Conmemoración de la Batalla del Mazamorral, Guerra de los Mil Días, Vereda Urumal Puente Nacional, 2011.

Se asomaba el alba con sus galas y estelas cromáticas y el ansia de ascender por aquel duro camino, vestido de barro, por el que he bajado hacia casa, luego de mi primer viaje en bicicleta, 2 años atrás, palpitaba cada vez más fuerte. La hora acordada para salir por primera vez con un grupo grande ciclistas entrañables, amigos míos, de mi padre, vecinos de mi hogar, era la más temprana posible. Yo estaba a nu poco antes saliendo, iniciando primero, por lo que decidí tomar ruta y así que hacerme alcanzar en el camino, pues mi bici de hierro hace lento el andar. En ninguna parte del trayecto vi otro ciclista, por que salieron muy tarde del Puente, así que al llegar a Alto Capilla me vi solo pero sin afanes, por lo que mi anhelo de alcanzar ese mítico lugar, que me saludó dos años antes en mi travesía más extensa en bicicleta hasta ahora, se vio truncado. Solamente faltaban unos 4 kilómetros para llegar a la cima y mi rueda delantera pincha. Haciendo un amarre al neumático logro llegar y poco después los demás ciclistas. Estoy consciente que si salgo con ellos llego de último, y mucho después, por eso fue buena idea ir sin afanes adelante y lo que en un inicio me molestaba, ahora se abrigaba contra las molestias como los trajes de la buena decisión. Al llegar se ha celebrado con música, almuerzo y la visita del gobernador de ese entonces. El descenso lo hice con la bicicleta Cannondale de un amigo, que tomaba bastante distancia en ligereza, componentes y costo de mi vieja poderosa de hierro y lo mejor, es que evoqué ese antiguo descenso que ponía fin a mi más buena aventura hasta ahora, con aquellos amigos que no pude ver en la subida. Lo único que no cambio es mi vieja bicicleta hasta que me deje botado o mi uniforme, hasta que ya se rompa de lo viejo.