Corredor Verde del Guadiamar - Tramo 1 (parcial)

"No hay mal que por bien no venga", aunque es una comedia original de Juan Ruíz de Alarcón la gran mayoría de nosotros reconocemos esta expresión como un refrán, y el Corredor Verde del Guadiamar es un claro ejemplo de esta expresión ya que su origen fue un desastre medioambiental a partir del cual se creó este corredor verde.

Es un recorrido de fácil realización que se asemeja bastante a la Ruta del arroyo Riopudio ya que al discurrir en paralelo con el río Guadiamar, (a este río los romanos lo llamaron Maenuba, siendo en aquella época navegable hasta cierta altura al menos en invierno, y río de príncipes es como lo llamaron los musulmanes: Wavi-Amar) está exento de un relieve moderado o dificil y con unos paisajes de ribera, agrícolas y dehesas.

Aunque en el cartel informativo encontrado en la ruta se indica un recorrido de 37 Km otras fuentes la cifran en una horquilla de entre 60 y 73 Km que discurren a lo largo de los tramos medio y bajo del río Guadiamar.

El itinerario completo se divide en cuatro partes, en mi caso sólo realicé una parte del primer tramo, concretamente entre el punto donde se une el río Agrio con el Guadiamar, a la altura del puente del Cordel de los Carboneros, hasta Sanlúcar la Mayor, unos 10 Km.

Veamos cuales son esos cuatro tramos:

Primer tramo: Comienza en la carretera que une Gerena con Aznalcóllar a la altura del Km 13 de la A-477 y tiene un recorrido de 15 Km finalizando en el puente de la Cuesta de las Doblas a la altura de Sanlúcar la Mayor, lugar donde encontré el cartel informativo. El trazado es por una margen del río Agrio, desde el punto donde comienza el recorrido hasta donde el río Agrio se une con el Guadiamar, exactamente el puente del Cordel de los Carboneros, punto a partir del cual el recorrido es por ambos lados del río Guadiamar.

Segundo tramo: Este recorrido se extiende por ambos márgenes del río desde el puente de las Doblas hasta el puente sobre el Guadiamar de la carretera A-474, entre Aznalcázar y Pilas, con un recorrido de 12 Km, lugar donde se encuentra el Jardín Botánico de Buitrago y el Centro de Visitantes Guadiamar.

Tercer tramo: A partir de Buitrago se propone el tercer tramo teniendo unos 19 Km que llega al Vado del Quema. Antes de iniciarlo se deberá dejar el camino por el que se venía, cruzar la carretera de Aznalcázar a Pilas en dirección al primero y coger un camino paralelo al río, justo antes de llegar al puente.

Cuarto tramo: Sobre el muro derecho que sirve de encauzamiento del Guadiamar, discurre el último recorrido del Corredor Verde hasta conectar con el Parque Natural de Doñana, justo en la unión con el Arroyo de la Cigüeña. Para conocer mejor el Guadiamar marismeño se propone continuar hasta el final de Entremuros.

Al inicio de este texto hice referencia a un desastre medioambiental que dio origen a este corredor, de forma resumida esta es la historia.

A comienzos de los años 90, la explotación minera que ya era de Bolidén (sueco-canadiense) comienza a escasear. Sin embargo, se descubre que existen filones de zinc y cobre, por lo que se le dan grandes subvenciones para que se inicie esa nueva explotación y mantenga los empleos de la zona. En estas minas, el mineral se muele, se lava y los sulfuros metálicos se separan por flotación, generándose enormes cantidades de residuos estériles y aguas ácidas. Los estériles se almacenan como lodos en un depósito construido a tal efecto. El de Aznalcóllar se situó en el margen derecho del río Agrio, 2 km aguas arriba de la confluencia con el Guadiamar.

En la madrugada del 25 de abril de 1.998, la presa de contención de la balsa de decantación se derrumbó, liberando todo el contenido de la misma al cauce del río Agrio, 6 millones de hectómetros cúbicos de lodos y aguas ácidas que produjeron la inundación de la llanura aluvial del río, llegando a alcanzar hasta 3 metros de altura.

La composición química del vertido tenía un alto contenido en metales pesados y en él estaban representados casi un tercio de los elementos químicos conocidos, entre ellos, por ejemplo, el uranio.

Después de la rotura, el agua y los lodos bajaron a gran velocidad por todo el río, llegando a tan sólo dos kilómetros del Parque Nacional de Doñana. Sin embargo, a lo largo de ese día ya se había iniciado la construcción de un dique para evitar la entrada a Doñana y que se desviara por el Brazo de la Torre hacia el Guadalquivir.

Comenzaron a recogerse toneladas de peces muertos (“los peces saltaban ante la llegada de las aguas muy ácidas”) y las aves acuáticas desaparecieron de la zona.

La retirada de los lodos y aguas ácidas se hizo dividiendo todo el tramo en tres partes, asignándose una a la Junta, otra al Estado y la última a la empresa Boliden. Sin embargo, en este último caso, la empresa se negó a realizar la limpieza de forma manual, así como a pagar lo que le correspondía, con lo que tras acabar su tramo la Junta tuvo que encargarse también de la parte de la empresa sueco-canadiense.

El coste total de la limpieza fue de casi 60 millones de euros y 7 meses para retirar los lodos y 3 para depurar las aguas, lo que fue presentado como un auténtico precedente que estudiar para los posteriores accidentes mineros.

La restauración se llevó a cabo en dos planes, el del Corredor Verde del Guadiamar y el de Doñana 2005.

Respecto al primero, lo que se hizo fue eliminar las limitaciones entrópicas que había en el medio y dejar que la propia naturaleza siguiera su curso. Tan sólo se intervino mejorando la fertilidad del suelo añadiendo enmiendas orgánicas de espuma de remolacha (para reducir la acidez), revegetando pero para ayudar a que se llegara antes al clímax y se evitara la erosión, y eliminando la vegetación alóctona.

Sin embargo, mientras que la limpieza sí fue casi completamente ejemplar, esta restauración vegetal no lo fue tanto y se cometieron errores como la plantación de especies en épocas no adecuadas o en lugares no correctos, con la consiguiente pérdida de dinero y tiempo.