Escapada a Laguna Idahome 30,6 Km

Antes del GPS y Google navegábamos con una fotocopia tamaño real de la H-130 edición 1986 corregida en 1991, también una copia amarillenta de la hoja del Delta de la Filcar que mi abuelo llevaba siempre en la guantera de la Dodge para el reparto, debía ser de una edición de los 60’ y figuran las quintas con su respectivo nombre. Un poco más moderno, pero no menos anacrónica, mi última referencia cartográfica previa a la era digital es el mapa “vial” y turístico del delta del Automobil Club Argentino.
Debe haber sido en el cuarterón de la H-130 donde me llamó la atención una laguna grande ahí pegada a la derecha del río Carapachay. La única vez que hice el río de Escobar a Tigre (previo a la era digital) pase de largo raudamente la entrada de la laguna, como era de esperar.
Así que ahora planeamos conocer en vivo y en directo ese lugar, que gracias a la era digital, ya vimos en GE incluso con fotos en Panoramio y marcamos la entrada en el GPS.
Es un recorrido de 30 Km al que califico como difícil porque el tramo del Luján entre el TBC y el Carapachay se pone muy bravo con la corriente y las olas que rebotan infinitamente en los estacados. Prudentemente zarpamos temprano en el día más frío del año, el Luján estaba alto pero bajaba fuerte, bastó que pasaran dos únicas lanchas, para que las olas y el Yamana livianito me hicieran sentir como un principiante.
Entramos al Carapachay y seguimos a los ponchazos un rato nomas, después se calmó y estaba tan tranquilo que las pocas lanchas que pasaban disminuían la marcha cruzábamos un saludo y seguíamos. La verdad que justo el Carapachay no es de lo más lindo, demasiado poblado y trajinado para mi gusto, pero saliendo prudentemente temprano hay unas casas hermosas, los parques, los colores del otoño y hasta algunas Azaleas fuera de época que me hicieron cambiar de opinión. Para la vuelta igual tenía la idea de esquivar el barullo por el Esperita.
Paramos a almorzar casi frente al Mangrullo dónde hay un limpión del cruce de cables. Tampoco hay muchos lugares para parar, que está todo privatizado. Más adelante pasamos el recreo Bonanza con una casa de 1893 y la quinta San Souci, que figura en la Filcar de mi abuelo! El Carapachay se hace angosto y aparece un juncal sobre mi derecha, así que me agarro y saco el GPS, miro y me faltan 200m para la entrada de la laguna, no me voy a pasar.
Llego a la entrada y me recibe el clásico cartel “privado prohibido pasar” y una jauría de cuscos muy ruidosos. Sobre la entrada a la izquierda hay un edificio enorme cuadrado de cuatro pisos y techo a dos aguas, bastante tenebroso, por cierto. Parece abandonado, pero el pasto esta corto y los cuscos bien alimentados. Me quedo unos minutos a flote, esperando que salga el casero y de paso para tomar un poco de valor. Mejor preguntar a que me sacudan con algo, encima ando solo y entumecido.. No sale nadie y al fin y al cabo, no fui hasta ahí para volverme. Le metimos para adentro despacito, el perrerío por fin hizo silencio y fueron apareciendo construcciones sobre ambas márgenes del acceso. Muelles de hormigón terraplenes y a la derecha un paredón de no menos de 20m tapado de enamorada del muro, abajo un chalecito de techo negro. Todo viejo abandonado pero limpio, del chalet salía música y al fondo había un hombre limpiando la maleza. Me parece que ni se dio cuenta que yo andaba por ahí, estuve un rato mirando la laguna, tomé un par de fotos y pegue la vuelta.
Me quedó la espina quien habrá podido hacer semejante construcción en esa época y en el medio de la isla. La laguna debe tener 450 mts de largo por 160 de ancho y seguramente es bien honda, porque desde los 50’s? O antes? no le ha crecido ni un junco en el espejo. Pregunté a mi viejo y a mí tío que han andado bastante por la isla y no tenían idea. Me hablaron de un criadero de nutrias de Hugo del Carril y en internet leí algo de un empaque de manzanas, pero en un foro y sin confirmación. En la guía Filcar de mi abuelo aparece la quinta como de Hugo del Carril y otra cercana de un tal Hoffer, que el foro dicen que fue el constructor de la laguna y los edificios de alrededor, socio de Bemberg en la cervecería Quilmes.
No sé, yo me alegro de haber llegado y poder pegar la vuelta ahora a favor de la corriente. Pasamos la quinta Bonanza que data de 1893 y está restaurada como parte de un hotel. Llegamos a la escuela que está junto a la boca del Canal 08 y no es que estemos cansados la corriente que ahora está en contra, el río empezó a crecer bien fuerte. Canal 08, Espera y Esperita.
La última vez que hice el Esperita fue para esquivar el baile en el Espera y estuvo espectacular porque apenas pude pasar con el kayak arrastrándome encima de las cabombas. Arboledas añosas, caserones en silencio, muelles abandonados. Ahora no pasaron cinco minutos y ya me cruce dos lanchas. Si esto está así, suerte que no seguí por el Carapachay. Se ve que con el dragado vino la población hay muchas casas de madera metidas en la isla, quinchos, hamacas, azulejos, luces de colores, canoas “animal print”, patos gallinas. Está muy cambiado el Esperita.
Para desgracia tuvimos que agarrar el Angostura y volver al Carapachay. No sin pasar por la quinta “Quijote” donde mi compañera incondicional en el kayakismo y en otras cuestiones más volcó su kayak por primera vez y no quiso saber nada más con remar en Tigre. Después de varios cruces con el río de la Plata embravecido no tuvo nada que hacer cuando una lanchita le pasó empopada a un metro escaso, terminó cabeza abajo y a nadar…
Como era de esperar el Carapachay era era un despelote descomunal, como andar en karting en Cordoba a las 7 y media… Al mal tiempo buena cara, le metimos garra porque estaba fresco para nadar y con la creciente el agua venía bastante podrida. No sé qué pasó pero el Lujan se tranquilizó dos minutos y salió una linda foto al Museo, que es una belleza de edificio. Ya empezaban a encenderse las luces del Paseo Victorica y paleamos con lo último corriente bien en contra hasta la rampa del Hispano.