Ruta Templarios Soria. Etapa 1. Burgo de Osma-Vinuesa
near Osma, Castilla y León (España)
Viewed 40 times, downloaded 2 times
Trail photos
Itinerary description
La ya tradicional salida primaveral con los amigos del fútbol 7 nos ha llevado este año a la provincia de Soria para hacer una ruta circular que en algún foro se conoce como la Ruta de los Templarios.
Del año pasado repetimos Jesús y yo, son baja Jaime y Claudio, este por lesión de última hora, y debuta Ximo, amigo de Jesús.
Este año nada de líos de tren o alquiler de furgonetas. Este año a las bravas, mi coche con dos bicis arriba y una dentro.
Salida a las 15 de Valencia y llegada a las 21a Burgo de Osma. Viaje por Teruel, Molina y Almazán.
Llegada a destino, descarga y acomodo en una casa con mucho encanto y con algún que otro secreto. (Qué habrá en esa habitación).
Después, tapeo por Burgo en un bar decorado con un gusto insuperable, en el que degustamos por primera vez los famosos torreznos y sí, también alguna que otra cerveza.
La salida de la primera etapa se retrasa un poco más de lo previsto. Agradable desayuno, puesta a punto de las bicis, y esperanza de que pare de llover. Salimos a las nueve y a los pocos minutos deja de hacerlo.
Los primeros kilómetros son muy agradables y en ellos ya tenemos la oportunidad de ver un bicho.
Después la carretera empieza a picar hacia arriba y tras pasar un par de pueblitos, nos metemos en un precioso bosque que seguro también es el paraíso de los amantes de las setas. Los carteles nos lo recuerdan cada pocos metros.
El camino es de tierra con algunos tramos pedregosos pero, hasta el momento, todo ciclable.
Yo tengo una buena salvada en una curva en la que me salgo y tengo la suerte de saltar de la bici sin problemas.
Después de la subida toca bajar, y aquí, como de costumbre, soy el último.
Después de la bajada el paisaje cambia y en el dominan más los campos de cultivo con mucha variedad de color.
Empezamos a pensar en almorzar, pero no va a ser fácil. Pasamos un par de pueblos sin bar, y nos dicen que hasta Calatanmanzor no encontraremos uno abierto.
Pero hasta llegar allí tendremos que superar una subida por un camino de piedras en la que tenemos que arrastrar las bicis y en la que nos acampaña un simpático perrete.
En Calatanmanzor el perrete nos cambia por una perra, cosa normal, y nosotros almorzamos en el único bar abierto. Variedad, lo que se dice variedad, tampoco tienen. Torreznos, queso y cerveza fría. Tampoco nos quejaremos.
Tras ver el castillo y las vistas, bajamos de nuevo a la carretera y nos dirigimos a nuestra siguiente parada. La cascada de la Fuentona. El paraje es bonito, pero un poco estrecho y con bastantes caminantes. Además, nos dicen que, de cascada, nada. Así que nos damos la vuelta y lo dejamos para otro día. Nos queda mucha etapa y mucho desnivel por superar.
Enseguida nos encontramos la subida. No es dura pero sí bastante larga y la pista está bastante irregular. Lo bueno es que no nos cruzamos con nadie. Después tenemos una pequeña bajada y llegamos a Cabrejas del Pinar, donde decidimos parar para a picar algo. No hay mucha variedad, así que optamos por bocatas de jamón, cervezas y, por supuesto, torreznos. Un lugareño nos habla de sus viajes en bici y de sus peripecias, y en ese tiempo le da para bajarse tres tercios. Buen personaje.
De vuelta a la bici y con la perecilla normal por la hora, vemos por fin el sol y nos quitamos ya toda la ropa de invierno. Cruzamos la general 340 por la que tanto he pasado, y la Vía Verde Santander Mediterráneo de la que disfruté en mi primer camino de Santiago desde Valencia, y el paisaje vuelve a cambiar.
El turno ahora es para un bosque supercuidado de pinos altísimos. El asfalto es buenísimo, así que durante unos kilómetros disfrutamos del cielo azul, y del marrón y verde de los árboles. Solo durante unos kilómetros, porque enseguida el asfalto se acaba y la carretera vuelve a picar hacia arriba. Además, nos encontramos con el aire en contra. Coronamos en un refugio chulísimo con unas vistas espectaculares y de ahí comenzamos la bajada hasta la playa del pantano con la idea de tomarnos unos helados allí. Un poco ilusos, sí. Porque allí no hay nada abierto, aunque sí hay gente disfrutando de la tranquilidad. Nosotros lo hacemos.
Nos quedan 10 kilómetros, pero estos no van a ser fáciles. Primero porque el siguiente tramo es por carretera con el aire en contra, y segundo porque de Molinos (donde nos comemos el deseado helado) a Vinuesa nos metemos por una senda junto al río Duero por la que tenemos que empujar la bici casi todo el tiempo, sobre todo al principio.
Finalmente, a las siete de la tarde, ufff, estamos entrando en Vinuesa. El pueblo es muy bonito y nos alojamos en el Hotel Virginia.
Ahora, lavar ropa, ducha y descanso activo para conocer el pueblo. La etapa ha estado genial con mucha variedad de paisajes. Y mañana, la Laguna Negra.
Del año pasado repetimos Jesús y yo, son baja Jaime y Claudio, este por lesión de última hora, y debuta Ximo, amigo de Jesús.
Este año nada de líos de tren o alquiler de furgonetas. Este año a las bravas, mi coche con dos bicis arriba y una dentro.
Salida a las 15 de Valencia y llegada a las 21a Burgo de Osma. Viaje por Teruel, Molina y Almazán.
Llegada a destino, descarga y acomodo en una casa con mucho encanto y con algún que otro secreto. (Qué habrá en esa habitación).
Después, tapeo por Burgo en un bar decorado con un gusto insuperable, en el que degustamos por primera vez los famosos torreznos y sí, también alguna que otra cerveza.
La salida de la primera etapa se retrasa un poco más de lo previsto. Agradable desayuno, puesta a punto de las bicis, y esperanza de que pare de llover. Salimos a las nueve y a los pocos minutos deja de hacerlo.
Los primeros kilómetros son muy agradables y en ellos ya tenemos la oportunidad de ver un bicho.
Después la carretera empieza a picar hacia arriba y tras pasar un par de pueblitos, nos metemos en un precioso bosque que seguro también es el paraíso de los amantes de las setas. Los carteles nos lo recuerdan cada pocos metros.
El camino es de tierra con algunos tramos pedregosos pero, hasta el momento, todo ciclable.
Yo tengo una buena salvada en una curva en la que me salgo y tengo la suerte de saltar de la bici sin problemas.
Después de la subida toca bajar, y aquí, como de costumbre, soy el último.
Después de la bajada el paisaje cambia y en el dominan más los campos de cultivo con mucha variedad de color.
Empezamos a pensar en almorzar, pero no va a ser fácil. Pasamos un par de pueblos sin bar, y nos dicen que hasta Calatanmanzor no encontraremos uno abierto.
Pero hasta llegar allí tendremos que superar una subida por un camino de piedras en la que tenemos que arrastrar las bicis y en la que nos acampaña un simpático perrete.
En Calatanmanzor el perrete nos cambia por una perra, cosa normal, y nosotros almorzamos en el único bar abierto. Variedad, lo que se dice variedad, tampoco tienen. Torreznos, queso y cerveza fría. Tampoco nos quejaremos.
Tras ver el castillo y las vistas, bajamos de nuevo a la carretera y nos dirigimos a nuestra siguiente parada. La cascada de la Fuentona. El paraje es bonito, pero un poco estrecho y con bastantes caminantes. Además, nos dicen que, de cascada, nada. Así que nos damos la vuelta y lo dejamos para otro día. Nos queda mucha etapa y mucho desnivel por superar.
Enseguida nos encontramos la subida. No es dura pero sí bastante larga y la pista está bastante irregular. Lo bueno es que no nos cruzamos con nadie. Después tenemos una pequeña bajada y llegamos a Cabrejas del Pinar, donde decidimos parar para a picar algo. No hay mucha variedad, así que optamos por bocatas de jamón, cervezas y, por supuesto, torreznos. Un lugareño nos habla de sus viajes en bici y de sus peripecias, y en ese tiempo le da para bajarse tres tercios. Buen personaje.
De vuelta a la bici y con la perecilla normal por la hora, vemos por fin el sol y nos quitamos ya toda la ropa de invierno. Cruzamos la general 340 por la que tanto he pasado, y la Vía Verde Santander Mediterráneo de la que disfruté en mi primer camino de Santiago desde Valencia, y el paisaje vuelve a cambiar.
El turno ahora es para un bosque supercuidado de pinos altísimos. El asfalto es buenísimo, así que durante unos kilómetros disfrutamos del cielo azul, y del marrón y verde de los árboles. Solo durante unos kilómetros, porque enseguida el asfalto se acaba y la carretera vuelve a picar hacia arriba. Además, nos encontramos con el aire en contra. Coronamos en un refugio chulísimo con unas vistas espectaculares y de ahí comenzamos la bajada hasta la playa del pantano con la idea de tomarnos unos helados allí. Un poco ilusos, sí. Porque allí no hay nada abierto, aunque sí hay gente disfrutando de la tranquilidad. Nosotros lo hacemos.
Nos quedan 10 kilómetros, pero estos no van a ser fáciles. Primero porque el siguiente tramo es por carretera con el aire en contra, y segundo porque de Molinos (donde nos comemos el deseado helado) a Vinuesa nos metemos por una senda junto al río Duero por la que tenemos que empujar la bici casi todo el tiempo, sobre todo al principio.
Finalmente, a las siete de la tarde, ufff, estamos entrando en Vinuesa. El pueblo es muy bonito y nos alojamos en el Hotel Virginia.
Ahora, lavar ropa, ducha y descanso activo para conocer el pueblo. La etapa ha estado genial con mucha variedad de paisajes. Y mañana, la Laguna Negra.
Waypoints
You can add a comment or review this trail
Comments