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Marruecos en moto: día 5

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Trail stats

Distance
196.92 mi
Elevation gain
5,709 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
7,126 ft
Max elevation
5,719 ft
TrailRank 
29
Min elevation
5,719 ft
Trail type
One Way
Time
6 hours 43 minutes
Coordinates
12827
Uploaded
April 1, 2018
Recorded
March 2018
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near Tifratine, Drâa-Tafilalet (Morocco)

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Itinerary description

Primeros pasos hacia el desierto.
Hoy ha sido un día que aunque en principio apuntaba a ser casi de transición, ha resultado de lo más interesante. De entrada hemos estado dando una pequeña vuelta por Uarzazate, donde entre otras cosas hemos sacado dinero en un cajero, lo que ha resultado tremendamente sencillo. Después hemos ido a visitar una plaza llena de tiendas poco turísticas. La parte más destacada ha sido el mercado de carne. Ver los trozos de carne colgando en plena calle las gallinas en las jaulas y al pollero escaldando los pollos para después desplumarlos, ha resultado un espectáculo digno de ver. Y de oler, porque esto tampoco podía dejar indiferente a nadie. Lo mismo que el perro comiéndose unas tripas arrojadas al suelo del mercado.
Una vez visto el mercado, hemos comprado un poco de cinta de embalar por si teníamos que arreglar alguna cosilla, hemos tomado rumbo a Zagora. De nuevo, se podía ir directamente por la N9 en dirección sureste, pero las ganas de hacer kilómetros nos han llevado a hacerla en dirección noroeste, para después tomar la N10 rumbo sur hasta Tazenkeht y allí coger la R108 y R111hasta El Mhmid. Allí, la N9 nos llevaría hasta Zagora siguiendo el valle de Draa, zigzagueando por una llanura desértica entre medias de dos murallones montañosos impresionantes del Anti Atlas.
Antes de llegar a esa región, hemos hecho un par de paradas. Primero en un pequeño bar de un pueblo donde hemos tomado el consabido te dé las mañanas. El té estaba rico como de costumbre coma pero el baño ha resultado ser uno de los más llamativos de los visitados hasta ahora. Después, nos hemos detenido a comer en un pequeño bar de un pueblo semidesértico donde nos han servido un tajine de cordero y verduras verdaderamente rico.
Después de esta comida, la carretera se metía realmente en el desierto. Cada vez menos rocas y más arena, pero ha sido cuando hemos visto los primeros trozos de carretera cubiertos de arena cuando hemos entendido que estábamos en el desierto. Comprensión certificada con la aparición de las primeras señales de peligro camellos.
Tras estas rectas interminables cubiertas de arena por fin llegamos a Zagora donde fuimos a visitar a Abdul, el dueño de un taller donde reparan todos los todoterrenos que la gente que se dedica a hacer pistas por esta región. Una calle llena de 4x4, en esta ocasión de españoles, y un montón de mecánicos reparando a toda velocidad los coches dañados.
Tras la pequeña visita llegamos al hotel, un Riad situado en medio de un palmeral espectacular para los estándares marroquíes. Aquí, es donde ha empezado una de las partes más interesantes de todo el viaje. El hijo del dueño, con la evidente intención de llevarnos a una tienda para vendernos algo, nos llevó a una Kasbah judía abandonada. La cuestión es que ya era de noche y nos metió por unas callejuelas y por unos barrios que, desde el sentido común europeo, no habríamos visitado. Docenas de niños de entre 5 y 7 años jugando por unas calles que bien podrían ser de alguna región en guerra de oriente medio. Si hubiera visto entrar un tanque de la ONU no me habría sorprendido.
El paseo por la Kasbah fue espectacular. Nos metimos por unas calles estrechas y sin luz en las que se intuía a la gente en sus casas y nos cubículos estrechos y oscuros. Nuestro guía nos enseñó una mezquita, varias escuelas judías y finalmente llegamos a la sinagoga. Está estaba cerrada y tuvo que pedir las llaves a una mujer de una casa cercana. Para nuestra sorpresa la casa en la que entró no tenía ninguna luz hasta que llamó a una tal Fátima que salió rodeada de niños a abrirnos la puerta de la sinagoga.
Después de salir de la Kasbah, nuestro anfitrión nos llevó al verdadero destino, la tienda de turno, donde aprovechamos para comprar algo para casa. Tras un intenso regateo por parte de Quique, y con bastante mosqueo por parte de los tenderos volvimos al hotel donde nos tomamos un cuscús con pollo delicioso. Ya sólo quedaba un ratito de charla y a la cama el día siguiente toma vamos dirección al destino final de nuestra ruta: el desierto.

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