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Acantiladitos-Orejada Power on tour.

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Trail stats

Distance
30.23 mi
Elevation gain
2,402 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
2,402 ft
Max elevation
786 ft
TrailRank 
58
Min elevation
-245 ft
Trail type
Loop
Time
7 hours 9 minutes
Coordinates
2504
Uploaded
November 28, 2015
Recorded
November 2015
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near Liencres, Cantabria (España)

Viewed 1490 times, downloaded 25 times

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Itinerary description

De nuevo la Orejada Power on tour y, de nuevo, por tierras cántabras. Superar el nivel de la no muy lejana picachada se antojaba una tarea complicada. El plan era sencillo, bajar a los orejones desde la altitud de los mil y pico metros de los Picos de Europa, a la cota cero del mar Cantábrico, a los acantilados salvajes, a las playas de la tierruca, y a las olas del mar.

Después de que los miembros foráneos llegasen desde Logroño y Durango, y consiguiesen encontrarse a ellos mismos por las rotondas y desvíos de esas carreteras de Dios, sobre las ocho de la tarde del viernes conseguimos reunirnos todos en el bar Ontañón de Liencres. Para celebrar el reencuentro, nos endiñamos unas mahous las cuales abono de mi bolsillo usando mi propia versión de pagafantas 2.0. Las apuestas futbolísticas se pagan y se descansa, se aplaude al ganador, se aguantan los vacilotes del personal y a otra cosa mariposa. Ah, una cosa, ¡¡Hala Madrid!! manque pierda. Las primeras mahous llevan a las segundas y éstas a las terceras y así, sucesivamente. Ya que estamos, sacamos unas rabucas y rematamos el manjar culinario.

Una vez ya en casa, nos instalamos y cenamos los típicos manjares de estos eventos. Orejas riojanas que quitan los sentidos por todos los lados, jamón y vinón del bueno, y de postre, la ya habitual quesada cántabra. Las migas del Duranguesado me supieron a poco, pero seguro que en la próxima quedamos más satisfechos miguísticamente hablando. Después de la pitanza y de ver algún video de anteriores quedadas, cuatro esquinitas tiene mi cama y hasta mañana que será otro día.

A las ocho toca diana y todos firmes. Desayuno tipo continental. Cruasanes de chocolate y donuts de la Gallofa con Cola Cao ibérico. Una vez alimentados viene el tema vestirse y, como siempre, la misma comedia. Que si yo no paso frío, que si voy de largo, que si la abuela fuma crack, en resumen, que parece que estoy en la pasarela Cibeles con una manada de quinceañeras que salen de fiesta por primera vez.

A la calle. Empezamos bajando de Liencres hacia Prezanes por carretera, para templar las piernas, para hacer cumbre en nuestro primer destino, el monte Picota. Una vez en Mortera nos disponemos a ascender los 240 metros de desnivel que nos separan de la cumbre. La subida ni es larga ni dura, pero tiene dos tramos importantes, sobre todo unos 50 metros de hormigón rayado que se atraganta y que cada uno subimos a nuestro ritmo como pudimos. Desde la cumbre hay una vista de 360º impresionante. El día estaba nublado y lluvioso y no permitía observar todo lo que el paraje nos ofrece, pero aún así, se aprecia Santander, el estuario del río Pas, las dunas de Liencres y sus playas y un largo etc. de lugares cercanos. Sin duda alguna, una vista que entra por derecho propio en las más bonitas de Cantabria. Después de las obligadas fotos de rigor empezamos el descenso. Por el mismo camino de la subida, las duras rampas de antes se convierten en trampolines, un tanto peligrosos por el agua y el terreno, pero que conseguimos descender sin ningún susto.

Regresamos a Liencres por la carretera que lo une a Mortera, y tomamos dirección al parque natural de las dunas de Liencres. Nos adentramos en el pinar, y realizamos una bajada espectacular por el bosque, que senos hace muy corta, y que nos lleva hasta la playa de Canayabe. Sobre el acantilado se divisa lo que es toda la pared de acantilados que nos esperan más adelante, pero antes propongo la magnífica idea de bajar a ciclar un rato en la playa, ya que la marea baja existente, ha dejado la arena como un tapete de lisa. Los foráneos me miran como las vacas al tren y se ven un poco reticentes a la idea pero, no hacen muchos ruegos para convencerlos. Una vez en la playa empezamos a ciclar como pollos sin cabeza, cada uno por un lado, disfrutando de la sensación que da el pasear en bici al lado del mar, y sobre todo, de la novedad de hacerlo. Se rueda muy cómodo aunque hay tramos en que se convierten en arenas movedizas, auténticas trampas en la que alguno, como Fosolo, se vio atrapado y dio con su osamenta sobre la arena.

Hasta este punto todo iba perfectamente, se disfrutaba y se hacían fotos muy guapas. Pero de repente, bienvenidos a la nave del misterio. Franolo recibe la llamada del mar, una llamada que sólo escucha él, y que hace que dirija su bicicleta hacia el mar. No se si sería la presencia de Lantarón (rey del mar de la mitología cántabra), pero de repente se vio rodeado de agua por todos lados, disfrutando como caballito de mar pero, el mar es lo que tiene. Olas, y además muchas, muchas y una tras otra. Cuando más exultante estaba sobre su bicicleta, una pequeña olita le avisó de que a pocos metros detrás venía la madre de todas las olas, la cual acabó con sus huesos y los de su bici en el mar cantábrico un 28 de noviembre. La inocentada en forma de híper mojadura le vino justo con un mes de antelación. Hay un dicho por estas tierras que dice que la mar sólo quiere ignorantes y valientes. Ahí lo dejo, para quien le interese. Yo no puedo hacerme el chulo porque apunto estuvo la ola de pillarme también, porque estaba haciendo fotos del evento pero, pies para qué os quiero, aprieta que nos comen. A partir de este momento Franolo pasó a llamarse El Sirenito de Durango.

Las carcajadas se oían desde lo lejos. Eran Fosy y Nacho que habían sacado entrada de palco para el espectáculo, y lo divisaban desde lo alto del acantilado. Una vez todos reunidos, Fran estuvo un rato escurriendo los calcetines y la ropa. Si hay que apostar, apuéstame diez euros a pulmonía con bronquitis y mocazos. Después de la aventura playera, las bicis suenan como el hombre orquesta debido a la arena que lo envuelve todo, así que decidimos lavarlas en una fuente cercana, cosa que se agradece de sobremanera ya que los ruidos se quedan en el desagüe de la alcantarilla.

Dejamos atrás las playas de Valdearenas y Canayabe y tomamos los senderos que transcurren sobre los acantilados, dirección Santander, para ir siguiendo la ruta de playa en playa. Hay que parar cada poco tiempo porque hay fotos que no se pueden dejar escapar. La siguiente parada es la playa del Madero, o también llamada Pedruquíos, una playa muy pequeña pero de gran belleza, muy poco concurrida por su dificultad de acceso, y que se encuentra a apenas dos kilómetros del casco urbano de Liencres. Dejamos atrás este enclave y ascendemos por una senda un poco incomoda hasta el punto geodésico de la playa de Somocuevas, metiéndonos de lleno en la llamada Costa Quebrada. Justo en el último tramo del sendero, el más inclinado, se me rompe la cadena, y tenemos que hacer una entrada en boxes urgentemente. Los licenciados en eslabones rápidos, Nacho y Fran, dan buena cuenta de la avería y en menos que nada, sigo ciclando sin problema alguno. Que tíos, con tal de salir en la foto no le dejan hacer nada a uno mismo.

El siguiente destino es uno de los míticos de la ruta, Los urros. Los urros son unos islotes situados frente a la costa de Liencres, cerca de la desembocadura del río Pas. Forman una alineación de rocas que dejan estrechos canales entre ellas y la costa, y entre los islotes mismos, o sea, lo que viene siendo una pasada. Una vez allí las fotos caen por decenas y disfrutamos totalmente del entorno. Sin duda, un lugar donde volver.

Descendemos la ladera que nos lleva hasta la playa de Portio, una bajada llena de barro y humedad donde Nacho nos da una lección de descenso en modo rueda bloqueada derrapante. La expectación era máxima esperando en cualquier momento el galletón, pero la vieja sacó todo su recital de conducción endurera, y nos dejó con las ganas y las carcajadas guardaditas en las boconas. Después de echar unas fotillas en la playa empezamos a sentir la llamada de la cebada y los cefalópodos. Decidimos tirar hasta la playa de la Arnía, y allí entrar en algún bar a saciar nuestros instintos.

La playa de la Arnía y su entorno es de lo más espectacular de la zona. Ciclamos por el borde del acantilado hasta divisar la isla de Castro y la playa de Covachos. Allí estuvimos un buen rato disfrutando de la bravura del mar y cómo golpeaba las rocas. Acabada la macro sesión de fotos, retomamos el camino ciclado hasta llegar al aparcamiento de La Arnía, donde entramos al bar El Cazurro a templar un poco el cuerpo y el estómago.

Unas Miaus, unas rabas, unos calditos bien calientes, y una fuente de tapas que dejamos temblando, fue el recuento de la más que agradecida ingesta. Paramos justo en el momento adecuado porque fuera del bar caía el diluvio universal en la versión 2.0. Pero todo lo bueno se acaba, y había que dejar atrás el calorcito del bar para salir a la intemperie a seguir ciclando. Siguiente parada, la playa de San Juan de la Canal.

Desde la Arnía hasta San Juan, vamos cresteando la ladera que separa los pueblos de la costa. Desde su parte superior se divisa Santander ya a tiro de piedra. Una vez en la playa, el freno delantero de la bici de Nacho dijo que ya no jugaba más. Se intentó solucionar el problema, pero esta vez la parada en boxes no fue nada fructífera. Era hora de tomar una decisión, al día siguiente había otra ruta puntera a la cual ir sin freno delantero sería una auténtica locura. Era tarde ya, y había que hacer un plan de ataque. Primero limpiar bien las bicis del barro acumulado, después Fran y Fosy marcharían para casa mientras que Nacho y yo buscábamos alguna tienda ciclista abierta.

Después de rodar como locomotoras en una especie de contra reloj contra la luz del sol, la solución la encontramos en Decatlón, aunque tuvimos que volvernos a casa con la bici hasta un par de horas más tarde. Una vez en casa, ducha caliente, algo de merienda, y regreso al bar Ontañón donde comentar la jornada en compañía de una cervezas. Con la bici ya arreglada para el día siguiente todo se veía de mejor color así que, decidimos celebrarlo con más birras y unas buenas rabas.

El día se culminó con la compañía de Alicia e Iván cenando en el Vista Hermosa de Liencres, pasando un rato más que agradable y en la mejor compañía.

Y para finalizar el día, otras cuatro esquinitas tiene mi cama y a dormir, que mañana tenemos otra ruta importante.

Como siempre, un lujo ciclar con gente como vosotros, y repito lo mismo que os digo siempre, cuando y donde queráis.

Waypoints

PictographWaypoint Altitude 87 ft
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PictographWaypoint Altitude 21 ft
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PictographWaypoint Altitude 106 ft
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PictographWaypoint Altitude 131 ft
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PictographWaypoint Altitude 230 ft
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Comments  (2)

  • EvaCere Jul 7, 2017

    Hola. El tiempo en movimiento cuanto puede ser?? Parece una ruta chula. Tiene tramos tecnicos? Gracias. Un saludo

  • Photo of Juaninjuanete
    Juaninjuanete Jul 9, 2017

    Hola Eva.
    A ver, el tiempo que nosotros realizamos en nuestra ruta no es un tiempo de fiar ya que, hacemos más fotos que kilómetros, paramos enlos bares, se nos cae uno al mar, etc, etc....fue una ruta más bien de conocer el terreno por parte de tres colegas que venían de fuera.

    La ruta tampoco está completa porque no pudios acabarla por motivos mecánicos y tuvimos que dedicarnos a buscar un taller un sábado por la tarde, así que, todo el recorrido alejado del mar y los acantilados practicamente es inoportuno y o planeado.

    La ruta ideal sería salir de Mortera y subir la Picota, punto imprescindible en esta ruta para disfrutar de las mejores vistas de la ruta. La subida no es muy técnica y con poco que controles te plantas arriba sin problema.

    El siguiente punto sería bajar a los pinares de Liencres y de ahí llegar hasta el faro de Santander todo lo más pegados a la costa que se pudiera. Hay partes que no son ciclables y hay que portear la bici sino eres un auténtico malabarista en la bici. Pero son tramos muy cortos y de escasos metros.

    El tiempo en realizar esta ruta no sabría decirlo, como tampoco se tu estado de forma y habilidad pero, échale unas 3 horas largas solo en ir, si paras a disfrutar del paisaje como es debido. Pero es una ruta cómoda, que se puede hacer un día de verano echanolo entero, ya que tendrías que volver.

    Te adjunto este track :

    https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7794503

    En este aparece el camino desde Liencres hasta el Sardinero, pero ojo,no llega hasta el faro, que para mi es imprescindible llegar, por vistas.

    Puedes usar mi track para subir a La Picota y bajar hasta los pinares de Liencres y despues continuar con el que acabo de poner. Al final no te saldrían más de 50 kms, eso si, muy aprovechados.

    Si tienes alguna duda pues ya sabes dónde estoy, incluso, si quieres, te puedo acompañar el día que podamos hacerlo.

    Un saludo y gracias

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