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Marruecos en moto: día 6

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Trail stats

Distance
238.91 mi
Elevation gain
4,511 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
4,587 ft
Max elevation
3,868 ft
TrailRank 
29
Min elevation
2,484 ft
Trail type
One Way
Time
7 hours 56 minutes
Coordinates
15785
Uploaded
April 1, 2018
Recorded
March 2018
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near Zagora, Drâa-Tafilalet (Morocco)

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Itinerary description

Sexto día y llegada al verdadero desierto.
El camino ha transcurrido inicialmente en dirección norte, siguiendo el curso del río Draa y su estela de palmeras. Resulta llamativo lo vital de los cursos de los ríos, pues a pesar de estar completamente seco, retienen la humedad suficiente como para dar soporte a un importante palmeral. No menos curioso lo seco que se vuelve el paisaje en cuanto te alejas un poco de la rivera. No crece nada. Una vez en Tansikht, viramos hacia el este, abandonando el río y todo resto de vegetación. La carretera trascurre por un valle seco y pedregoso en el que tan solo hay alguna acacia pequeña de vez en cuando y alguna grande de mucho en mucho hasta llegar a Tazzarine, pequeña población donde cogemos la N12 donde el avance a lo desértico da un paso más. Aparecen las primeras señales de peligro por paso de camellos, seguidas de los responsables de tales señales, los rebaños de camellos con sus pastores detrás. Decidimos parar a la sombra de una gran acacia al borde de la carretera en medio de la nada. No hay tendidos eléctricos, ni pueblos, ni señales humanas de ningún tipo más allá de la carretera. Por suerte no hace calor, tan solo unos 25ºC que se hacen agradables.
Mientras comíamos, pasó un camión preparado para el desierto propiedad de una pareja de catalanes muy agradables. Tras una breve conversación, nos dijeron que se dirigían a la Cárcel Portuguesa o Gara Medouar, una formación montañosa, aislada en una gran llanura, casi circular, a la que en el siglo XIX se le construyó un gran muro formando una especie de presa en la que se almacenaba el agua de la lluvia. Parece que fue construida por esclavos, antes de ser vendidos a Portugal, de ahí el nombre. A la cárcel se accedía por una pista aparentemente fácil, aunque con trampas de arena que nos dieron más de un susto. Tras las consabidas fotos y una tranquila conversación con los españoles, volvimos a la carretera para llegar a Rissani, y de ahí al hotel de Merzouga. Se trata de una gran ciudad de unos 20.000 habitantes en la que entramos a la hora de salida de los colegios e institutos. El flujo de adolescentes en bicicleta era espectacular, y tras ir sorteando todo tipo de vehículo de tracción humana, llegamos por fin a nuestro destino.
El hotel era muy sobrio, muy bereber, situado a orillas de las famosas dunas de Merzouga. Pero llegamos tarde y la visita a las dunas se posponía para la mañana. Buscamos donde cenar, terminando en un restaurante de un catalán que lleva varios años instalado allí. Cena ligera, unas cervecitas, y a dormir, que tocaba madrugar.

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