Azrou - Merzouga (Octubre 2022)

Azrou – Desierto de Merzoga: los tracks fueron calculados con Basecamp, pero al trasladarlos aquí muestra líneas rectas, si los necesitas solo tienes que pedírmelos.

El día comienza temprano con ducha calentita y un suculento desayuno en la terraza del Riad… café… té… zumo de naranja, cruasán, dulces, mantequilla, miel, aceite oliva, tortilla francesa, aceitunas… acompañado de pan crujiente y recién hecho.

Decidimos retroceder unos pocos kilómetros para ver el bosque de Cedros Gouraud y sus simpáticos monos (estaba previsto para el primer día pero se nos hizo tarde). Llegamos al lugar en cinco minutos, hacemos unas fotos y continuamos hasta nuestro siguiente destino… el desierto de Merzouga.

Enfilamos la carretera y de pronto el paisaje cambia de frondosos bosques de coníferas y cedros a interminables llanuras pedregosas de tierra rojiza, numerosos rebaños de cabras y ovejas salpican el terreno junto a los poblados de madera y plástico de sus pastores.

La siguiente parada establecida es el Túnel de Foum Zabel, también conocido como “el del legionario” construido por miembros de la Legión Extranjera Francesa a pico y pala allá por los años veinte del pasado siglo. Hacemos unas fotos y soportamos como podemos (esto es una constante durante cada parada que hacemos), a la chiquillada que se acerca corriendo para vendernos “fósiles” y figuras hechas con hojas de palmera.

Cuando cruzamos el túnel se abre a nuestros ojos el imponente Valle del Ziz con sus innumerables palmerales y sus gentes. Curvas y más curvas con pequeños pueblos (kabilas) a pie de carretera, los lugareños se afanan en la recolección de dátiles que transportan en minúsculos burros o en las huertas situadas en el lecho seco y fértil del Oued (rio) Ziz.

Llegamos a la importante ciudad de Erfoud, verdadera puerta de entrada a la zona desértica que nos espera. Comemos unos pinchos morunos y pizzas (para beber solo hay Coca Cola, Fanta y oh sorpresa… Mirinda), continuamos al punto de encuentro con Hassam.

Bueno… pasamos de largo el punto de encuentro (al lado de la carretera) y continuamos hasta la localidad de Hassilabied, localidad hasta donde nos llevó Google con mapas descargados para funcionar sin conexión (sic)… esto es lo que dice la compañía pero pudimos comprobar su poca fiabilidad.

Preguntamos a un paisano quien con su teléfono móvil contactó con Hassam y nos indicó por donde debíamos de ir (se puso de manifiesto la amabilidad del pueblo bereber).

Llegamos al sitio indicado y allí estaba esperándonos el dueño del campamento. Seguimos a su todo terreno hasta el lugar donde dejamos las motos (una casa a medio construir). Cargamos el equipaje en el vehículo y a través de la arena del desierto andamos una media hora sorteando dunas y recuas de camellos para llegar a las jaimas (tiendas) que habíamos contratado.

Después de asearnos, nos ofrecieron un té de bienvenida acompañado de frutos secos, un rato de charla con una pareja de andorranos maduritos que también estaban alojados.

Contemplamos la más maravillosa puesta de sol imaginable… un cielo sin contaminación lumínica donde las estrellas brillan con una intensidad jamás vista antes.

Pasamos a la tienda-comedor para cenar opíparamente y después al fuego de campamento, folclore bereber acompañado de unos chupitos (discretamente) de Jack Daniels para rematar una segunda etapa genial.

Ni que decir que dormimos como lirones caretos en estado de hibernación… sin comentarios.