Nocturna por Cigüeñas al atajo toros por variante de finca del Campillo y parada 'Donde Ana' en Los Arroyos para huevos rotos
near Colmenarejo, Madrid (España)
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Itinerary description
Tenía ganas de hacer esta variante, pensaba que no se podía pasar pero sí se puede, al principio es un buen camino hasta la finca y desde la finca un senderito con mucha vegetación en los lados pero ciclable.
Historia: La pequeña aldea situada en San Lorenzo de El Escorial, conocida como el poblado de El Campillo, tenía tan sólo 125 habitantes vivían en este entorno privilegiado.
Por aquel entonces todo transcurría con normalidad para los integrantes del pueblo. Rondaba el año 1595 cuando reinaba Felipe II, un rey al que no le gustaba socializar demasiado. Ningún evento ni fiesta resultaba ser de su interés. Era un rey misterioso, discreto e imponente en su porte. No pasaba demasiado tiempo con su familia ya que sus obligaciones ocupaban la mayor parte de su día a día, y el tiempo que le restaba lo pasaba desarrollando una de sus mayores pasiones, la caza.
Esta afición le llevó a buscar un lugar donde poder disfrutar plenamente de la naturaleza. Tras dar con El Campillo y ver en este lugar el emplazamiento ideal para su coto de caza, decidió echar a sus habitantes para hacer de éste residencia particular y lugar de vacaciones donde pasar largas temporadas de descanso y disfrute particular.
La casa había sido fortificación de defensa, por eso el rey encargó a Juan de las Heras que suavizara su aspecto adaptándolo a su nuevo uso, manteniendo la esencia del viejo linaje del edificio. De ahí que se conserve gran parte de su estructura y distribuciones originales. Tras dichos arreglos, la torre se convirtió en una casa típica de campo.
En el siglo XIX, con la desamortización, El Campillo pasó a manos privadas. Finalmente, en el año 1986, El Campillo fue comprado en estado de ruinas y fue remodelado en toda su extensión
Historia: La pequeña aldea situada en San Lorenzo de El Escorial, conocida como el poblado de El Campillo, tenía tan sólo 125 habitantes vivían en este entorno privilegiado.
Por aquel entonces todo transcurría con normalidad para los integrantes del pueblo. Rondaba el año 1595 cuando reinaba Felipe II, un rey al que no le gustaba socializar demasiado. Ningún evento ni fiesta resultaba ser de su interés. Era un rey misterioso, discreto e imponente en su porte. No pasaba demasiado tiempo con su familia ya que sus obligaciones ocupaban la mayor parte de su día a día, y el tiempo que le restaba lo pasaba desarrollando una de sus mayores pasiones, la caza.
Esta afición le llevó a buscar un lugar donde poder disfrutar plenamente de la naturaleza. Tras dar con El Campillo y ver en este lugar el emplazamiento ideal para su coto de caza, decidió echar a sus habitantes para hacer de éste residencia particular y lugar de vacaciones donde pasar largas temporadas de descanso y disfrute particular.
La casa había sido fortificación de defensa, por eso el rey encargó a Juan de las Heras que suavizara su aspecto adaptándolo a su nuevo uso, manteniendo la esencia del viejo linaje del edificio. De ahí que se conserve gran parte de su estructura y distribuciones originales. Tras dichos arreglos, la torre se convirtió en una casa típica de campo.
En el siglo XIX, con la desamortización, El Campillo pasó a manos privadas. Finalmente, en el año 1986, El Campillo fue comprado en estado de ruinas y fue remodelado en toda su extensión
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