JERICO - TARSO

Este fue el tercer día de la travesía por el suroeste en la modalidad de "Trochicaminada", debido a que este día debíamos regresar a Medellin a actividades laborales y personales no teníamos mucho tiempo así que iniciamos el recorrido a las 5:30 am en el municipio de Jerico con la intención de ir al municipio de Tarso el cual no lo conocía, hubiera sido ideal hacer el recorrido por el camino de herradura pero no teníamos tiempo, así que hicimos el trayecto por la vía que comunica los dos municipios, realmente es un trayecto que no es muy exigente, al principio es un largo descenso con algunas leves ondulaciones con mucha neblina y frio, luego inicia el ascenso en la vereda "La Cascada", donde encontramos la única tienda abierta en todo el recorrido en una casa campesina al bordo de la carretera, donde una señora mayor de edad que vende tinto, aguapanela, y algunos mecatos, allí disfrutamos de una aguapanela caliente con una pan salado muy sabroso. La señora nos contó que abre su negocio desde las 5 am porque su hijo baja de Jerico para trabajar en "Cauca Viejo", así que la señora lo espera con el desayuno a esta hora porque "la mujer lo dejo", igual suerte tuvieron los otros hijos, así que la señora dice que vive desahuciada de las mujeres de hoy en día. Continuamos nuestro recorrido hasta el sitio que llaman "La Ye", donde inician los 7 kmts de ascenso al municipio de Tarso, los cuales prácticamente no tienen descanso. Más adelante empezó a llover y escampamos en el hermoso portón de ingreso a la hacienda "Damasco", el cual tiene la forma de un bello kiosco, allí nos relajamos un buen rato, luego escampo un poco y continuamos el ascenso pero se volvió a largar a llover, así que finalmente llegamos totalmente mojados al parque del municipio de Tarso, luego de 24 kmts en 2 horas y media. Allí ingresamos a cambiarnos de ropa y desayunar en un lugar muy agradable que es una casa de familia en un primer piso que no tiene aviso de restaurante, esta diagonal a la oficina donde venden los tiquetes de bus, a la casa se ingresa por un corredor y tiene varios espacios con muebles de sala y comedor antiguos, la atención la realiza una amable señora de avanzada edad, con la ayuda de una joven extranjera, allí mi compañera de viaje se "desquito", comio tanto, que me tocó cambiarme de mesa, porque de pronto le daba por comer gente, jajajaja. Así finalizamos nuestra travesía, muy agradecidos porque todo nos salió muy bien, disfrutamos hasta la saciedad, tanto que quedamos antojados de continuar, volver, o repetir. Estas experiencias son un gran alimento para el alma, y son como un vicio, el cual después de "probarlo" ya no lo quieres dejar.