20141122-San Lorenzo-Marabio-Bandujo-Teverga

Ya sé que puedo ser sospechoso de parcialidad, pero Asturias es mucho Asturias, y para mí, la región más guapa de España y una de las bellas del mundo, ahí es nada. Estaba pensando en cómo encabezar esta nota, y cómo destacar entre otras la zona de la ruta de hoy, pero a la vez me venían a la mente otras comarcas como el Sueve, los Picos, los cordales de Ponga con el Tiatordos y Peña Ten, las Ubiñas, el parque de Redes, el área del Cornón, los bosques de Íbias…
Todo esto y mucho más es lo que configura este pequeño cachín de tierra que con cariño llamamos Asturias, Paraíso Natural.
Y entre todas estas bellezas, no desmerece en absoluto una zona, igual no tan conocida “extramuros”, pero sin duda muy apreciada por los montañeros de aquí, como es el Camín Real de la Mesa, que discurre por los concejos de Belmonte, Candamo, Grado, Illas, Las Regueras, Proaza, Quirós, Santo Adriano, Somiedo, Teverga y Yernes y Tameza.
Hoy vamos a disfrutar de uno de los tramos más espectaculares de este camino, y de algunas de las trialeras más emblemáticas para el BTT en Asturias.
La salida la hacemos desde el alto de San Lorenzo, en dirección norte, siguiendo un sendero claramente identificable que nos lleva bordeando la ladera sin grandes desniveles hasta la Veiga de Cueiro, hermosa y amplísima pradería de montaña, a unos 1.300 metros de altitud.
El día es soleado y la temperatura, para esta época del año, muy agradable, ideal para andar en bici.
Atravesamos la amplia vega de oeste a este, pero al llegar a su extremo, en vez de seguir la pista que debería bajarnos al pueblo de Taja, tomamos un camino que gira hacia la izquierda en dirección a Marabio, pasando al pie del Pico Tolinas.
Tras un breve descenso, junto a unas cabañas, dejamos nuevamente la pista por la que discurrimos para remontar un repecho que nos conduce a otra amplia vega que discurre de norte a sur al pie del pico Redondo, ya dentro del Paisaje Protegido del Pico Caldoveiro.
Desde aquí tomamos una pista que tras un primer tramo de sube-baja, emprende un rápido descenso hasta la zona de Marabio. Una pista de grava con tramos de hormigón, en la que no es bueno confiarse, ya que la pendiente es pronunciada y la consistencia del piso puede no ser la mejor para aguantar la velocidad que, a poco que uno se descuide, se puede alcanzar. La combinación de hormigón y grava no es buena para el ciclista.
En Marabio, en vez de dejarnos caer hacia la vertiente de Gradura, tomamos el Camín Francés, y acometemos una subida técnica y dura hacia la base del Pico Caldoveiro. Esta subida atraviesa un paraje típicamente cárstico, con sus dolinas y sobre todo su lapiaz que complica mucho la progresión. A pesar de ello, persiste aún la caja del camino original, pero resulta fácil perderla y además, no está exenta de pasos técnicos y una pendiente severa y constante, lo que nos obliga a la mayoría a echar pie a tierra y empujar la bici de la ramada.
Tras una breve parada a los pies del Caldoveiro, seguimos en dirección noroeste, atravesando unas vallinas que se extienden en esa dirección, alguna de las cuales presentan las típicas lagunas circulares en su fondo que evidencian los fenómenos erosivos que les han dado lugar. Tras atravesar varias de ellas siguiendo el trazado de un camino que presenta ya tramos de descenso complejos, llegamos a la pista que une Bandujo con Cuevallagar.
Emprendemos el descenso por esta pista, mientras contemplamos extasiados el colorido paisaje otoñal que el abundante bosque autóctono que todavía se conserva por estos lugares nos ofrece.
Tras descender unos dos kilómetros y medio llegamos al punto donde se inicia la trialera que nos dejará en Bandujo. Es un camino con fuerte pendiente, con un firme de piedra redondeada e irregular, medio tapada por la hojarasca, pero que salvo en algún tramo concreto, se deja hacer con cuidado. Ojo, es un tramo difícil, que requiere una cierta pericia. Para un “endurero” será una bajada asequible, pero para un ciclista más rodador, es mejor seguir por la pista que va a confluir en Bandujo.
Paisajísticamente este camino no añade nada al general de la zona, por lo que insisto en que si lo que se quiere es disfrutar del paisaje sin excesivas complicaciones, lo ideal es seguir por la pista.
El pueblo de Bandujo es un lugar emblemático, con su torre medieval y sus casas, pero me dio la impresión de haberlo visto un tanto descuidado y poco potenciado como conjunto. Una pena que esperemos se corrija.
De Bandujo seguimos por el camino viejo hacia Caranga. Este tramo es simplemente espectacular, en todos los sentidos. Paisajísticamente se trata de un sendero que desciende un valle estrecho y profundo, casi un desfiladero, atravesando un bosque espeso, a la vera de un arroyo saltarín que ofrece imágenes de ensueño. Desde el punto de vista de la bici de montaña es una bajada larga y complicada, de piedra mojada y cubierta de hojas, con fuertes pendientes y curvas muy cerradas.
Poco a poco, y con mi limitado nivel, se va sacando, y al final, una vez llegados a la senda, la sensación es fantástica.
Ya solo queda remontar tranquilamente por la senda del oso hasta Entrago, aunque no sé si por la tensión acumulada en la bajada, o por un desplazamiento del sillín, esos kilómetros se me hacen duros, especialmente molestos para los hombros y la zona lumbar.
Al final han sido unos 36 km de ruta, con 1000 metros de desnivel positivo y casi el doble de bajada, para dejar un índice IBP de 86. Aunque en esta ruta ese índice es engañoso, ya que la dificultad y la dureza vienen más del terreno que de las cifras, que serían propias de una ruta de nivel medio. ¡Y esto es un rutón!