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BENICADELL 2.0

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Trail stats

Distance
24.6 mi
Elevation gain
4,875 ft
Technical difficulty
Difficult
Elevation loss
4,875 ft
Max elevation
3,362 ft
TrailRank 
39
Min elevation
3,362 ft
Trail type
Loop
Time
4 hours 37 minutes
Coordinates
5780
Uploaded
June 13, 2023
Recorded
May 2023
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near Beniarrés, Valencia (España)

Viewed 552 times, downloaded 13 times

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Itinerary description

Dicen que a la tercera va la vencida, aunque no sé si el dicho se puede aplicar estrictamente a la ruta de hoy porque denota cierto fracaso en los dos intentos anteriores y nada más lejos de la realidad. Si las dos primeras visitas fueron de notable alto y sobresaliente, hoy se alcanzó el cum laude, el diez absoluto. Y es que tenía en mente poder completar la senda de Les Fontetes, algo que no había sido posible hasta ahora por falta de tiempo y, por qué no reconocerlo, fuerzas. Hoy éramos pocos, buenos y eléctricos, fuimos a por todas y lo conseguimos. Salió la ruta más redonda que la cara de Iceta. Porque es uno de los recorridos más bonitos de Alicante y el Benicadell la montaña más visual de la Comunidad Valenciana. Descuelguen sus posters de la adolescencia de Sabrina y pongan uno del Benicadell, total, la primera ya ha de tener los pechos caídos y las salpicaduras deben invadirlo todo. Que no se les peguen los dedos al quitarlo. Cuatro bikers aparecimos en Beniarrés: Chemari, el ideólogo y líder espiritual, quien propuso la ruta y culpable de nuestra felicidad; Jairo el gigante, muy alto de talla, todavía más de corazón; Paco el aparecido, que volvía a nosotros tras mucho tiempo sin vernos por ser víctima colateral de las Woman Warrior. Y claro, el presente y escritor, el culpable de su ratito de lectura semanal, facilitador del tránsito intestinal y siesta reparadora. Pero había un quinto biker presente en espíritu, nuestro amigo Fernando de León y en cuyo honor se propuso la ruta. Lástima que una caída en un carril-bici le impidiera venir, está claro que nuestro compañero solo se encuentra cómodo en la montaña y descubrió que el arrgggsfalto mata. Te echamos de menos, amigo. Con las baterías a full y dispuestos a completar ruta, salimos por La Solana del Benicadell con ganas de quitarnos el tramo inicial lo antes posible, sin duda el más aburrido de todos y que, afortunadamente, se hace al principio y pronto se olvida, como el primer polvo. Pasamos por Gaianes primero, Turballos después, encontrándonos con mujer que caminaba por el centro de la carretera y que recriminó a quienes teníamos derecho a circular por asfalto. El mundo al revés. Quien no tiene derecho reprochando a quien lo tiene. La caradura abunda en España. Finalmente salimos a la antigua carretera nacional de Valencia y pusimos rumbo al Barranc de Fontanars por la conocida Senda del Port, un divertido ascenso por senda técnica y bonita, siempre disfrutona aunque más con la e-bike. Se resopla menos. En la Cava de Diego giramos a la derecha rumbo a la cumbre del Benicadell, por pista primero, preciosa e impresionante senda después, técnica y muy expuesta, no apta para gente con vértigo. Esta vez veníamos con la lección aprendida y nadie cayó rodando montaña abajo, ni siguiera Chemari, que lo había tomado por costumbre y, eso sí, Jairo contribuyó a ensancharla un poquito más golpeando una rama con sus nudillos. Un hombre solidario, aunque mejor no pregunten a su mano derecha. Llegamos a la Cava del Benicadell y disfrutamos de las magníficas vistas que ofrece del impresionante valle que se abre a nuestros pies. Más bonito que un puticlub para Paquirrín, que una noche de juerga para Froilán. Y por fin llegó la hora de las protes, iniciando el descenso a la Pista Forestal de l’Ombría del Benicadell por el Camí de la Penya, una senda preciosa repleta de zetas que exigen de habilidad y equilibrio para superarlas. Sigue habiendo una con la que no puedo y, la verdad, no acabo de verla. Se escapa de mi habilidad, como un crucigrama para los tertulianos de Sálvame. El resto logré superarlas, con más o menos solvencia, alguna de ellas por los pelos, disfrutando de una preciosa bajada donde, en cuanto nos reagrupamos para las fotos y comenzamos a animarnos unos a otros, la ratio de éxito se incrementó notablemente y todo el mundo comenzó a pasarlas. Nos encantó, posiblemente sea la vez que más la he disfrutado. Felices acabamos en la Pista Forestal, bastante más que el compañero del biker que esperaba abajo, un ciclista que había engañado a otro para bajar por allí y que se había pegado la caminata del siglo. Esta senda pone a prueba las amistades, dos bikers han dejado de hablarse por siempre jamás. Apúntenla si les apetece deshacerse de alguien, tendrán dos oportunidades para conseguirlo: o se despeña en la subida, o se harta de caminar en la bajada. No fue nuestro caso, que emocionados fuimos a buscar la senda de Les Fontetes, por la que me adelanté a fotear sobre la losa de piedra del primer tramo. Bonitas fotos salieron. Divertido y rápido el segundo tramo, bastante flowero y con curva traidora donde más de un susto se ha llevado alguno. Esta vez le tocó a Paco tras frenazo inesperado de Jairo, que obligó al consorte de nuestra recluta a echar pie a tierra justo donde no la había, resultando en voltereta y pantalón roto. Los Estopa ya preparan versión masculina de su famosa canción. Sin duda, el mejor tramo de la bajada es el último y el que nos faltaba por hacer hasta hoy, el más completo, con zonas de piedra, siempre rápidas, con curvas, pendientes, algún escalón…sin duda el que más gusta y que finaliza en la ermita de Sant Blai de Rafól de Salem, poniendo fin a diez kilómetros de bajada casi continua. Sí, sí, diez, como los votos de Ciudadanos en las últimas elecciones. Por asfalto pusimos rumbo a Beniatjar, antes del cual giramos a la izquierda para volver a subir hacia el Benicadell, concretamente a la Casa Forestal de Les Planises, desde donde cogimos la Senda de la Gota hasta alcanzar el Collado de la Balona y de ahí la entrada a Marjaletes. Tocaba la guinda final, mandanga was coming. Primer tramo algo cerrado y tranquilo, creando expectación hasta llegar a Les Marjaletes, los bancales donde antiguamente se cultivaba el arrozal más alto de Europa. Añadan la culturilla general a los efectos positivos de mis crónicas. Última rampa de ascenso, caminando sobre una roca antes de comenzar la fiesta, pues se trata de un bajadón mítico que no pierde diversión por muchos años que pasen. A mi cada vez me gusta más. Y no solo por lo divertido que resulta rodar por un terreno tan pedregoso, con grava pero con el grip suficiente para mantener la bici bajo control, mientras vas pasando escalones, toboganes pero, sobre todo, una serie de preciosas curvas que me encantaron y de la que solo quedó una sin hacer, por rotura del apoyo exterior. Sin eslovaca ya no se puede realizar. Toda esta orgía ocurre justo al lado de una montaña increíblemente bella y de la que Chemari pudo dejar fiel testimonio gracias a sus fotos. Si mis crónicas provocan somnolencia y mejoran el tránsito intestinal, sus fotos provocan erecciones. Menudo contraste. Allí disfrutamos como niños, pasando un tramo tras otro hasta pararnos a la entrada del antiguo paso estrella, la “V” que daba comienzo al rock-garden final y que los menos avezados han esquivado por un lado, confundiendo al personal. Les aconsejo que hagan la trazada old-school, nos lo agradecerán. Por allí pasamos los cuatro, iniciándose lo que para mí es uno de los tramos más fantásticos que haya hecho nunca y mira si llevo, yo no sé qué me ocurre en este segmento que siempre acabo igual, riendo a carcajadas y gritando como un poseído. Lo reconozco, en ocasiones veo MacAskills. Y no fui el único que disfrutó como un cochino enlazando escalón tras escalón, roca tras roca, sino que todos mis compañeros lo gozaron por igual, llegando a la casa del final radiantes de felicidad y con unas brutales ganas de abrazarnos. Qué grande es el MTB. Todavía nos quedaba un último tramo de senda, cortito pero también muy divertido, con más tela de la que parece, el que une el Assagador de Salem con el Camí de la Mina y que también es típicamente valenciano, repleto de piedras y con un tramo estelar que comienza al llegar a una cerrada curva a la derecha y no termina hasta casi el final. De tener un kilómetro más, sería una cinco estrellas. Con ese mismo número de astros quisimos celebrar el final de ruta en Beniarrés, en una terracita que pronto se volvió en interior en cuanto comenzó a llover con ganas, nos habíamos librado por un pelo, lo cual no aguó nuestro entusiasmo y felicidad. La puntilla llegó en el Celler de Joan, un pequeño restaurante de Alcoy donde se come increíblemente bien, no probarán mejor arroz con nécoras que allí, tampoco el de bogavante. Un lugar donde Chema, Jairo y yo disfrutamos de una riquísima comida regada con muchas risas y proyectos futuros, algo que nunca falta en los Traveling Bikes. Recupérate pronto, Fer !!!
Texto: Friky Mataos.

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