Vuelta a los puertos del Tour de Francia desde Cortalaviña (Huesca)
near Cortalaviña, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
Desde mi infancia soñaba poder tener la moto que ahora puedo conducir, y completar con ella una vuelta por el Pirineo Oscense y su parte homónima francesa, jalonada por los grandes puertos del Tour de Francia donde me resuenan nombres célebres como Miguel Indurain, Alberto Contador, Perico Delgado, Fernando Escartín, Lale Cubino y otros tantos. Mi reconocimiento a estos titanes en estos 350 Kilómetros llenos de sentimiento y pasión.
Partiendo de casa de la abuela, en la aldea de Cortalaviña, cogemos la A138 hasta Ainsa. En verano se puede coger la fabulosa carretera que vertebra el Cañón de Añisclo, pero que en estas fechas está cerrada.
En Aínsa, cogemos dirección Biescas la N260, y circulamos por ella contemplando de madrugada y modo pausado, la cuenca del río Ara, único de todo el Pirineo salvaje, sin regulación hídrica humana. Nos detenemos a ver el pueblo de Jánovas, y pasamos, entre otros, por Sarvisé, Broto, puerto de Cotefablo, Gavín, hasta llegar a Biescas. A la derecha, dejaremos Torla, y su monumental valle glaciar que da nombre al Parque Nacional de Ordesa.
En Biescas, tomamos la A136 a la derecha, hacia la conocida estación de esquí de Formigal y el puerto fronterizo del Portalet.
Nos introducimos en la siempre bella y singular Francia, país con el que rivalizamos, pero que nunca en mi caso, olvidaré la acogida de mi abuela y tantos españoles, hizo tras la Guerra Civil española.
En él, bajamos el puerto, y vamos transitado por el espectacular Parc National des Pyrénées, especialmente atractivo en otoño, fecha de esta ruta. En la primera localidad relativamente grande, Laruns, tomamos a la derecha la D918, llegando a la sorprendente villa termal de Gourette, espléndida en el pasado, y llega a nuestro primer puerto de categoría especial, el Col d´Aubisque. Allí aprovecho para tomar un insípido bocata de paté pirenaico con pepinillos ¿diferencias con nuestra gastronomía?, y echar a alguna foto a una estatua de bicis vista en la televisión y que me gustaría tener algún día en Sevilla la Nueva a modo de homenaje a aquellos que sufren y disfrutan sobre ellas.
Proseguimos con precaución la carretera, y pasamos el menor Col du Soulor, y llegamos a Argéles.
En esta típica localidad de Francia, tomamos la D921, ascendiendo otro clásico y puerto más espectacular de la mañana, Col du Tourmalet, dejando a nuestra derecha el imponente Circo de Gavarnie -para patear en otra ocasión-.
Descendemos, y sin pausa, ascendemos el Col D´Aspin, para llegar a la concurrida Arreau, localidad encrucijada de les Pyrénées franceses.
Tomamos la D19, cruzando Saint Lary, donde aprovecho a comer una muestra de pato correta, y con mucho sentimiento, por ser estos altos puertos los que jalonaron el éxodo de una maldita guerra civil en nuestro país, España, subo el último puerto, el Puerto de Bielsa -conocido-, y retomando la A138, desciendo por un tramo más sentido en mi corazón. Es la carretera donde falleció mi bisabuelo materno en un accidente de camión maderero en el puente sobre el río Cinca, y en el congosto de las Devotas, donde todos sus trabajadores en los años cincuenta, entre ello mi abuelo Bienvenido Agraz, también enfermaron de los pulmones y fallecieron.
Llego a la pista que nos sube a Cortalaviña y Tella, y en casa nuevamente a disfrutar de la abuela y la familia.
En definitiva, fantástica ruta.
Partiendo de casa de la abuela, en la aldea de Cortalaviña, cogemos la A138 hasta Ainsa. En verano se puede coger la fabulosa carretera que vertebra el Cañón de Añisclo, pero que en estas fechas está cerrada.
En Aínsa, cogemos dirección Biescas la N260, y circulamos por ella contemplando de madrugada y modo pausado, la cuenca del río Ara, único de todo el Pirineo salvaje, sin regulación hídrica humana. Nos detenemos a ver el pueblo de Jánovas, y pasamos, entre otros, por Sarvisé, Broto, puerto de Cotefablo, Gavín, hasta llegar a Biescas. A la derecha, dejaremos Torla, y su monumental valle glaciar que da nombre al Parque Nacional de Ordesa.
En Biescas, tomamos la A136 a la derecha, hacia la conocida estación de esquí de Formigal y el puerto fronterizo del Portalet.
Nos introducimos en la siempre bella y singular Francia, país con el que rivalizamos, pero que nunca en mi caso, olvidaré la acogida de mi abuela y tantos españoles, hizo tras la Guerra Civil española.
En él, bajamos el puerto, y vamos transitado por el espectacular Parc National des Pyrénées, especialmente atractivo en otoño, fecha de esta ruta. En la primera localidad relativamente grande, Laruns, tomamos a la derecha la D918, llegando a la sorprendente villa termal de Gourette, espléndida en el pasado, y llega a nuestro primer puerto de categoría especial, el Col d´Aubisque. Allí aprovecho para tomar un insípido bocata de paté pirenaico con pepinillos ¿diferencias con nuestra gastronomía?, y echar a alguna foto a una estatua de bicis vista en la televisión y que me gustaría tener algún día en Sevilla la Nueva a modo de homenaje a aquellos que sufren y disfrutan sobre ellas.
Proseguimos con precaución la carretera, y pasamos el menor Col du Soulor, y llegamos a Argéles.
En esta típica localidad de Francia, tomamos la D921, ascendiendo otro clásico y puerto más espectacular de la mañana, Col du Tourmalet, dejando a nuestra derecha el imponente Circo de Gavarnie -para patear en otra ocasión-.
Descendemos, y sin pausa, ascendemos el Col D´Aspin, para llegar a la concurrida Arreau, localidad encrucijada de les Pyrénées franceses.
Tomamos la D19, cruzando Saint Lary, donde aprovecho a comer una muestra de pato correta, y con mucho sentimiento, por ser estos altos puertos los que jalonaron el éxodo de una maldita guerra civil en nuestro país, España, subo el último puerto, el Puerto de Bielsa -conocido-, y retomando la A138, desciendo por un tramo más sentido en mi corazón. Es la carretera donde falleció mi bisabuelo materno en un accidente de camión maderero en el puente sobre el río Cinca, y en el congosto de las Devotas, donde todos sus trabajadores en los años cincuenta, entre ello mi abuelo Bienvenido Agraz, también enfermaron de los pulmones y fallecieron.
Llego a la pista que nos sube a Cortalaviña y Tella, y en casa nuevamente a disfrutar de la abuela y la familia.
En definitiva, fantástica ruta.
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