasillos, (no por mucho tiempo), abrir aulas de clase y cargar como se pueda, mi caja con dados mágicos, ruletas de la fortuna, radios y libros antiguos, juegos de mesa y un pequeño proyector cinematográfico.
Iniciaba así una de mis primeras clases en aquel instituto nocturno de bachillerato y poco a poco mientras aquellos pasillos se llenaban de respetuosos y entusiastas saludos ceremoniales, aunque algunos otros con desgano y cansancio, de quienes ahora serían mis alumnos de inglés, español o matemáticas, podía ver como me convertía en el maestro con la responsabilidad en mis manos, de hacerles ver a ellos, la importancia de sus propósitos, su tiempo, sus habilidades, sus sueños, y su vida.
Intenté hacer trizas aquel yugo de los talleres fotocopiados y las pruebas escritas y así jugamos, tomamos problemas como retos, bailamos, sufrimos, discutimos, buscamos, planeamos y sobre todo, todos, aprendimos. El tiempo pasó tan rápido que la noche menos pensada y luego de esta travesía de ser el primero en llegar a los salones, a pesar de ser quien no vivía a pocas calles, llegó la despedida y lo supe cuando en aquella aula, ahora adornada de globos, trajes de gala y sonrisas, una de mis estudiantes me entrega, en nombre de todos, un ramo de flores y yo le regalaba a uno de los alumnos menos entusiastas, para su sorpresa, mi balón de rugby, con el que hacíamos dinámicas de pronunciación en ingles, mientras este, pasaba veloz por manos de todos. Tarde en medio de la noche, como siempre, regresaba en mi bicicleta a casa, pero esta vez por la vía central y ya no corrigiendo en mi mente los posibles errores de la clase o el ¨ ¿Qué tal si pruebo esta idea mañana?¨ sino con los ojos inundados y el alma eufórica por ese final de mis primeros seis meses como maestro.
Así como entregué mi tiempo, lo que sabía y su uso, mi alegría o las dinámicas para aprender, por tantas noches, entrego también las llaves del colegio y las de mi amistad a todos quienes estuvieron allí para darle sentido a mis clases y a mi vida. A los profesores, al señor coordinador, a la señora del aseo, al señor de la cafetería y sobre todo a mis alumnos que hoy, están un paso más cerca de sus propósitos y anhelos, por haber cumplido con el reto de aprender. Duele mucho que no hayan sido todos, ya que unos se marcharon por trabajo, por amor a otra persona y no a sí mismos y uno de ellos, se fue de este mundo porque le arrancaron su vida de las manos.
Profe Mario ¿vuelve el año entrante?
Mi respuesta es una sonrisa mientras de ellos me alejo dichoso y agradecido
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Comments (6)
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Great 👍
متشکرم دوست من🙏🏼
موفق باشی سلطان دوچرخه سواری کلمبیا
من اینطور نیستم 😅 ممنون برادر من قدردانش هستم
Un buen recorrido cargado de buenas historias para la vida, felicitaciones Marius una labor privilegiada la de transmitir los conocimientos propios a otras personas, para formar seres humanos ejemplares.
Es una labor satisfactoria y frustrante al mismo tiempo. Me quedaba tiempo al salir de mi trabajo de oficina y poder llegar a ese municipio, por vías rurales y poder dar los clases en la noche. La labor docente, es algo maravilloso pero nada fácil. Un saludo amigo, gracias por su apreciación.