CAMINO SANTIAGO FRANCÉS RABANAL DEL CAMINO VILLAFRANCA DEL BIERZO

La etapa de hoy no la olvidaré jamás, se va a quedar grabada en mi retina para toda mi vida, ahora entiendo un poquito mejor el significado de etapa épica del tour, cuando escuchaba comentar por la tele a Perico Delgado en las tardes de julio tumbado en el sofá, me sonaba un poco a comentarista exagerado, nada más confundido y lejos de la realidad.
Miércoles 7 de julio, me levanto descansado, ilusionado, súper motivado, he dormido 6 horas de un tirón, ha roncado hasta mi Pepito grillo. Maravillosa la posada Gaspar atendida por Jesús un trato inmejorable, nos tuteamos y se agradece. Me da de cenar y desayunar como si estuviera en una buena boda de postin por cuatro perras. La noche anterior, había mirado y remirado en las apps y no daba mal tiempo, nublado y 20° Esta mañana sobre las 9.00 cuando ya estaba vestido con la equipación adecuada, Jesús me dice que en el puerto hace mucho frío, con mucha niebla y lloviendo y que me voy a mojar así. En estos momentos lo mejor es hacer caso a los lugareños qué algo saben, y me puse la escasa ropa que tenía para el agua. Desgraciadamente ayer hice mal elección, viendo que no iba a llover y por aligerar decidí enviar a Madrid parte de la ropa impermeable, sobre todo las botas y los guantes de goretex. Sé que iba a echar de menos al trío calavera y su coche de apoyo, pero no tan pronto, aunque esto es la esencia del camino, la soledad del caminante, enfrentarse solo ante el peligro. Asi que no me queda otra. Con los ánimos de Jesús, lo puesto, y un poco de tensión y preocupación, emprendo el camino, arduo y duro camino. Como diría un político famoso, al alba con viento fuerte, muy fuerte del norte, frío, 7°, mucho frío, humeda niebla persistente que no deja ver más allá de 2 mts, caía el típico chirimiri calabobos gallego que empapa todo, hasta los tuetanos, las gafas empañadas por dentro y mojadas por fuera, apenas veía la pantalla del móvil para guiarme, el macuto adicional con 3 kg más de peso que me lastraban, tramos con charcos y barro, piedras sueltas, losetas lisas, raíces mojadas. Así afrontaba los próximos 10 kms de dura subida. Al salir del pueblo mismo dilema que ayer al entrar, carretera o pista, imaginais lo que hice otra vez, en el desvío del camino que tome para evitarlo encontré mi destino, asi que estos son mis principios y no tengo otros, en este caso y al contrario que Groucho Marx. Avanzaba muy lentamente, penando, sufriendo, disfrutando, por una trialera estrechísima y empinada, con las ramas hoy mojándome las piernas como si estuviera en un tren de lavado, salpicado de barro en los charcos, derrapando por las losetas lisas, y patinando en las raíces. Los pies y las manos congelados, tengo una enfermedad de esas raras degenerativa que no me circula bien la sangre y se me congelan las extremidades, al menos las tengo para pedalear, otros no y son más felices. Es genético, para lo bueno y lo malo se acepta y apechuga con toda la herencia recibida, lo aprendí de mi tía Carmen. Me automotivaba con estos pensamientos y con las fuerzas intactas del inicio, también con gran esfuerzo, mentalización, y un gel, llego al alto de Foncebadón, 1504 mts de altitud, el punto más alto del camino y uno de los más míticos. Al pie de la Cruz de Ferro, un chico joven en silencio parece rezar, al lado dos marujas cotorrean intentando hacerse unas fotos. Les ayudo para que se callen y entiendan que hace falta silencio. Soy cristiano por tradición y aunque de joven hice de monaguillo y catequista en la parroquia de mi pueblo algún tiempo, por el camino perdi la fe. Ahora la práctico a mi manera.
Me apoyo en la bici a horcajadas, recostado sobre el manillar, me relajo, alzo la mirada y contemplo fijamente la cruz, y en el inmenso silencio de repente rompo a llorar como un niño, como nunca antes lo había hecho, no soy de lagrima fácil, ni tan siquiera de lágrima, pero no podía evitarlo, ni parar. De lo más hondo de mí salían a borbotones rabia, irá, felicidad, orgullo, satisfacción, amor, odio y todos los sentimientos que se pueda uno imaginar a la vez, hasta quedarme vacío por dentro, con una sensación nueva indescriptible. Al irme todavia con la emoción lanzó unos cuantos gritos de liberación, los pelos como escarpias durante un buen rato y no del frio, noto qué parte de mi se había quedado allí, y que algo nuevo y bueno iba en la bici, espero que me acompañe siempre.
Seguía lloviendo y la niebla persistía, aguardando al acecho me esperaba el descenso, tan malo como la subida, pero encima con pendientes del -25%. Enprendi el camino al lado de la carretera por llamarle de alguna manera, entre piedras de cantos afilados como sables qué en cualquier momento me rajaba la rueda, con el macuto atado a la tija no la podía bajar, por lo que me desplazaba el punto de gravedad hacia delante y el riesgo de salir de cabeza era alto, las piedras sueltas me vapuleaban como barquito de papel en la tormenta, de las raices salía rebotado volando como en una montaña rusa. Los 16 kilómetros de trialera más terroríficos, traicioneros y peligrosos qué he ciclado nunca, aún así y por el rabillo del ojo y cuando el terreno me daba un segundo de tregua iba guardando en la retina un bonito paisaje que se abría paso entre la niebla que empezaba a levantar. Hoy había mucho peregrino enfundados en chubasqueros, supongo qué sufriendo igual que yo, con pocas ganas de aportarse había que ir sorteando, hoy no escuchaban mis ahogados silbidos. Me miraban, como las vacas que ni se las ven entre la niebla casi atropello, miran al tren. Las entendí perfectamente que me decían, dónde vas loco. Lo sé porque las conozco he vivido con ellas de joven muchos años en los mejores pueblos de mi natal valle del pas, Alceda Ontaneda, Villegar, San Martin de Toranzo......
Pero ya iba agotado y se iba mascando la tragedia, estaba comprando demasiado boletos, y al final en una curva sucedió lo inevitable, salí de cabeza volando a un matorral, creo que hoy 7 de julio, San Fermín ha sacado su capote. Yo solo arañazos sin importancia de chapa y pintura, Mi spark ha sufrido la peor parte, rasguños y un golpe en la rueda trasera, Trata de arrancarlo Carlos, por Dios, pensamiento que me venía a la cabeza.
Con una pequeña intervención de emergencia pude continuar el camino, esta vez fue Santiago el que obró el milagro haciendo de mecánico. Fugazmente me ha parecido ver sus sombras en cada peligro, creo que les he dado mucho trabajo hoy, como siempre, gracias a ellos he salido vivo de aquí.
La bici seguia haciendo un ruido preocupante. Me pongo música para no oírlo y agobiarme más, que sea lo que Dios disponga, si yo no puedo. Por fin en el valle, el camino, y el tiempo se tornan más amables, empiezo a cruzar pueblos de postal típicos del bierzo, no puedo negar que se agradece un poco de carretera para relajarme y soltar la tensión, ya no me queda adrenalina ni ácido láctico que gastar. En una fuerte cuesta abajo se me vuela una estampa de Santiago pegada en la bici, retrocedo a pesar de tener que subir la cuesta y la recojo, ni en la guerra, ni en el deporte ni en el camino nunca se abandona a un compañero.
Llego a Ponferrada, bonita ciudad donde sello la credencial y hago un rapido kitkat de comida.
Por unos kilómetros vuelvo a la civilización, paso por unos pueblos entre ellos Cacabelos y aprovecho para recargar la cartera, el camino también es negocio, y de paso por una lavadero aprovecho a lavar la bici no se veia ni el color, la limpio y la engraso y sorpresa el ruido que me preocupaba desaparece, como dice el refrán la limpieza y el aceite no son Dios pero hacen milagros, no solo hay que cuidar y preocuparse del cuerpo y mente de uno mismo también del compañero, es tan importante como tú mismo. De repente el paisaje empieza a cambiar aparecen valles de viñedos, qué se suceden por medio de fuertes y cortas cuestas toboganes, cómo olas en el océano que hay que saltar. Como siempre los últimos kilómetros se me hacen duros, eternos, aunque voy disfrutando del paisaje, el macuto hoy se hace notar. Y me acuerdo de Tutos que me llevaba siempre a cuchos cuando era un niño o me llevaba la mochila al colegio, siempre cuidadome , auténtica pasiega menuda pero de carácter, fibra y nervio, la he visto levantar sacos de patatas de 20 kg uno en cada mano y llevarlos durante un kilómetro. Ahora con 92 años, sé que si pudiera me volveria como antes a llevar el macuto para que llegue. Y despues me diria con su tipica sorna pasiega, niño, deja de hacer el tonto y haz algo de provecho. De cualquier forma nos queremos aunque nunca nos lo hemos dicho.
Por fin y en lo más profundo de un valle junto al río aparece Villafranca del Bierzo, bonito pueblo típico de este valle. Vamos un día cualquiera.