Monte del Soto de Viñuelas (vuelta entera por la tapia)

San Sebastián de los Reyes - Fuente del Fresno -Ciudacampo - Soto de Viñuelas - Tres Cantos - Cementerio Jardín y vuelta a San Sebastián de los Reyes

Esta es una excursión en bici de las clásicas, de las que todo el mundo que tiene bicicleta de montaña en Madrid hace al menos una vez al año. Se trata de ir bordeando la tapia del Monte del Soto de Viñuelas, un pegujal de 3.000 hectáreas entre la Autovía de Burgos y la de Colmenar. Como bien dice "la Wikipedia", que sabe un rato, es un "encinar adehesado", verdadero pulmón de este Madrid que hecha humos tóxicos por todas partes.

Quedamos, los Buziketeros, en el Polideportivo Dehesa Boyal de Sanse, y pudimos salir cerca de las diez de la mañana (¡los hay tardones!).

El suelo seco, con escarcha de finales de noviembre tras una noche fría. Subimos la primera cuestecita hasta llegar a la tapia y luego la seguimos en sentido contrario a las agujas del reloj. No se puede uno perder, porque todo es seguir la valla, sin separarse de ella, salvo en alguna urbanización (Ciudalcampo) donde hay que callejear un poco, y cuando se alcanza la autovía de Colmenar, que hay que ir por la parte interna del arcén unos 600 m hasta el cementerio jardín.

Es una ruta para todos los públicos, con tal de que puedan hacerse los 33 km del ala. A velocidad moderada, y parando para ver el paisaje, se puede hacer en tres horas divinamente. La práctica totalidad es camino, más o menos ancho, con sus repechos y bajadas, que si uno se administra bien puede conseguir salvar estupendamente con la inercia del bajar-subir y vuelta a empezar. Eso si, en domingo y con buen tiempo puede estar transitada por ciclistas y por paseantes con perro (¿es que solo los dueños de canes hacen paseítos largos?).

Aunque el único hito del camino es la famosa y eterna tapia, es bueno mirar hacia adentro, porque el paisaje es magnífico: encinas centenarias, pequeños arroyos que alguna vez llevaron agua, caza, aves migratorias si es el tiempo... También es bueno mirar hacia afuera, se ven todos los pueblos de alrededor (San Agustín, Colmenar, Tres Cantos) y la sierra al fondo (Malicionsa, Cabezas de Hierro, la cuerda larga...e incluso La Cabrera), que este otoño pide nieve y no le quiere llegar, por desgracia.

Si el día está en sazón, en la ruta se pueden ver muchos aviones. No son aves autóctonas, ni siquiera son aves aunque vuelen: son monstruos con motores de keroseno que hacen un ruido descomunal inmediatamente después de despegar, y los desvían por el Soto de Viñuelas para que giren hacia el oeste (Portugal, Canarias, Africa, América) aprovechando que es un pasilo despoblado. Los de las urbanizaciones del camino saben bien qué significa oir todo el santo día el estruendo.

Entre la urbanización del Soto de Viñuelas y Tres Cantos, el único núcleo urbano del recorrido, la ruta está más concurrida: más coches, más peatones con perro, más polvo, algunos domingueros de esos que no saben bien dónde van, vamos... la fauna local. Es interesante pararse a ver dos conductos gigantes del Canal de Isabel II que vienen del embalse de Santillana (¡cuánta agua traga Madrid por esas tuberías!)

Al llegar a la autopista de Colmenar el camino se pierde, pero con cuidado se puede ir hasta el Cementerio Jardin, unos 600 m más allá, por delante o por detras del pretil teniendo en cuenta que los coches vienen de frente. En fin, nada es perfecto y este es el tramo más dudoso del camino.

Al llegar al Cementerio Jardin se abre una pista muy hermosa, que nos llevará de nuevo a San Sebastián de los Reyes. La tapia del monte siempre a la izquierda, y a la derecha campos sembrados, que heridos por los rayos del sol dan su mejor verde.

Un rato más tarde llegamos de nuevo al Polideportivo, con casi 33 km más de pedaleo en las piernas; nos hicimos la foto de rigor y nos metimos a celebrarlo con una cervecita..