Malagon, presa Peguerinos, Robledondo, Cruz Verde, San Lorenzo

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Antes de que despuntase el sol ya habíamos quedado unos madrugadores bikers en el paking del tomillar. Muy puntuales como siempre, Ricardo, Pedro, Javi Torres, Trévor y un servidor, para acometer la subida al Malagón. Después ya decidiríamos qué hacer una vez arriba, y es que Trévor llevaba prisa.
Nada más empezar la ascensión tuvimos que parar, porque un señor yacía en la cuneta con heridas, lo que hizo retrasarnos media hora hasta que una patrulla de la policía local acudió al lugar. En este punto se nos unió Oscar, que fue él quien descubrió al señor. Sin más dilación retomamos la ruta y, en vez de subir derechitos al Malagón, giramos a nuestra derecha para llegar a la Penosilla por las Zetas. Agrupamos la manada y encaramos la subida al puerto. Allí Trévor se vuelve a casa a cumplir con sus tareas familiares, y el resto continuamos carretera adelante con dirección a Peguerinos.traguito de agua en la fuente de Casa del Cuevas y descenso de unos tres kilómetros para tomar un camino a nuestra izquierda. En este punto, tras una veredita, hacemos un poco de campo a través ya que el camino que lleva a la presa de Peguerinos no está demasiado claro. Encontramos finalmente dicho camino y en un plis plas (con trialeras y torrenteras, divertidas algunas y de bajarse otras) nos plantamos en la recula de la presa. Eso si, en dicho camino hay que atravesar tres o cuatro arroyos de ponerse empapado hasta los tobillos, y uno de ellos de calarse hasta la pantorrilla. En mi caso, tuve que poner el pie a tierra en medio del arroyo, lo que hizo que me mojase hasta casi la rodilla. Llegamos, decía, hasta la presa para ver cómo el muro de dicha presa estaba cubierto con centenares de gaviotas (o aviones, o vencejos… o algo así). Atravesamos el muro y tomamos camino a nuestra izquierda para bajar hasta el puente del río Aceña, lugar donde de pequeños nos hemos bañado en sus pozas multitud de veces.
Aproximadamente unos cuatro kilómetros de ascensión por carretera hasta Robledondo, alto de los Reajos y deswcenso por vereda y trialera hasta la Cruz Verde. Como ya había prisa en el grupo, decidimos llegar a San Lorenzo por carretera, así que en poco más de quince minutos estábamos tomando una cerveza en El Carro Ricardo y yo (los demás a su casita a hacer la comida). Por mi parte era la primera vez que iba en bici más allá de la casa de las Cuevas, lo que habrá que repetir, aunque la variante desde La Cruz Verde a San Lorenzo habrá que hacerla vía Zarzalejo y luego por la calzada romana, o por la silla de Felipe II.