El Ocho de la cruz y la trocha en Sasaima

Como es de costumbre, y en este caso mala costumbre, la noche anterior a salir a montar decidimos ir a Sasaima por invitación indirecta de nuestro amigo Ochoa Epic a través de Carlos "el suicida". Llegamos tras pagar uno de los peajes más caros y absurdos al pueblo y nos encontramos con nuestros guías casi locales: Los Monachos.

Ya pasando la introducción con tanto nombre raro, comenzamos con un ascenso muy fuerte por destapada en el que varios sufrieron al estar fuera de forma. Afortunadamente Camilo, Carlos y yo logramos subir sin bajarnos de nuestras bicis. Aquí la vegetación de clima templado nos recibió con sus deliciosos aromas y frondosidad. Cómo me gusta andar en bici por estos caminos!

El ascenso siguió viendo a nuestra derecha una de las fincas cafeteras de la zona cuyo dueño es un Alemán según nos dijeron. A nuestros guías les falló un poco la memoria y nos fuimos por donde no era, por ende el desvío que aparece en la ruta, pero nos sirvió para encontrarnos unas mandarinas deliciosas en unos árboles a la izquierda del camino.

Ya de regreso al camino correcto, seguimos ascendiendo asta un alto desde donde la panorámica de los alrededores y las montañas circundantes era magnífica. El descenso posterior muy empinado y rápido pero divertido. A nuestra izquierda estaba un camino que sube a la cruz y propuse que lo recorriéramos. Valió la pena por el reto de subirlo, por la vista que nos otorgó y por la bajada de regreso.

Luego vino una subida larga por la carretera en la que hay que tener cuidado con los camiones que por allí pasan. Retomamos la destapada a la izquierda y nos encontramos con una iglesia campestre cerca de la cual estaban celebrando la fiesta de la virgen del carmen los campeinos, transportadores y hacendados de la zona.

Nosotros continuamos hasta un cruce que nos llevó a una de las mejores partes de esta ruta, un sendero que desciende serpenteando entre maleza, troncos caídos y filos de montañas. Muy divertido aunque un poco inestable por la lluvia que recién había caído unida al terreno de cascajo. Luego el sendero se abre a unas cintas de cemento abandonadas con una pendiente muy muy fuerte en la que era difícil mantenerse incluso en pie. El suicida y yo nos atrevimos a bajarla pero al final una piedra atravezada en el punto donde había que saltar y la superficie muy resbalosa por la lama, me hizo caer y a Carlos detrás de mi sin ninguna consecuencia más que la risa de todos.

Por último regresamos a Sasaima, con mucha hambre a comer al lado de la iglesia y tomarnos un tinto con mantecada en la tienda de la esquina! otra buena ruta con buenos amigos. Cuál será la siguiente?