El Carmen de Atrato - El 7 - Tutunendo - Quibdó (Chocó, Colombia)

Fecha de ruta: agosto 07-2014
Dificultad física: 3 en escala de 1 a 5
Dificultad técnica: 2 en escala de 1 a 5

Esta historia va dedicada a dos personas aventureras que han recorrido en bici muchos rinconcitos de Antioquia y de los departamentos vecinos, y nos han dejado propuestas que asombran por la extensión de sus trazados y enamoran por la pasión que le imprimen a cada una de sus salidas.

A Bici Trú y a Luis A., con todo el cariño, va dedicada esta ruta, como les gusta !

La idea de hacer el recorrido fue de Luis A., quién soñaba llegando en bicicleta hasta Quibdó, capital de departamental del Chocó, desde El Carmen de Atrato. Así que antes que esta vía de casi 100 Km de longitud quede pavimentada en su totalidad en el año 2016, nos aventuramos a realizar el trazado desde El Carmen de Atrato hasta Quibdó, por una carretera que actualmente tiene 30% de pavimento aislado y 70% sin pavimento con algunos tramos estrechos y complejos de cruzar.

El Chocó está situado en el Noroccidente de Colombia y es el único departamento colombiano con costas en los Océanos Pacífico y Atlántico. Además, se da el lujo de tener una de las selvas más lluviosas y de mayor biodiversidad del planeta: La Selva del Darién o "Tapón del Darién", ubicada entre Colombia y Panamá.

Aprovechando que el 7 de agosto es un día festivo en Colombia, y que este año 2014 cayó justo un jueves, negociamos el viernes por tiempo libre pendiente, y así armamos un puente de 4 días. Eso es algo muy interesante, y escaso, que nos permitió planear una travesía en bicicleta por varios municipios y corregimientos del Chocó con este itinerario:

1er día: El Carmen de Atrato - El Siete - Tutunendo - Quibdó, en bicicleta

2do día: Quibdo - Yuto - Lloró - Bagadó, por vía fluvial, llevando las bicis.

3er día: Bagadó - Tado - Las Ánimas - Yuto - Quibdó, en bicicleta

4to día: regreso a Medellin desde Quibdó, en bus.

6 DE AGOSTO
El miércoles 6 de agosto, al final de la tarde, rodamos con nuestro equipaje a cuestas hasta La Terminal de Transportes del Sur de Medellin y allí empacamos las bicis sobre el capacete de un microbús de Surandina S.A. Después de un recorrido terrestre de unas 4 horas, y casi a las 10 pm, arribamos al "Carmen de Atrato" en medio de una llovizna suave.

"El Carmen de Atrato", conocido como la "Puerta del Pacífico" por ser el primer municipio después del cruce de límites departamentales entre Antioquia y Chocó, está ubicado a una altura de 1700 msnm sobre las estribaciones de la Cordillera Occidental, a una distancia de 123 Km desde Medellín.

El Carmen de Atrato es un municipio que no trasnocha y tampoco madruga, y los sitios para conseguir una buena comida o un buen desayuno son escasos. Así que desde la noche anterior planeamos salir bien temprano y descender hasta "El 7", 3 Km abajo del Carmen, donde hay buenos sitios para desayunar. También existen hoteles porque allí pernoctan los conductores de los vehículos de carga que transitan la vía entre Antioquia y Chocó, y viceversa.

7 DE AGOSTO
Nos pusimos en pie temprano luego de una noche con lluvia abundante, y desde las 6:00 am ya escuchábamos las notas de la banda marcial conformada por los soldados del Ejército Nacional de Colombia, quienes practicaban y afinaban los sonidos para el desfile que conmemora la "Batalla de Boyacá" que tuvo lugar el 7 de agosto de 1819 en el cruce del Río Teatinos, donde hoy esta el monumento del Puente de Boyacá, cerca a la ciudad de Tunja.

Alistamos las bicis, hicimos un pequeño calentamiento y emprendimos el descenso hacia "El 7", aún con el piso húmedo. En la tienda "Las Delicias", tomamos un "desayuno trancado", como decimos en Antioquia, previendo que nuestra jornada sería larga y las posibilidades de encontrar comida preparada estaba lejos. No obstante, en el camino hay pequeñas tiendas con víveres que pueden ser muy útiles es caso de una emergencia por comida o por sed.

A las 7:30 am, con el estómago contento, iniciamos el recorrido por una carretera destapada que casi todo el tiempo tiene pendiente negativa lo cual favorece el recorrido en bici hasta Quibdó. Si el trazado se realiza al contrario, es bien exigente la ruta. Para mí fue bastante emocionante regresar a esta vía después de 15 años de haberla recorrido en moto. Debo confesar que además de encontrar una carretera más transitable, sin tanta piedra suelta y con más viviendas habitadas, también sentí dolor porque la mano del hombre ha dejado secuelas en las laderas de las montañas donde el ganado ha reemplazado las plantas nativas. Y una de las especies que más extrañe fue la "Palma de Cera", árbol nacional insignia de Colombia, que ya sólo adorna las cimas de las montañas del lugar pero quedan muy pocas en las laderas. Realmente es una lástima !.

En cambio, una de las mejores recompensas de esta ruta es el privilegio de ver el Río Atrato, el más caudaloso de Colombia, desde que inicia su recorrido, cuando es estrecho y lleva en su cauce aguas cristalinas con tonalidades verdes, pero enfurecidas, como pidiendo permiso desde lo alto de la montaña para surcar la selva más adelante.

Fuimos avanzando como en una especie de reto numérico porque en esta vía cada vez que uno se encuentra un asentamiento humano el sitio se identifica con un número: "El 7", "El 12", "El 15", "El 18", "El 20", "El 21", etc.

Dicho número no coincide con el kilometraje de la vía pero si da cuenta de un punto de referencia que usaban los colonizadores desde que ellos abrieron las primeras trochas de esta zona. Lo curioso es que dicho sistema de identificación hoy continúa siendo utilizado y se convirtió en la nomenclatura vial para campesinos, indígenas, turistas y transportadores de carga y/o pasajeros que ingresan al departamento del Chocó desde Antioquia.

Pasamos por "El 9", "El 12" y llegamos hasta "El 15" sin contratiempos y disfrutando el paisaje, el clima y las fuentes hídricas que bajan de la montaña y desembocan en el Río Atrato, que siempre nos acompañó sobre el margen izquierdo de la vía. Allí hicimos una pequeña parada para hidratarnos y aprovechamos para preguntar por las distancias. Las personas del lugar nos respondieron amablemente y se asombraron al escuchar el destino final de nuestra aventura.

Continuamos con el mismo ritmo de antes, y con la ilusión de hacer una parada larga en "El 18", donde hay varios ríos y quebradas de aguas cristalinas y refrescantes. Pero mucho antes de llegar hasta "El 17", tuvimos un pinchazo, algo normal como decimos los ciclistas: "gajes del oficio". Así que nos desvaramos. El causante fue un alambre de 5 mm que traspasó el caucho de la llanta y perforó el neumático. Por algún motivo, que yo llamo "Ley de Murphy" el inflador de Luis A. no daba presión suficiente y mi inflador no aparecía por ningún lado. Simple: no lo había llevado !!!. Así que intentamos darle la mayor cantidad de presión a la llanta ya reparada con neumático nuevo y de repente, plop !!!. En un instante se salió todo el aire del neumático. En principio no entendimos lo que sucedía pero unos segundos más tarde comprendimos que la válvula se había desgañotado del neumático. Así que en menos de 15 minutos, teníamos 2 neumáticos malos y uno de ellos con un daño irreparable. Sacamos otro neumático y realizamos de nuevo el proceso. Esta vez pusimos más cuidado con el inflador, y aunque logramos inflar la llanta, no obtuvimos la presión adecuada para el peso que había en las alforjas de la bici de Luis A. No había otra opción que arriesgarnos a continuar así.

Seguimos el pedaleo y unos 10 minutos más tarde tuvimos un 2do pinchazo, por "rinazo". En ese momento, no dudábamos que tebíamos que inflar más las ruedas de Luis A., o seguiríamos teniendo líos durante el recorrido por todo el peso que él llevaba. El "rinazo" es una varada típica cuando el neumático no tiene presión suficiente de inflado y las paredes metálicas del rin pellizcan el neumático y lo rompen, casi siempre en 2 puntos opuestos. Sacamos otro neumático y nos desvaramos de nuevo. En menos de 15 minutos, íbamos por el 3er pinchazo.

Ya nos tocaba desvararnos con parches: y eran 2 unidades por cada rinazo. Pero como dije antes, "Murphy" estaba de turno ese día haciendo muy bien su trabajo, pues descubrimos que nuestro pegante estaba seco por no haberlo usado en tantos meses. Que clase de aviso querrían darnos los duendes de esta carretera mítica ?

Así que Luis A. decidió avanzar a pie, arrastrando la bici, mientras yo permanecí rodando muy despacio juntó a el, con la ilusión de encontrar un monta llantas en "El 17", donde tuviéramos más opciones. Esa idea surgió porque en "El 15" habíamos visto un monta llantas y creímos que podría haber otro más adelante. Continuamos con ritmo de caminata por casi 40 minutos y al fin llegamos hasta "El 17", con 51 Km recorridos. Monta llantas no había ! Tienda tampoco !. En una de las casas de "El 17", encontramos a "Doña Dioselina", una señora muy amable, con ancestros de la comunidad indígena Emberá. Y junto a la casa de la señora, justo al lado de un camión de carga varado desde el día anterior, estaba su conductor "Don Alberto". Cuando él nos vio, sólo se le ocurrió decir: "Están perdidos ?". Seguro lo decía porque no esperaba encontrarse 2 ciclistas, caminando con sus bicis en medio de una de las carreteras más agrestes y solitarias de Colombia. "No señor, no estamos perdidos. Gracias por preguntar. "Estamos varados", le respondimos. "Sabe usted donde conseguimos un monta llantas ?", le preguntamos. Y el, con un gesto que delataba algo de preocupación respondió: "En el 20. Desde acá son como unos 10 Km. Hay dos lugares para desvararse: El 15 y El 20. Si quieren yo les ayudo mientras sigo esperando a que me traigan el repuesto de mi camión que está varado desde ayer. Qué necesitan ustedes para arreglar las bicis ?"

Y así, entre anécdotas de la varada que sufrió el camión de Don Alberto por daños en una de las ballestas, y nuestra varada extendida por pinchazos múltiples en la bici de Luis A., descubrimos que Don Alberto sería nuestro ángel. No sólo nos regaló un pegante muy bueno para los parches que el usa en los neumáticos de su camión, llamado "Vepal", sino que el sistema mecánico de su camión tenía conectado un compresor que funciona cuando el motor del camión está encendido. Ese encuentro parecía un milagro ! Teníamos pegante para arreglar los neumáticos con parches y, además, aire con presión suficiente para inflar las llantas. Bingo !!!.

Como el sol estaba bien contento y ya sentíamos con rigor el calor del medio día, Doña Dioselina nos ofreció el corredor de su casa para improvisar un taller de reparación de neumáticos, je, je. Y como sí fuera poco, también nos ofreció comer todos los murrapos (bananos enanos) que quisiéramos, de un racimo que tenía colgado en una de las columnas de su casa. Ese fue un gesto muy bello de esta señora puesto que el almuerzo estaba lejos y ya el estómago comenzaba a reclamar un cariñito.

Mientras estuvimos en "El 17", doña Dioselina nos hizo más agradable el desvare. Ella cargaba en brazos a su sobrina de pocos meses y nos contaba sus historias en compañía de su perro "Killer", mientras nosotros parchábamos neumáticos. Y luego, Don Alberto nos ayudaba con la "prueba se calidad", con el aire comprimido generado en el compresor conectado a su camión. Y mientras hacíamos la prueba de calidad, Don Alberto nos iba dando información muy útil sobre el estado de la carretera y los sitios claves donde podríamos encontrar víveres y hospedaje en caso de tener algún inconveniente. También nos contó varias anécdotas sobre sus viajes por esta carretera. A las 2:15 pm, casi 2 horas después de haber detenido nuestra marcha sobre las bicis, teníamos 4 neumáticos reparados además de las ruedas de la bici de Luis A., con la presión adecuada para evitar más "rinazos".

Retomamos el pedaleo hacia "El 18" y allí encontramos unas quebradas muy bellas, de esas que provocan para darse un buen chapuzón. En este sitio tuvimos que tomar una decisión difícil: bañarnos y disfrutar las aguas cristalinas o avanzar hasta "El 20" para conseguir el almuerzo, que nos recomendó "Don Alberto" y así continuar con nuestro recorrido para llegar de día a Quibdó. Al final, el criterio de decisión lo otorgó el "tiempo", puesto que aún nos faltaba un ascenso de 6 Km hasta "El 20", más el tiempo del almuerzo, más el tiempo gastado durante el desvare, más el tiempo que nos llevaría recorrer los 40 Km finales hasta Quibdó. Además, el clima comenzó a cambiar y el sol alegre de la mañana comenzó a cubrirse con nubes de lluvia. Así que, por prudencia, decidimos continuar hacia "El 20".

Justo antes del ascenso hacia "El 20" cruzamos un puente metálico, tipo militar, sobre el Río La Playa, donde los habitantes del sector acostumbran pescar. Es un río ancho, caudaloso y de aguas casi siempre cristalinas que desembocan en el Rio Atrato. Iniciamos el ascenso de 6 Km, con dificultad 3 en escala de 1 a 5, y con tramos inclinados donde predominan los baches y la piedra suelta. Como si todo estuviera fríamente calculado, cuando llegamos hasta "El 20" comenzó a llover. Eso fue perfecto para nosotros. Mientras la lluvia refrescó el ambiente, nosotros almorzamos bien, dado que en este sitio conseguimos comida fresca y caliente. Al terminar de almorzar, la lluvia había pasado y nosotros estábamos listos para iniciar el último 40% del recorrido hacia Quibdó.

Justo al iniciar el descenso desde "El 20" tuvimos una visión bellísima de La Selva del Chocó: un tapete inmenso en el horizonte repleto de especies nativas con muchas tonalidades verdes. Fue una visión como la del mar, pero no con agua, sino con selva. Pasamos por la base de un cerro donde están instaladas unas antenas de telecomunicaciones y luego cruzamos el caserío de la "Comunidad Emberá", que los indígenas llaman "Comunidad Indígena El 21". Allí predominan las viviendas elevadas sobre piso, tipo palafito, y techos fabricados con hojas de palma iraca. En las fachadas de algunas casas los indígenas exhiben canastos y artesanías fabricadas con mimbre, que venden a quienes transitan la carretera.

A medida que descendíamos disfrutábamos del horizonte verde y también fuimos encontrando más tramos de vía sobre pavimento con buenas especificaciones. También encontramos pequeñas cuestas que nos indicaban que habíamos ingresado a un sector lleno de columpios que parecían interminables. Así que revisamos el kilometraje faltante y nos pusimos como meta mantener un promedio de velocidad constante que nos permitiera llegar con luz solar a Quibdó.

Después de las 5:00 pm cruzamos el corregimiento de Tutunendo, ubicado a 19 Km de la capital del departamento de Chocó. Allí nos hidratamos con bebidas frías y recargamos energías. Los habitantes, muy amables, nos felicitaron por nuestro recorrido y nos animaron a seguir pedaleando para llegar de día, pues según ellos, nos faltaba poco. Continuamos pedaleando de forma constante y a pesar que yo me imaginaba una vía en buen estado para ingresar a Quibdó, me sorprendí porque después de 15 años, el acceso sigue siendo sobre una trocha en mal estado. Una vez en las calles de Quibdó, que tampoco están en buen estado, decidimos avanzar hasta el malecón para contemplar el atardecer sobre el Río Atrato.

A las 6:15 pm, con los últimos rayos solares y mucha energía gastada en nuestra aventura, completamos una jornada extensa frente a las aguas del río más caudaloso de Colombia: El Rio Atrato. El mismo río que vimos pequeñito al salir desde El Carmen de Atrato y que nos acompañó en más del 60% de nuestro recorrido hacia Quibdó.

Allí, en el malecón de Quibdó, también tuvimos la fortuna de contemplar una obra magnífica de la arquitectura: La Catedral de San Francisco de Asís, de Quibdó.

Ya de noche, nos fuimos a buscar hotel y una buena cena para recobrar energías para el recorrido del Día 2.

Continuará.....

Buenas Trochas, Liliwhale®