Al Sur de Medellín, con los Amigos de Wikiloc, Sabaneta y Caldas Antioquia. Octubre de 2019

Ruta al Sur de Medellín, con los Amigos de Wikiloc, Sabaneta y Caldas Antioquia. Octubre de 2019


Había llegado a Medellín, después de varios días en carretera desde
Santander y ya desde tiempo atrás, guardaba la esperanza de poder
conocer en persona a quienes comparten rutas en el departamento de
Antioquia, en Wikiloc, ya que los sigo desde hace varios años y siempre
es grato para mi, admirar esos recorridos y actividades, que ellos saben
trazar y disfrutar.

Cuando llegué a estas distinguidas latitudes de Colombia, logré tener la
fortuna de ser recibido por la sonrisa y hospitalidad de Liliwhale, a
quien he admirado desde tiempo atrás, por todos sus trayectos y
actividades y he seguido algunas de sus rutas, en Boyacá y parte de
Antioquia. Así mismo, he tenido la oportunidad de reunirme y por fin,
conocer a Diegono y Oscar Upegui, a quienes sigo y admiro, también hace
años y no solo tendría la oportunidad de distinguirlos, sino de hacer
una ruta de ciclo montañismo, con ellos. Habiamos hecho la convocatoria
a varios amigos más, de este grupo de deportistas y grandes seres
humanos, que con altruismo, comparten sus aventuras por Wikiloc, en
Antioquia y el resto de Colombia, para que otras personas podamos,
aprovechar estos trazados, pero desafortunadamente por razones de
trabajo, fue complicado, que todos, incluso Lili, con quién compartía
días atrás, pudiesen acompañarnos.

La bicicleta porta esa magia, que me permitía llegar a Medellín por
segunda vez en mi vida, años después y poder encontrar y compartir, con
personas que en absoluto, había visto antes, pero que era como si
fuesemos amigos de toda una vida. Mi ruta hasta aquí, se había pagado
con creces, por haber tenido esa oportunidad, tan esquiva desde tiempo
atrás y que por fin se hacía realidad.

Con Diegono y Oscar, nos encontramos en Sabaneta, el municipio, más
pequeño en área de Colombia, pero igualmente, el más densamente
poblado. Un hermoso lugar que combina la arquitectura moderna, de altos
edificios, con la belleza colonial del pasado en su parque e iglesia.
Iniciamos hacia el sur, por amplias y urbanas calles, que nos llevaban a
un punto en el que el río Medellín, paralelo a nosotros, se movía
copiosamente. Poco a poco dejamos esas calles, para sumergirnos,
mientras conversábamos de todo lo que bajo la bicicleta, pueda llegar a
vivirse, en un camino de antigua vía férrea, circundado por humildes
casitas de madera y que aveces se estrechaba tanto, como si casi fuese
devorado por la vegetación.

Las vías férreas de Ancón Sur y La Tablaza, nos alejaban de la gran
ciudad y nos mostraba poco a poco un hermoso y habitado paisaje de
campo. Caldas Antioquia, nos esperaba. Un municipio con historia de
arrieros e indígenas, que antes, formaba parte de La Estrella, otro
municipio que no tuve la oportunidad de conocer y que sus pobladores
celebran la lluvia, como no conocía en ningún otro lugar. Las fiestas
del aguacero, son la excusa para regresar a este bello municipio.

Seguimos hacia el sur para saludar a la Chuscala, un sector que se
debatía entre lo campestre y lo urbano, con calles muy empinadas que
hacían interesante el recorrido y que luego por caminos angostos, nos
llevaría a un hermoso mirador, enmarcado en bosques de pino, llamado el
Raizal, donde la ya lejana Caldas, se asomaba abajo a lo lejos. Poco a
poco llegábamos a un paisaje increible que me gustó mucho, en el sector
de La Valeria, adentrándonos en sus llamativos bosques, por vías
destapadas, pero en buen estado y disfrutando del sonido de los pájaros
y el correr del agua de su quebrada, que por momentos, acompañaba nuestro descenso. Oscar había traido para nosotros un delicioso
sandwich, que hizo mucho más disfrutable este recorrido y me hacía
sentir muy satisfecho de haber podido compartir con él y con Diegono,
estos parajes de envidiable naturaleza.

Poco a poco, descendimos y retornábamos al norte, a la ciudad, donde por momentos,
repetimos la misma vía por la que habíamos llegado y con la satisfacción
de haber podido cruzar toda una constelación de paisajes y caminos, que iban
desde autopistas, calles urbanas, vías antiguas del tren, empinados
caminos adoquinados, vías empedradas, carreteras destapadas que cruzaban praderas y
bosques de grandes e imponentes árboles, puentes de madera y hasta por
el agua de La Valeria, que caprichósamente, el camino atravesaba.

Llegamos de nuevo a Sabaneta, pero esta vez a su hermoso parque y las
casas de balcón, en las que a su sombra, celebramos el encuentro y
nuestra ruta con una helada cerveza, justo antes que un aguacero, nos
sorprendiera en el camino a casa y que apenas nos permitía una despedida
y un escaso agradecimiento por tanto. A Oscar gracias por la ruta, por
todo el apoyo y logística con mis tiquetes de regreso a casa y por su
valiosa amistad y a Diego, por su alegría, su camaradería y su
entusiasmo, por disfrutar de la bicicleta siempre; a ambos por su compañía y las buenas fotos de esta, una ruta de una interesante diversidad de caminos. Me siento agradecido
con la vida y con mi bicicleta, por traerme a estos parajes occidentales
y poder conocer y vivir experiencia, con estos grandes amigos y queda el
deseo de regresar o esperarlos en casa y volver a pedalear, sin importar
nada más. El millón de gracias, para ellos, por hacer parte de mi viaje,
es escaso.